domingo, 8 de abril de 2012

POR QUÉ CREO EN EL DON PROFÉTICO?

"¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees". Hechos 26:27
Suelo citar abundantemente los escritos de Elena White en mis entradas del blog y me gustaría presentar las convicciones, profundamente arraigadas en mi propia experiencia, que me llevan a hacerlo.
A los doce años comencé a leer un libro llamado "El Conflicto de los Siglos" de dicha autora que marcó un giro significativo en mi vida, me llevó a la Biblia y fue determinante para mi conversión ocho años después. Tuve acceso, antes de hacerme adventista, a varios otros libros escritos por ella que profundizaron mi convicción, me hicieron desear la justicia que solo Cristo puede dar y confirmaron mi fe en su glorioso nombre. Cada vez que los leo, encuentro en ellos exaltado el nombre de Dios y magnificada su justicia. Me maravillo además al ver que las cosas que decía se han cumplido con el paso del tiempo.
No creo que ella fuera infalible ni libre de pecado, ningún ser humano lo es; incluso los más grandes hombres y mujeres de la Biblia cometieron errores. Pero si estoy seguro de que Dios le dio abundante luz para nuestros días que haríamos bien en seguir.
Pero esa es mi experiencia personal, que más allá de que la presento en la sinceridad de mi corazón puede estar errada, así que veamos a continuación el firme sustento bíblico de lo que creo.
En primer lugar, todos los cristianos, como Agripa, deberíamos creer en el don profético; de otra manera no podríamos creer en la Biblia que es su fruto supremo y la base de nuestra fe. Ella es "la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro". 2ª Pedro 1:19
En segundo lugar se nos exhorta a no creer ingenuamente en cualquiera que tenga pretensiones de profeta, sinó a probar si el espíritu que los mueve es de Dios (1º Juan 4:1).
Para el caso tenemos pruebas bíblicas a las cuales someter a los profetas, de las que menciono solamente cuatro:
  • Verificar que sus palabras estén de acuerdo a lo que la Biblia enseña (Isaías 8:20)
  • Observar los frutos de sus enseñanzas y conducta (Mateo 7:20)
  • Ver que sus profecías se cumplan, teniendo en cuenta el elemento condicional de las mismas si hubiere (Jeremías 28:8,9)
  • Que sirvan al crecimiento espiritual de los miembros y dela iglesia y lleven a la unidad de la fe (Efesios 4:11-16)
Por último y en relación al texto anterior, creo también que todos los dones espirituales, incluido el de profecía, permanecerán hasta el fin. Todavía no hemos llegado a ser varones perfectos, ni hemos alcanzado la unidad en la fe ¿no es cierto? Por lo tanto, entiendo que todavía veremos en acción el don profético porque la iglesia lo necesita para enfrentar los terribles días finales.
No sería justo ni lógico que Dios nos privara de guía en los tiempos finales de este mundo, mientras se desarrolla libremente la obra engañosa de Satanás. "Sin profecía el pueblo se desenfrena" Proverbios 29:18
Si no estamos dispuestos a aceptar profetas posteriores a la Biblia, ¿aceptaremos el don profético en nuestros propios días?
En cuanto a Elena de White, invito a cada uno a revisar imparcial y sinceramente la evidencia por su propia cuenta y a sacar conclusiones como yo lo he hecho desde que leí sus escritos por primera vez hace casi 40 años.
Esta pequeña y fragil mujer recibió la primera de sus visiones a los 17 años, en tiempos de crisis para el movimiento adventista. Durante los siguientes 70 años su obra pública, su conducta y sus motivos pudieron ser ampliamente examinados, siendo ya desde sus comienzos constante blanco de críticas de adentro y de afuera de la iglesia en formación.
No obstante las mismas en general tenían relación con sus revelaciones, sin que se cuestionara con justicia su carácter moral. A su muerte, los periódicos de su época la reconocieron ampliamente como una persona consagrada al servicio de Dios.
Nunca pretendió tener el rango de profetisa ni que sus escritos estuvieran al mismo nivel de la Biblia o la reemplazaran. Se consideraba la "luz menor que guía a la luz mayor". Sin embargo, pretendió hablar inspirada por el Espíritu de Dios. Esa es una afirmación que no admite medias tintas y debe ser completamente aceptada o rechazarse en su totalidad.
La calidad de su voluminosa producción literaria, así como la vastedad de temas abarcados en sus escritos, no pueden ser fruto de un "golpe en la cabeza" (como afirman sus críticos) o provenir de alguien con su bajo nivel de instrucción (no completó el tercer grado).
Fue acusada de haber copiado gran parte de lo que escribió y también de que otros lo hacían por ella; lo que motivó por parte de la iglesia una investigación encargada a especialistas que no eran de nuestra fe a fin de lograr imparcialidad. La conclusión a la que estos arribaron fue que, sin dudas, su obra fue original.
Las citas que utilizó, las hizo de acuerdo a las leyes y costumbres de su época, apartándose en muchos casos del pensamiento de los otros autores citados; además el uso de fuentes y de asistentes literarios tiene antecedentes en la Biblia.
Para juzgar a un autor, debe mirarse a su obra en conjunto. Para juzgar a quien dice escribir en nombre del Señor, se debe además considerar los frutos de sus enseñanzas. Estos son algunos de los resultados de seguir las instrucciónes dadas por Dios (según creo yo) a través de ella: 
  • Estudio de la Biblia: Sus palabras, enseñanzas y ejemplo en vida, así como sus escritos, invitan permanentemente a escudriñar las escrituras para hallar salvación. Los adventistas fueron conocidos en sus tiempos como "el pueblo del Libro"; que debe volver a ser la base de nuestra experiencia.
  • Salud: El enfoque global de la salud, la relación entre mente y cuerpo, la importancia de los hábitos y de la alimentación sobre la salud; son algunos de los temas reconocidos hoy por la ciencia médica, pero cuando fueron enunciados mediante sus escritos se consideraron revolucionarios. 
  • Temperancia: El alcohol, el tabaco, las drogas y los malos hábitos estan llevando a millones a la tumba y apartando de Dios a multitudes. Tenemos como pueblo una gran ventaja en considerar al cuerpo como templo del Espíritu Santo, lo cual nos lleva a la sana abstinencia de todo lo perjudicial.
  • Medicina: La obra médico misionera ha abierto muchas puertas y sanado a miles de cuerpo y alma. Libros como "El ministerio de Curación" , proporcionaron tanto el énfasis necesario, como el enfoque correcto a la tarea de sanar, como extensión de la obra de Cristo. 
  • Educación:Un sistema educativo ubicado entre los mayores del mundo, que tiene como premisa que "educar es redimir", (que he probado de primera fuente) que transforma las vidas de los padres y alumnos y produce un impacto imposible de medir en muchos otros, resulta de una filosofía basada en libros como "La Educación". 
  • Publicaciones: Decenas de casas editoras repartidas por todo el mundo proclaman la justicia de Cristo como la única suficiente, la necesidad de prepararse para su venida, la importancia del hogar y la buena educación, promueven un estilo de vida saludable e impulsan al bien hacer.
  • Libertad religiosa: El concepto inclusivo y abarcante del evangelio y el deber de respetar el libre albedrío con que fue dotado el ser humano, son premisas que han llevado a la iglesia a convertirse en defensora de la libertad de conciencia a nivel mundial. 
  • Ayuda humanitaria: No nos debemos cruzar de brazos ante el clamor de los necesitados. Mientras esperamos el retorno del Señor, vemos como nuestra gozosa obligación ocuparnos de los pobres, los desvalidos y los afectados por desastres. 
  • Predicación del evangelio: La gran comisión de llevar el evangelio al mundo se presenta reiteradamente en sus escritos y ha impulsado a miles de voluntarios a dejarlo todo para acudir al rescate de los perdidos
La Biblia dice: "Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados". 2º Crónicas 20:20.
He comprobado por experiencia personal que en tanto seguimos los consejos divinos dados por sus profetas fuimos prosperados en alto grado. Pero si nos apartamos de  ellos, no podemos esperar más que el fracaso espiritual. Lamentablemente, y para su ruina, hoy muchos de los adventistas desdeñan sus enseñanzas o se vuelven en contra de su testimonio porque afecta algún ídolo acariciado por ellos.
Antes de finalizar, quiero destacar que muchas de las objeciones que se presentan en contra de esta mujer son las mismas que los incrédulos utilizan contra la Biblia. El espíritu que manifiestan sus críticos, por otra parte, utilizando la descalificación, la burla, la mala interpretación o el ridículo, no recomienda a estos como hijos de Dios.
Recordemos al final, el determinante consejo de Jesús respecto a quienes pretenden hablar por el Espíritu: "O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol". Mateo 12:33
Esto es lo que yo creo.


VÍA: CRISTO VIENE HOY

EL DON DE PROFECÍA


“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta. El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá”.Deuteronomio 18:18-20
¿Deberíamos creer en los profetas en la actualidad?
Muchos no creen que los profetas sean hoy un medio válido de transmitir la voluntad de Dios. Afirman que nos basta con la Biblia; que si la obedecemos no necesitamos profetas ni profecía.
Pero allí está precisamente la raíz del problema. No todos aceptan las Sagradas Escrituras como lo que realmente son: la Palabra de Dios. En consecuencia, no la obedecen.
Por otra parte, han surgido vez tras vez muchas personas que se han autodesignado profetas; pero al ser probados de acuerdo a “la ley y el testimonio” (Isaías 8:20), resultaron ser falsos.
Ahora, la presencia de una falsificación no nos autoriza a rechazar el don verdadero, antes bien constituye una prueba de su existencia.
La creencia en el don profético ha sido una constante  a lo largo de la historia del pueblo de Dios. Ese maravilloso medio de comunicación entre el Señor y sus hijos ha sido de gran bendición; guiando, aconsejando, amonestando e instruyendo al antiguo Israel y luego a la iglesia.
Siempre hubo profetas que transmitieran los oráculos divinos, hombres que “hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2ª Pedro 1:21). El producto supremo de tal Inspiración lo tenemos registrado en las páginas de la Sagrada Biblia.
Pero las Escrituras no son la voz final de Dios. Desde que se cerró el canon a fines del siglo I hemos recorrido un largo camino, durante el cual la voz del Espíritu por medio de sus profetas no se ha silenciado. Muchos profetas no nos dejaron nada escrito, como Juan el Bautista o Agabo, por ejemplo, sin que eso desmereciera su llamado profético.
Vale preguntarse ¿En el tiempo del fin ya no se oirá la voz de los santos hombres (o mujeres) de Dios para guiar a su pueblo?
Consideremos la siguiente historia:
"Suponga que estamos a punto de iniciar un viaje en barco. El propietario nos coloca en las manos el manual de instrucciones, diciéndonos que contiene instrucciones suficientes para todo el viaje, y que, si atendemos a aquello que está escrito en el manual, alcanzaremos con seguridad nuestro destino.
Iniciando el viaje, abrimos el manual a fin de aprender lo que en el está escrito. Constatamos que el autor registró allí principios de aplicación general para nuestra orientación, y nos instruye tanto como es posible, analizando las varias contingencias que se podrán  presentar  hasta el fin. Pero también nos advierte de que la última parte del viaje será particularmente peligrosa porque el trazado de la costa está siempre modificándose en virtud de bancos de arena y tempestades.  
Para esta parte final del viaje -prosigue el autor- hice provisión de un piloto, el cual vendrá a su encuentro y lo orientará completamente en todas las circunstancias y peligros de esa porción final del viaje. Atienda sus orientaciones.
Con base en las instrucciones que están en nuestro poder, conseguimos llegar a la parte final del viaje; y el piloto, de acuerdo con la promesa, aparece. Pero algunos miembros de la  tripulación se rebelan contra él cuando nos ofrece sus servicios.
Poseemos el manual original -dicen ellos-, y eso es suficiente para nosotros. Nos orientaremos de acuerdo con el, y solo de acuerdo con el. No queremos saber nada de usted. A partir de ese momento, ¿quien está realmente siguiendo el manual original de instrucciones? ¿Aquellos que rechazan al piloto, o los que lo aceptan, siguiendo la orden del manual?”
No es racional descartar la posibilidad de que hayan nuevos profetas.
Los adventistas creemos en que hace algo más de un siglo y medio, Dios habló por medio de una mujer llamada Elena White. En cuanto mi experiencia respecto a ella, ya escribí una entrada anterior:(ver por qué creo en el don de profecía).
No obstante, hay muchos al presente, adventistas o no, que rechazan la postura de la iglesia, acusándola de ser una falsa profetisa. Con un empeño digno de mejor causa, han disecado sus escritos y examinado su vida pública, tratando de encontrar algo que criticar. Con un nivel de agresión verbal que no es digno de cristianos descalifican su obra y sus escritos. Estos -según veo-, son los que rechazan al piloto.
Los que son sinceros, primero considerarán por sí mismos y con oración toda la evidencia, la juzgarán a la luz de la Palabra de Dios y la probarán por sus frutos (Mateo 7:20). Entonces podrán aceptar la luz o rechazarla, con toda honestidad y sin culpa.
La cuestión última que surge de esto es la siguiente; si no estamos dispuestos a aceptar un profeta moderno tampoco aceptaremos ningún otro en el futuro.
¿Dejará olvidados Jesús a sus fieles de los últimos días? No me parece lógico. Creo firmemente que muy pronto hemos de ver en forma superlativa la operación del don profético, (ver Joel 2:28-32 y Apocalipsis 18:4).
¿Le haremos caso? Está en riesgo nuestra vida eterna, pues el Señor nos pedirá cuentas de la revelación profética que hayamos recibido. 
Es mi más sincero anhelo que no seamos arrastrados por los engaños finales, al no haber apreciado la luz que brilló en nuestra senda.
Que de tí y de mí pueda decirse: “damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes”. 1ª Tesalonicenses 2:13

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