miércoles, 7 de diciembre de 2011

Pueden hablarnos nuestros muertos?



LA OBRA ministradora de los santos ángeles, tal cual está presentada en las Santas Escrituras, es una verdad de las más alentadoras y de las más preciosas para todo discípulo de Cristo. Pero la enseñanza de la Biblia acerca de este punto ha sido obscurecida y pervertida por los errores de la teología popular. La doctrina de la inmortalidad natural, tomada en un principio de la filosofía pagana e incorporada a la fe cristiana en los tiempos tenebrosos de la gran apostasía, ha suplantado la verdad tan claramente enseñada por la Santa Escritura, de que "los muertos nada saben." Multitudes han llegado a creer que los espíritus de los muertos son los "espíritus ministradores, enviados para hacer servicio a favor de los que han de heredar la salvación." Y esto a pesar del testimonio de las Santas Escrituras respecto a la existencia de los ángeles celestiales y a la relación que ellos tienen con la historia humana desde antes que hubiese muerto hombre alguno.


La doctrina de que el hombre queda consciente en la muerte, y más aún la creencia de que los espíritus de los muertos vuelven para servir a los vivos, preparó el camino para el espiritismo moderno. Si los muertos son admitidos a la presencia de Dios y de los santos ángeles y si son favorecidos con conocimientos que superan en mucho a los que poseían anteriormente, ¿por qué no habrían de volver a la tierra para iluminar e ilustrar a los vivos? Si, como lo enseñan los teólogos populares, los espíritus de los muertos se ciernen en torno de sus amigos en la tierra, ¿por qué no les sería permitido comunicarse con ellos para prevenirlos del mal o para consolarlos en sus penas? ¿Cómo podrán los que creen en el estado consciente de los muertos rechazar lo que les viene cual luz divina comunicada por espíritus glorificados? Representan un medio de comunicación considerado sagrado, del que Satanás se vale para cumplir sus propósitos. Los ángeles caídos que ejecutan sus órdenes se presentan como mensajeros del mundo de los espíritus. Al mismo tiempo que el príncipe del mal asevera poner a los vivos en comunicación con los muertos, ejerce también su influencia fascinadora sobre las mentes de aquéllos.
Satanás puede evocar ante los hombres la apariencia de sus amigos fallecidos. La imitación es perfecta; los rasgos familiares, las palabras y el tono son reproducidos con una exactitud maravillosa. Muchas personas se consuelan con la seguridad de que sus seres queridos están gozando de las delicias del cielo; y sin sospechar ningún peligro, dan oídos a "espíritus seductores, y a enseñanzas de demonios."


Después que Satanás ha hecho creer a esas personas que los muertos vuelven en realidad a comunicarse con ellas, hace aparecer a seres humanos que murieron sin preparación. Estos aseguran que son felices en el cielo y hasta que ocupan allí elevados puestos, por lo que se difunde el error de que no se hace diferencia entre los justos y los injustos. Esos supuestos visitantes del mundo de los espíritus dan a veces avisos y advertencias que resultan exactos. Luego que se han ganado la confianza, presentan doctrinas que de hecho destruyen la fe en las Santas Escrituras. Aparentando profundo interés por el bienestar de sus amigos en la tierra, insinúan los errores más peligrosos. El hecho de que dicen algunas verdades y pueden a veces anunciar acontecimientos da a sus testimonios una apariencia de verosimilitud; y sus falsas enseñanzas son aceptadas por las multitudes con tanta diligencia y creídas tan a ciegas, como si se tratara de las verdades más sagradas de la Biblia. Se rechaza la ley de Dios, se desprecia al Espíritu de gracia y se considera la sangre de la alianza como cosa profana. Los espíritus niegan la divinidad de Cristo y hasta ponen al Creador en el mismo nivel que ellos mismos. Bajo este nuevo disfraz el gran rebelde continúa llevando adelante la guerra que empezó en el cielo y que se prosigue en la tierra desde hace unos seis mil años.


Muchos tratan de explicar las manifestaciones espiritistas atribuyéndolas por completo al fraude y a juego de manos de los médiums. Pero, si bien es cierto que muchas veces se han hecho pasar supercherías por verdaderas manifestaciones, no deja de haber habido también manifestaciones de poder sobrenatural. Los llamamientos misteriosos con que empezó el espiritismo moderno no fueron resultado de la superchería o de la astucia humana, sino obra directa de ángeles malos, que introdujeron así uno de los engaños más eficaces para la destrucción de las almas. Muchos hombres serán entrampados por la creencia de que el espiritismo es tan sólo una impostura humana; pero cuando sean puestos en presencia de manifestaciones cuyo carácter sobrenatural no pueda negarse, serán seducidos y obligados a aceptarlas como revelación del poder divino.

Estas personas no toman en cuenta el testimonio de las Santas Escrituras respecto a los milagros de Satanás y de sus agentes. No fue sino mediante la ayuda de Satanás que los nigromantes de Faraón pudieron imitar la acción de Dios. San Pablo declara que antes de la segunda venida de Cristo habrá manifestaciones análogas del poder satánico. La venida del Señor debe ser precedida de la "operación de Satanás, con todo poder, y con señales, y con maravillas mentirosas, y con todo el artificio de la injusticia." (2 Tesalonicenses 2:9, 10, V.M.) Y el apóstol San Juan, describiendo el poder milagroso que se ha de dar a conocer en los últimos días, declara: "Obra grandes prodigios, de tal modo que hace descender fuego del cielo a la tierra, a la vista de los hombres. Y engaña a los que habitan sobre la tierra, por medio de las señales que se le ha dado poder de hacer." (Apocalipsis 13: 13, 14, V.M.) Lo que se predice aquí no es una simple impostura. Los hombres serán engañados dos por los milagros que los agentes de Satanás no sólo pretenderán hacer, sino que de hecho tendrán poder para realizar.

El príncipe de las tinieblas, que por tanto tiempo ha estado empleando los poderes de su inteligencia superior en la obra de engaño, adapta hábilmente sus tentaciones a los hombres de todas las clases y condiciones. A las personas cultas y refinadas les presenta el espiritismo bajo sus aspectos más sutiles e intelectuales, y así consigue atraer a muchos a sus redes. La sabiduría que comunica el espiritismo es la que describe el apóstol Santiago, la cual "no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica." (Santiago 3: 15.) Y esto es, precisamente, lo que encubre el gran seductor cuando el sigilo es lo que más conviene a sus fines. El que, vestido con el brillo de celestiales serafines, pudo aparecer ante Cristo para tentarle en el desierto, suele presentarse también a los hombres del modo más atractivo, cual si fuere ángel de luz. Apela a la razón por la presentación de temas elevados; deleita los sentidos con escenas que cautivan y conquistan los afectos por medio de imágenes elocuentes de amor y caridad. Excita la imaginación en sublimes arrebatos e induce a los hombres a enorgullecerse tanto de su propia sabiduría, que en el fondo de su corazón desprecian al Dios eterno. Ese ser poderoso que pudo transportar al Redentor del mundo a un altísimo monte y poner ante su vista todos los reinos y la gloria de la tierra, presentará sus tentaciones a los hombres y pervertirá los sentidos de todos los que no estén protegidos por el poder divino.


Satanás seduce hoy día a los hombres como sedujo a Eva en el Edén, lisonjeándolos, alentando en ellos el deseo de conocimientos prohibidos y despertando en ellos la ambición de exaltarse a sí mismos. Fue alimentando esos males cómo cayó él mismo, y por ellos trata de acarrear la ruina de los hombres. "Y seréis como Dios-dijo él,-conocedores del bien y del mal." (Génesis 3: 5, V.M.) El espiritismo enseña "que el hombre es un ser susceptible de adelanto; que su destino consiste en progresar desde su nacimiento, aun hasta la eternidad, hacia la divinidad." Y además que "cada inteligencia se juzgará a sí misma y no será juzgada por otra." "El juicio será justo, porque será el juicio que uno haga de sí mismo.... El tribunal está interiormente en vosotros." Un maestro espiritista dijo cuando "la conciencia espiritual" se despertó en él: "Todos mis semejantes eran semidioses no caídos." Y otro dice: "Todo ser justo y perfecto es Cristo."
Así, en lugar de la justicia y perfección del Dios infinito que es el verdadero objeto de la adoración; en lugar de la justicia perfecta de la ley, que es el verdadero modelo de la perfección humana, Satanás ha colocado la naturaleza pecadora del hombre sujeto al error, como único objeto de adoración, única regla del juicio o modelo del carácter. Eso no es progreso, sino retroceso.

Hay una ley de la naturaleza intelectual y espiritual según la cual modificamos nuestro ser mediante la contemplación. La inteligencia se adapta gradualmente a los asuntos en que se ocupa. Se asimila lo que se acostumbra a amar y a reverenciar. Jamás se elevará el hombre a mayor altura que a la de su ideal de pureza, de bondad o de verdad. Si se considera a sí mismo como el ideal más sublime, jamás llegará a cosa más exaltada. Caerá más bien en bajezas siempre mayores. Sólo la gracia de Dios puede elevar al hombre. Si depende de sus propios recursos, su conducta empeorará inevitablemente.


A los indulgentes consigo mismos, a los amigos del placer, a los sensuales, el espiritismo se presenta bajo un disfraz menos sutil que cuando se presenta a gente más refinada e intelectual. En sus formas groseras, aquéllos encuentran lo que está en armonía con sus inclinaciones. Satanás estudia todos los indicios de la fragilidad humana, nota los pecados que cada hombre está inclinado a cometer, y cuida luego de que no falten ocasiones para que las tendencias hacia el mal sean satisfechas. Tienta a los hombres para que se excedan en cosas que son legítimas en sí mismas, a fin de que la intemperancia debilite sus fuerzas físicas y sus energías mentales y morales. Ha hecho morir y está haciendo morir miles de personas por la satisfacción de las pasiones, embruteciendo así la naturaleza humana. Y para completar su obra, declara por intermedio de los espíritus, que "el verdadero conocimiento coloca a los hombres por encima de toda ley;" que "cualquier cosa que sea, es buena;" que "Dios no condena;" y que "todos los pecados que se cometen se cometen sin envolver culpabilidad alguna." Cuando la gente es inducida así a creer que el deseo es ley suprema, que la libertad es licencia y que el hombre no es responsable más que ante sí mismo, ¿quién puede admirarse de que la corrupción y la depravación abunden por todas partes? Las multitudes aceptan con avidez las enseñanzas que les dan libertad para obedecer los impulsos carnales. Se da rienda suelta a la lujuria y el hombre pierde el imperio sobre sí mismo; las facultades del espíritu y del alma son sometidas a los más bestiales apetitos, y Satanás prende alegremente en sus redes a millares de personas que profesan ser discípulos de Cristo.


Pero nadie tiene por qué dejarse alucinar por los asertos engañosos del espiritismo. Dios ha dado a los hombres luz suficiente para que puedan descubrir la trampa. Como ya lo hemos visto, la teoría que constituye el fundamento mismo del espiritismo está en plena contradicción con las declaraciones más terminantes de las Santas Escrituras. La Biblia declara que los muertos no saben nada, que sus pensamientos han perecido; no tienen parte en nada de lo que se hace bajo el sol; no saben nada de las dichas ni de las penas de los que les eran más caros en la tierra.
Además, Dios ha prohibido expresamente toda supuesta comunicación con los espíritus de los muertos. En tiempo de los hebreos había una clase de personas que pretendía, como los espiritistas de nuestros días, sostener comunicaciones con los muertos. Pero la Biblia declara que los "espíritus," como se solía llamar a los visitantes de otros mundos, son "espíritus de demonios." (Compárese Números 25: 1-3; Salmo 106: 28; 1 Corintios 10: 20; Apocalipsis 16: 14.) La costumbre de tratar con espíritus o adivinos fue declarada abominación para el Señor y era solemnemente prohibida so pena de muerte. (Levítico 19: 31; 20: 27.) Aun el nombre de la hechicería es objeto de desprecio en la actualidad. El aserto de que los hombres pueden tener comunicación con malos espíritus es considerado como una fábula de la Edad Media. Pero el espiritismo, que cuenta con centenares de miles y hasta con millones de adherentes, que se ha abierto camino entre las sociedades científicas, que ha invadido iglesias y que ha sido acogido con favor entre los cuerpos legislativos y hasta en las cortes de los reyes -este engaño colosal no es más que la reaparición, bajo un nuevo disfraz, de la hechicería condenada y prohibida en la antigüedad.


Si no existiera otra evidencia tocante a la naturaleza real del espiritismo, debería bastar a todo cristiano el hecho de que los espíritus no hacen ninguna diferencia entre lo que es justo y lo que es pecado, entre el más noble y puro de los apóstoles de Cristo y los más degradados servidores de Satanás. Al representar al hombre más vil como si estuviera altamente exaltado en el cielo, es como si Satanás declarara al mundo: "No importa cuán malos seáis; no importa que creáis o no en Dios y en la Biblia. Vivid como gustéis, que el cielo es vuestro hogar." Los maestros espiritistas declaran virtualmente: "Todo aquel que obra mal es bueno a los ojos de Jehová, y él se complace en los tales; o si no, ¿dónde está el Dios de juicio?" (Malaquías 2: 17, V.M.) La Palabra de Dios dice: "¡Ay de los que llaman a lo malo bueno, y a lo bueno malo; que ponen tinieblas por luz, y luz por tinieblas!" (Isaías 5: 20, V.M.)


Esos espíritus mentirosos representan a los apóstoles como contradiciendo lo que escribieron bajo la inspiración del Espíritu Santo durante su permanencia en la tierra. Niegan el origen divino de la Biblia, anulan así el fundamento de la esperanza cristiana y apagan la luz que revela el camino hacia el cielo. Satanás hace creer al mundo que la Biblia no es más que una ficción, o cuando mucho un libro apropiado para la infancia de la raza, del que se debe hacer poco caso ahora, o ponerlo a un lado por anticuado. Y para reemplazar la Palabra de Dios ese mismo Satanás ofrece sus manifestaciones espiritistas. Estas están enteramente bajo su dirección y mediante ellas puede hacer creer al mundo lo que quiere. Pone en la obscuridad, precisamente donde le conviene que esté, el Libro que le debe juzgar a él y a sus siervos y hace aparecer al Salvador del mundo como un simple hombre. Así como la guardia romana que vigilaba la tumba de Jesús difundió la mentira que los sacerdotes y los ancianos insinuaron para negar su resurrección, así también los que creen en las manifestaciones espiritistas tratan de hacer creer que no hay nada milagroso en las circunstancias que rodearon la vida de Jesús. Después de procurar así que la gente no vea a Jesús, le llaman la atención hacia sus propios milagros y los declaran muy superiores a las obras de Cristo.


Es cierto que el espiritismo está mudando actualmente sus formas, y echando un velo sobre algunos de sus rasgos más repulsivos, reviste un disfraz cristiano. Pero sus declaraciones hechas desde la tribuna y en la prensa han sido conocidas por el público desde hace muchos años, y revelan su carácter verdadero. Esas enseñanzas no pueden ser negadas ni encubiertas.

Hasta en su forma actual, lejos de ser más tolerable, el espiritismo es en realidad más peligroso que anteriormente, debido a la mayor sutileza de su engaño. Mientras años atrás atacaba a Cristo y la Biblia, declara ahora que acepta a ambos. Pero su interpretación de la Biblia está calculada para agradar al corazón irregenerado, al paso que anula el efecto de sus verdades solemnes y vitales. Los espiritistas hacen hincapié en el amor como si fuese atributo principal de Dios, pero lo rebajan hasta hacer de él un sentimentalismo enfermizo y hacen poca distinción entre el bien y el mal. La justicia de Dios, su reprobación del pecado, las exigencias de su santa ley, todo eso lo pierden de vista. Enseñan al pueblo a que mire el Decálogo como si fuera letra muerta. Fábulas agradables y encantadoras cautivan los sentidos e inducen a los hombres a que rechacen la Biblia como fundamento de su fe. Se niega a Cristo tan descaradamente como antes; pero Satanás ha cegado tanto al pueblo que no discierne el engaño.


Pocas son las personas que tienen justo concepto del poder engañoso del espiritismo y del peligro que hay en caer bajo su influencia. Muchas personas juegan con él sin otro objeto que el de satisfacer su curiosidad. No tienen fe verdadera en él y se llenarían de horror al pensar en abandonarse al dominio de los espíritus. Pero se aventuran en terreno vedado y el poderoso destructor ejerce su ascendiente sobre ellos contra su voluntad. Pero una vez que los induce a abandonar sus inteligencias a su dirección, los mantiene cautivos. Es imposible que con su propia fuerza rompan el encanto hechicero y seductor. Sólo el poder de Dios otorgado en contestación a la fervorosa oración de fe, puede libertar a esas almas prisioneras.


Todos aquellos que conservan y cultivan rasgos pecaminosos de carácter, o que fomentan un pecado conocido, atraen las tentaciones de Satanás. Se separan de Dios y de la protección de sus ángeles, y cuando el maligno les tiende sus redes quedan indefensos y se convierten en fácil presa. Los que de tal suerte se abandonan al poder satánico no comprenden adónde los llevará su conducta. Pero, después de haberlos subyugado por completo, el tentador los empleará como agentes para empujar a otros a la ruina.


El profeta Isaías dice: "Y cuando os dijeren: Acudid a los espíritus y a los adivinos, que chirrían y mascullan; responded: ¿No debe un pueblo acudir más bien a su Dios? ¿ por los vivos acaso se ha de acudir a los muertos? ¡A la ley y al testimonio! si no hablaren conforme a esta palabra, son aquellos para quienes no ha amanecido." (Isaías 8: 19, 20, V.M.) Si los hombres hubiesen querido recibir la verdad tan claramente expresada en las Santas Escrituras, referente a la naturaleza del hombre y al estado de los muertos, reconocerían en las declaraciones y manifestaciones del espiritismo la operación de Satanás con poder y con prodigios mentirosos. Pero en vez de renunciar a la libertad tan cara al corazón pecaminoso y a sus pecados favoritos, la mayoría de los hombres cierra los ojos a la luz y sigue adelante sin cuidarse de las advertencias, mientras Satanás tiende sus lazos en torno de ellos y los hace presa suya. "Por cuanto no admitieron el amor de la verdad, para que fuesen salvos, . . . Dios les envía la eficaz operación de error, a fin de que crean a la mentira." (2 Tesalonicenses 2: 10, 11, V.M.)

Los que se oponen a las enseñanzas del espiritismo atacan no sólo a los hombres, sino también a Satanás y a sus ángeles. Han emprendido la lucha contra principados, potestades y malicias espirituales en los aires. Satanás no cederá una pulgada de terreno mientras no sea rechazado por el poder de mensajeros celestiales. El pueblo de Dios debe hacerle frente como lo hizo nuestro Salvador, con las palabras: "Escrito está." Satanás puede hoy citar las Santas Escrituras como en tiempo de Cristo, y volverá a pervertir las enseñanzas de ellas para sostener sus engaños. Los que quieran permanecer firmes en estos tiempos de peligro deben comprender por sí mismos el testimonio de las Escrituras.


Muchos tendrán que vérselas con espíritus de demonios que personificarán a parientes o amigos queridos y que proclamarán las herejías más peligrosas. Estos espíritus apelarán a nuestros más tiernos sentimientos de simpatía y harán milagros con el fin de sostener sus asertos. Debemos estar listos para resistirles con la verdad bíblica de que los muertos no saben nada y de que los que aparecen como tales son espíritus de demonios.


Es inminente "la hora de la tentación que ha de venir en todo el mundo, para probar a los que moran en la tierra." (Apocalipsis 3: 10.) Todos aquellos cuya fe no esté firmemente cimentada en la Palabra de Dios serán engañados y vencidos. La operación de Satanás es "con todo el artificio de la injusticia" a fin de alcanzar dominio sobre los hijos de los hombres; y sus engaños seguirán aumentando. Pero sólo puede lograr sus fines cuando los hombres ceden voluntariamente a sus tentaciones. Los que busquen sinceramente el conocimiento de la verdad, y se esfuercen en purificar sus almas mediante la obediencia, haciendo así lo que pueden en preparación para el conflicto, encontrarán; seguro refugio en el Dios de verdad. "Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré" (Ver. 10), es la promesa del Salvador. El enviarla a todos los ángeles del cielo para proteger a su pueblo antes que permitir que una sola alma que confíe en él sea vencida por Satanás.


El profeta Isaías describe el terrible engaño que seducirá a los impíos y les hará creerse al amparo de los juicios de Dios "Hemos hecho pacto con la muerte, y con el infierno tenemos hecho convenio; cuando pasaré el azote, cual torrente, no nos alcanzará; porque hemos puesto las mentiras por nuestro refugio, y entre los embustes nos hemos escondido." (Isaías 28: 15, V.M.) En la categoría de personas así descritas se encuentran los que en su impenitencia y obstinación se consuelan con la seguridad de que no habrá castigo para el pecador, de que todos los miembros de la humanidad, por grande que sea su corrupción, serán elevados hasta el cielo para volverse como ángeles de Dios. Pero hay otros quienes de modo mucho más aparente están haciendo un pactó con la muerte y un convenio con el infierno. Son los que renuncian a las verdades que Dios dio como defensa para los justos en el día de congoja, y aceptan el falso refugio ofrecido en su lugar por Satanás, o sea los asertos mentirosos del espiritismo.
La obcecación de los hombres de esta generación es indeciblemente sorprendente. Miles de personas rechazan la Palabra de Dios como si no mereciese fe, mientras aceptan con absoluta confianza los engaños de Satanás. Los incrédulos y escarnecedores denuncian el fanatismo, como lo llaman, de los que luchan por la fe de los profetas y de los apóstoles, y se divierten ridiculizando las solemnes declaraciones de las Santas Escrituras referentes a Cristo, al plan de salvación y a la retribución que espera a los que rechazan la verdad. Fingen, tener gran lástima por espíritus tan estrechos, débiles y supersticiosos, que acatan los mandatos de Dios y satisfacen las exigencias de su ley. Hacen alarde de tanto descaro como si en realidad hubiesen hecho un pacto con la muerte y un convenio -con el infierno como si hubiesen elevado una barrera insalvable e indestructible entre ellos y la venganza de Dios. Nada puede despertar sus, temores. Se han sometido tan completamente al tentador, están tan ligados a él y tan dominados por su espíritu, que no tienen ni fuerza ni deseos para escapar de su lazo.

Satanás ha estado preparándose desde hace tiempo para su último esfuerzo para engaitar al mundo. El cimiento de su obra lo puso en la afirmación que hiciera a Eva en el Edén: "De seguro que no moriréis." "En el día que comiereis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal." (Génesis 3: 4, 5, V.M.) Poco a poco Satanás ha preparado el camino para su obra maestra de seducción: el desarrollo del espiritismo. Hasta ahora no ha logrado realizar completamente sus designios; pero lo conseguirá en el poco tiempo que nos separa del fin. El profeta dice: "Y vi ... tres espíritus inmundos, como ranas: . . . son espíritus de demonios, que obran prodigios; los cuales salen a los reyes de todo el mundo habitado, a juntarlos para la guerra del gran, día del Dios Todopoderoso." (Apocalipsis 16: 13, 14, V.M.) Todos menos los que estén protegidos por el poder de Dios y la fe en su Palabra, se verán envueltos en ese engaño. Los hombres se están dejando adormecer en una seguridad fatal y sólo, despertarán cuando la ira de Dios se derrame sobre la tierra, Dios, el Señor, dice: "También pondré el juicio por cordel, y la justicia por plomada; y la granizada barrerá el refugio de mentiras, y las aguas arrebatarán vuestro escondrijo. Asimismo vuestro pacto con la muerte será anulado, y vuestro convenio con el infierno no quedará en pie cuando pasare el azote, cual torrente, vosotros seréis hollados de este invasor." (Isaías 28: 17, 18, V.M.)


Fuente: El Conflicto de los Siglos. Cap 35. p.607-618.

Autor: Elena G. de White. Los adventistas creemos que ejerció el don bíblico de profecía durante más de setenta años de ministerio público.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

VENCEDORES MEDIANTE CRISTO


"Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo: y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe." 1 Juan 5: 4. 


Necesitamos acercarnos a nuestro Ayudador, quien es la sabiduría infinita. El es nuestro Pastor y nuestro gran Médico misionero, y conoce las estrecheces por las que tendrán que pasar sus creyentes sobre esta tierra. . . Fue tentado en todas las cosas como nosotros también lo somos. No nos olvidemos que Cristo debió enfrentar al tentador y que cuando lo hizo, nuestro Salvador llevaba sobre sí la semejanza de la humanidad. El es nuestro Restaurador, el Perfeccionador de su Pacto con instrumentos humanos que dependen de El como su Príncipe y su Redentor. 

Cristo venció como Hombre impecable, no caído, perfecto. Como Mesías obtuvo la victoria sobre las tentaciones del enemigo, haciendo posible que nosotros venzamos como El venció. Debemos triunfar en cada encuentro que tengamos con el enemigo. Seremos vencedores al participar de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que está en el mundo por la concupiscencia. Cada victoria que El obtuvo en su humanidad hace posible que nosotros, recibiéndole y creyendo en El, ganemos la victoria. "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1: 12). Cada victoria que El obtuvo en su humanidad nos garantiza que sus frutos serán genuinos. Cada asalto en el que Satanás es vencido marca una victoria para la humanidad. . . 

La liberación del pueblo de Dios y sus misericordias para con él en las pruebas pasadas deben ser recordadas como una seguridad de lo que hará por nosotros en nuestras emergencias presentes y futuras si confiamos en El. Cualesquiera hayan sido sus experiencias, si se entregan a Dios de todo corazón, con humildad y contrición, El los recibirá. A todos los que por la fe reciben a Cristo como su Salvador personal, les dará poder para llegar a ser hijos e hijas de Dios victoriosos. Llegan a ser participantes de la naturaleza divina, y captan plenamente su misericordia y la gracia de su Santo Espíritu. . . 

Que nuestras oraciones asciendan a Dios con toda humildad. Que confesemos y abandonemos nuestros pecados con corazones humildes y contritos por medio de la gracia que Cristo vino a impartir al mundo. El Señor comprende, porque, todas las cosas secretas le son conocidas. Ninguna mala acción puede sin que Dios comprenda cada fase de la tentación. . . 

En los evangelios Cristo hizo frecuente referencia al gran conflicto que había tenido con Satanás al comienzo de su ministerio. Constantemente hace referencia al reino de Satanás en oposición al reino de Dios. Asegurémonos de estar del lado del Señor (Carta 14, del 3 de enero de 1906 dirigida al Dr. D. H. Kress y Sra.) 

Por

Elena G. de White, Alza tus Ojos (03 de enero)


sábado, 8 de octubre de 2011

LA NECESIDAD DE UNA REFORMA


"Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro." Rom. 6: 22, 23. 

Pablo sintió que los requisitos del Señor deben ser obedecidos y sus juicios evitados. Como él, debemos esforzarnos al máximo para tener la corona de la vida, que dará eterno honor a cada vencedor. No debemos contentarnos con vivir vidas inútiles. 

¿Qué es la humildad? Es ese sentimiento de pecaminosidad e indignidad que nos conduce al arrepentimiento. Necesitamos estar convencidos de la malignidad de una enfermedad antes de sentir la necesidad de ser curados. Aquellos que no captan la pecaminosidad del pecado no están en condiciones de apreciar el valor de la expiación y la necesidad de ser limpiados de todo pecado. El pecador se mide a sí mismo por sí mismo y por aquellos que, como él, son pecadores. No contempla la pureza y la santidad de Cristo. Pero, cuando la ley de Dios impone convicción a su corazón, dice con Pablo: "Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí" (Rom. 7: 9). . . 

Dios creó al hombre para su gloria. No soportará, no puede soportar la presencia del pecado en su dominio. Si en la iglesia hay individuos que están pecando voluntariamente contra Dios, hay que echar mano de todo medio posible para llevarlos al arrepentimiento. Si no se hace esto se deshonra el nombre de Dios. El es demasiado puro para aprobar la iniquidad... 

El pecado de Adán podría ser considerado por las iglesias de hoy como un simple error, que debería ser perdonado inmediatamente y no pensarse más en él. Pero la norma de Dios es elevada y su Palabra inmutable, y por eso todas las prácticas egoístas y codiciosas son una abominación ante su vista. Los corazones de los creyentes necesitan ser purificados, santificados, refinados, ennoblecidos. . . 

Miren hacia arriba, mis hermanos. ¿Ha perdido el Evangelio su poder para impresionar los corazones? ¿Es debido a que la influencia regeneradora del Espíritu de Cristo ha muerto, que los corazones no son purificados, santificados y preparados por el Espíritu Santo? No, la espada del Espíritu, la Palabra del Dios viviente, está todavía con nosotros; pero debe ser esgrimida con ahínco. Usémosla como lo hicieron antaño los santos de Dios. Mediante su poder viviente y vivificante se abrirá camino a los corazones. . . 

El Señor nos invita a realizar una reforma en nuestras vidas... Cuando la iglesia despierte se harán cambios decididos. Los hombres y las mujeres se convertirán y estarán de tal manera llenos del Espíritu de Dios que irán de país en país, de ciudad en ciudad, proclamando el mensaje de verdad. Con los corazones rebosando de ferviente amor por las almas abrirán sus Biblias y presentarán la Palabra, el "escrito está". Dondequiera vayan suscitarán un pueblo que pueda estar en pie en el día del Señor. La sencillez de estos humildes obreros será su fortaleza, porque los ángeles de Dios obran con los que son humildes y obedientes (Manuscrito 2, del 2 de enero de 1900, "La necesidad de una reforma"). 

Elena G. de White, Alza tus Ojos (02 de enero)

martes, 6 de septiembre de 2011

Mira hacia el cielo

"Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad." Heb. 11: 16. 



Les deseo un feliz año nuevo. El año viejo con su carga de registros, ya pasó a la eternidad. Que cada pensamiento, cada sentimiento, se dedique ahora a recordar el amor de Dios. Rememoremos una a una sus bendiciones. . . 

Las evidencias que tenemos del cuidado y del amor de Dios por nosotros se expresan en las lecciones que Cristo dio a sus discípulos acerca de las cosas de la naturaleza... No debe concentrarse la atención sobre lo deforme, sobre la maldición, sino en las riquezas de la gracia de Cristo que han sido provistas tan abundantemente, de tal manera que podamos vivir en este mundo y realizar nuestra parte en favor de la humanidad y, sin embargo, no ser del mundo. Como peregrinos, como extranjeros que anhelamos las cosas brillantes de Dios, el gozo que está por delante, que buscamos una ciudad cuyo artífice y hacedor es Dios, que contemplamos las provisiones hechas en nuestro favor, las mansiones que Jesús ha ido a preparar para nosotros, y que hablamos de ese bendito hogar, nos olvidamos de las molestias y de los incómodos cuidados de esta vida. Nos parece estar respirando la misma atmósfera de ese país mejor, celestial. Nos sentimos aliviados, consolados; pero aun más, nos sentimos gozosos en Dios. 

No podríamos conocer los propósitos llenos de gracia de Dios hacia nosotros si no fuera por las promesas, porque solamente a través de ellas podemos saber qué es lo que El ha preparado para aquellos que le aman. Como las flores en el sabio plan de Dios, que están constantemente extrayendo las propiedades de la tierra y del aire para desarrollarlas en los puros y hermosos capullos que exhalan su fragancia para deleitar nuestros sentidos, así debiera ser también con nosotros. 

Extraemos de las promesas de Dios toda esa paz, ese consuelo, esa esperanza que desarrollará en nosotros los frutos de la paz, del gozo y de la fe. Y al incorporar estas promesas en nuestra propia vida las introducimos también en las vidas de otros. Por lo tanto, apropiémonos de estas promesas. . . Ellas son como las preciosas flores del jardín de Dios. Deben despertar nuestra esperanza y expectativa, y conducimos a una firme fe y confianza en Dios. Deben fortalecernos en la tribulación y enseñamos las preciosas lecciones de la confianza en Dios. En estas preciosas promesas El retrocede a la eternidad y de allí nos da un resplandor de ese mucho más abundante y eterno peso de gloria. Estemos, entonces, quedos en Dios. Confiemos calmadamente en Él y alabémosle porque nos ha mostrado tales revelaciones de su voluntad y propósitos para que no fundamentemos nuestras esperanzas en esta vida sino que mantengamos la mirada hacia arriba, a la herencia de luz, a fin de ver y percibir el asombroso amor de Jesús (Carta 27, del 1º de enero de 1886, dirigida al Dr. J. H. Kellogg y Sra.). 


Por
Elena G. de White en Alza tus ojos.

jueves, 25 de agosto de 2011

¿Dónde está Dios cuando la gente inocente sufre?


Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Sal. 23: 4.


¿Cómo podemos responder a la tragedia en nuestras vidas? ¿Dónde está Dios cuando la gente inocente sufre? ¿Cómo encontrarle sentido a los golpes duros de la vida?
Creo, sinceramente, que hay un modo de hacerlo. La Biblia presenta un cuadro de Dios extraordinariamente animador; un cuadro que nos alienta frente a la crisis, nos da esperanza en la desesperación, y paz en los momentos de aflicción.
El mundo en que vivimos es el campo de batalla entre un odio intenso y un amor aun mayor. El bien y el mal libran un combate mortal. Y el Dios que todo lo sabe no siempre interviene para prevenir o evitar las consecuencias del mal. Todavía no elimina todo el sufrimento.
Dios valora la libertad. Permite que los hombres y las mujeres elijan y decidan, aun cuando sus elecciones y decisiones sean totalmente equivocadas. Para evitarlo la única opción sería quitarles la libertad de escoger; lo cuál los convertiría en meros robots. De modo que Dios decide permitir al mal seguir su curso, pero él mismo está presente, en medio del sufrimiento humano.
Él llora con el pesar y el dolor de los que sufren. Los sostiene, los fortalece y los apoya. Anima a los quebrantados de corazón y abraza a los heridos.
El bien conocido Salmo 23: 4, "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo". El Salmo 46: 1, añade: "Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones". En medio de nuestro dolor y pesar, Dios está presente. Más allá de las lágrimas, del quebranto y de la tristeza combinados, podemos oírlo decir: "Yo sanaré tu corazón quebrantado... vendaré tus heridas. Yo estoy contigo en los momentos de mayor necesidad".
Dice la promesa: "El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos; él echó delante de tí al enemigo"(Deut. 33: 27). Y el salmista responde: "Como prodigio he sido a muchos, y tú mi refugio fuerte. Sea llena mi boca de tu alabanza, de tu gloria todo el día" (Sal. 71: 7, 8).
Sigamos su ejemplo. Permitamos que nuestros labios y nuestro corazón se llenen de alabanzas. ¡Regocijémonos! Dios está con nosotros. No nos ha prometido que jamás nos alcanzarán los males de éste mundo, pero sí que estará presente cuando ésto suceda. No nos ha prometido que nunca sufriremos, pero sí que estará con nosotros en nuestro sufrimiento. Hay algo mucho más grandioso que la ausencia de dolor... es la presencia de Dios en nuestro dolor.
Suceda lo que suceda hoy, aceptemos su promesa: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo"(Mat. 28: 20).

Tomado de SOBRE TERRENO FIRME de Mark Finley.

domingo, 21 de agosto de 2011

Elena G. de White: Un breve bografía


¿Quién fue Elena G. de White y porqué millones consideran sus escritos especialmente valiosos y significativos?
En forma breve se puede decir que fue una mujer de destacados dones espirituales que vivió la mayor parte de su vida durante el siglo XIX (1827-1915), y quien, mediante sus escritos, todavía produce un impacto sobre millones de personas alrededor del mundo. Durante su vida escribió más de 5.000 artículos de periódicos y 40 libros; pero en la actualidad, incluyendo compilaciones de sus 50.000 páginas de manuscritos, hay más de 1.000 títulos disponibles en inglés. Es la escritora femenina más traducida en toda la historia de la literatura, y la autora estadounidense más traducida en cualquier género.

Sus escritos abarcan una amplia gama de temas, incluyendo religión, educación, relaciones sociales, evangelismo, profecía, cuestiones sobre publicación, nutrición y administración. Su obra maestra, que habla del cambio de vida para lograr una vida cristiana de éxito, El camino a Cristo, ha sido publicada en más de 140 idiomas. 
Los Adventistas del Séptimo Día creen que la Sra. White era más que una escritora de talento; creen que ella fue elegida por Dios como una mensajera especial para atraer la atención del mundo a las Sagradas Escrituras y para ayudar a preparar un pueblo para el segundo advenimiento de Cristo. Desde que ella contaba con 17 años hasta su muerte, 70 años después, Dios le dio aproximadamente 2.000 visiones y sueños. Las visiones variaron en duración de menos de un minuto hasta cerca de cuatro horas. Los conocimientos y los consejos recibidos por medio de estas revelaciones, los escribió para compartirlos con otros. Así sus escritos especiales son aceptados por los Adventistas del Séptimo Día como inspirados, y su excepcional calidad es reconocida incluso por lectores casuales.

Como aparece en Creencias de los Adventistas del Séptimo Día: “Los escritos de Elena de White no constituyen un sustituto de la Escritura. No pueden ser colocados en el mismo nivel. Las Sagradas Escrituras están colocadas en un nivel que les pertenece sólo a ellas, la única regla por la cual sus escritos –y todos los demás deben ser juzgados-, y a la cual deben hallarse sujetos” (Asociación Ministerial, Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Washington D.C., 1988, p. 262). Además, como Elena de White misma dijo, “La circunstancia de haber revelado Dios su voluntad a los hombres por su Palabra, no anuló la necesidad que tienen ellos de la continua presencia y dirección del Espíritu Santo” (El conflicto de los siglos, p. 9). Lo que sigue es una descripción más detallada acerca de la vida y la obra de esta destacada mujer quien, enfrentando todas las pruebas de un verdadero profeta como se presentan en las Sagradas Escrituras, ayudó a fundar la iglesia Adventista del Séptimo Día.

Los primeros años
Elena, junto con su hermana melliza Elizabeth, nació el 26 de noviembre de 1827, en la familia de Roberto y Eunice Harmon. Con ocho hijos en la familia, el hogar era un lugar interesante y lleno de tareas. La familia vivía en una pequeña granja cerca del poblado de Gorham, en Maine, en la parte noreste de los Estados Unidos. No obstante, unos pocos años después del nacimiento de las mellizas, Roberto Harmon dejó los trabajos de la granja y se mudó con su familia a la ciudad de Portland, unos 19 kilómetros hacia el este.
Durante su niñez, Elena colaboraba en el hogar y ayudaba a su padre en la manufactura de sombreros. A la edad de nueve años, una tarde, mientras regresaba a su hogar después de la escuela, fue severamente lastimada en su rostro por una piedra que le arrojó una compañera de clase. Por tres semanas estuvo inconsciente, y en los años siguientes sufrió significativamente como resultado de las graves daños en su nariz. La educación formal de Elena terminó abruptamente y a todos les parecía que tan prometedora jovencita no viviría mucho más. En el año 1840, Elena y sus padres asistieron a un retiro campestre metodista en Buxton, Maine, y allí, a la edad de 12 años, entregó su corazón a Dios. El 26 de junio de 1842, solicitó ser bautizada por inmersión en Casco Bay, Pórtland. Ese mismo día fue aceptada como miembro de la Iglesia Metodista.

El mensaje adventista
En 1840 y 1842, Elena junto con otros miembros de la familia, asistieron a las reuniones Adventistas celebradas en Portland, aceptaron los puntos de vista presentados por Guillermo Miller y sus colaboradores, y esperaron confiadamente el inminente regreso de Cristo. Elena era una activa misionera que buscaba ganar a sus jóvenes amigos y hacer su parte en la proclamación del mensaje Adventista.

Las dificultades del Gran Chasco provocados porque Cristo no regresó a la tierra el 22 de octubre de 1844, no fue menor por ser Elena una joven, y ella, junto con otros, estudió la Biblia y oró fervientemente por luz y conducción en los días de perplejidad que siguieron a esa fecha. Una mañana a fines de diciembre de ese año, cuando muchos se debilitaron y abandonaron su experiencia adventista, Elena Harmon se reunió con otras cuatro mujeres para adorar en el hogar de una amiga en South Portland. El cielo parecía estar cerca del grupo que oraba, y mientras el poder de Dios descansaba sobre Elena, ella fue testigo en la visión del viaje del pueblo adventista a la ciudad de Dios. (Primeros escritos, pp. 13-30.Cuando la jovencita de 17 años, en forma poco dispuesta y temblando, relató esta visión al grupo de adventistas en Portland, éste la aceptó como luz de Dios. En respuesta a una visión posterior, Elena viajó de lugar en lugar con amigos y familiares para relatar a los grupos esparcidos de adventistas lo que le había sido revelado en su primera visión y las siguientes. Aquellos no fueron días fáciles para los adventistas que habían sufrido el chasco. No sólo enfrentaron las burlas y el ridículo de todo el mundo, sino que no estaban unidos entre ellos mismos, y se levantaban entre ellos fanatismos de toda clase. Pero Dios, mediante revelación, expuso a Elena Harmon las consecuencias de estos movimientos fanáticos, y se le encargó la responsabilidad de reprochar las equivocaciones y señalar el error. Para ella fue muy difícil realizar esta tarea.

El matrimonio de Jaime White y Elena Harmon
En un viaje a Orrigton, Maine, Elena conoció a un joven predicador adventista, Jaime White, quien tenía entonces 23 años de edad. Como sus tareas ocasionalmente los reunía, surgió entre ellos un afecto que los unió más tarde en matrimonio en agosto de 1846.
Durante las primeras semanas que siguieron a su matrimonio, Jaime y Elena estudiaron fervientemente un documento de 46 páginas publicado por José Bates, en New Bedford, Massachussets. El documento, tituladoEl sábado del séptimo día, presentaba las evidencias bíblicas sobre la santidad del séptimo día. Convencidos de que los puntos de vista presentados eran bíblicos, comenzaron a guardar el sábado como séptimo día.Unos seis meses más tarde, el 3 de abril de 1847, a Elena de White se le mostró en visión la ley de Dios en el santuario celestial con un halo de luz alrededor del cuarto mandamiento. Este punto de vista trajo una clara comprensión de la importancia de la doctrina del sábado y confirmaron la confianza de los adventistas en ella (Primeros escritos, pp. 32-35).
Los primeros días de la vida de casados de Jaime y Elena White estuvieron llenos de pobreza y a veces ansiedades. Los que trabajaban en el movimiento adventista no tenían a nadie más que a sí mismos para su sostén financiero, así que Jaime White dividía su tiempo entre la predicación y el trabajar para ganar el sustento mediante el trabajo en el bosque, en el ferrocarril o en los campos juntando heno. A los White les nació un hijo, Henry, el 26 de agosto de 1847. Su presencia trajo gozo y consuelo a la joven madre, pero Elena de White pronto se dio cuenta que tenía que dejar a su hijo al cuidado de sus amigos de confianza para continuar con su obra de viajar y llevar los mensajes que Dios le había confiado. En los siguientes años ella escribió extensamente, viajó mucho para visitar al “rebaño esparcido” y asistió a conferencias.

Comenzando a publicar
Mientras estaba en Rocky Hill, Connecticut, en el verano de 1849 (entre junio y septiembre), Jaime White comenzó la publicación de La verdad presente, un periódico de 8 páginas de tirada casi mensual. Los últimos números contenían artículos de la pluma de Elena de White presentando cuestiones proféticas del futuro de la iglesia e importantes notas de advertencia y consuelo.
El año 1851 estuvo marcado por la aparición del primer libro de la Sra. White, un trabajo que abarcaba unas 64 páginas titulado: A Sketch of the Christian Experience and Views of Ellen G. White [Una reseña de la experiencia cristiana y las visiones de Elena G. de White]. Este primer documento y su Supplement (1854) se encuentran ahora en las páginas 11-127 del libro Primeros escritos. Los inicios de los periódicos Review and Herald en 1850 y de Youth’s Instructor en 1852, la compra de una prensa manual, luego la publicación de los periódicos en Rochester, Nueva York, durante los años 1852-1855, fueron días extremadamente activos y fatigosos. El dinero escaseaba. La enfermedad y las privaciones contribuyeron a traer angustia y desaliento. Pero habría días más brillantes por venir, y cuando en 1855 los creyentes adventistas en Michigan, invitaron a los White a Battle Creek y prometieron construir una pequeña casa publicadora, las apreturas parecieron comenzar a disminuir.

La mudanza a Battle Creek
En noviembre de 1855, la Asociación Publicadora Review and Herald, con su prensa manual y otros equipos de impresión, se mudó de Rochester, Nueva York, donde tenía sus oficinas alquiladas, a el nuevo edificio levantado en Battle Creek, Michigan, provisto en forma voluntaria por los creyentes adventistas.
Pocos días después que el pastor White y su esposa, y quienes estaban asociados con ellos en la obra de publicaciones, llegaron a Battle Creek, se realizó una reunión de asociación con el propósito de considerar planes para la diseminación del mensaje adventista. Al cierre de esta reunión general, se le revelaron a Elena de White varios asuntos de importancia para la iglesia en general. Estos temas los escribió y leyó en la iglesia de Battle Creek. Los miembros de iglesia reconocieron que este mensaje beneficiaría a todos los grupos de creyentes, así que votaron que se debía publicar. A su debido tiempo salió de la prensa reestablecida un folleto de 16 páginas que llevaba el título, Testimony for the Church [Testimonio para la iglesia] (aparece en el volumen 1 de Testimonies, pp. 113-126), el primero de una serie de escritos que en el transcurso de 55 años totalizó cerca de 5.000 páginas, como aparece publicado en los nueve volúmenes de Testimonies for the Church [Testimonios para la iglesia].
Los registros de los años siguientes muestran al pastor White y su esposa estableciendo la obra de publicaciones y la organización de la iglesia, y viajando de aquí para allá en tren, carruaje y carreta. Es un registro de sufrimiento, de fuertes fríos en largos viajes a través de pueblos establecidos en lugares distantes, y de la protección especial de Dios de muchos peligros. Es un registro con imágenes de desaliento, cuando se dirigían ataques directamente contra la obra, y también de gran aliento, a medida que el poder de Dios producía la victoria en las vidas de los guardadores del sábado y el éxito de la tarea de aquellos que estaban liderando el avance de la causa adventista.

La visión de “el gran conflicto”
En un servicio fúnebre realizado una tarde de domingo en Ohio, en marzo de 1858, en la escuela pública de Lovett’s Grove (actualmente Bowling Green), se le dio a la Sra. White una visión sobre los largos siglos de conflicto entre Cristo y sus ángeles y Satanás y sus ángeles. Dos días después Satanás intentó quitarle la vida, para que ella no pudiera presentar a otros lo que se le había revelado. No obstante, sostenida por Dios para realizar la tarea que se le confió, ella escribió una descripción de las escenas que se le habían mostrado y durante el verano de 1858 se publicó el primer volumen, de 219 páginas, del libro tituladoSpiritual Gifts, The Great Controversy Between Christ and His Angels and Satan and His Angels [Dones espirituales, la gran controversia entre Cristo y sus ángeles y Satanás y sus ángeles]. Este volumen fue bien recibido y sumamente apreciado por su clara exposición de las fuerzas que contienden en el gran conflicto, tocando puntos importantes de la lucha pero tratando más plenamente las escenas finales de la historia de esta tierra. (Véase Primeros escritos, pp. 133-295).

El hogar en Battle Creek
Los diarios de Elena de White de fines de la década de 1850 revelan que no todo su tiempo lo dedicó a escribir y publicar. Las tareas de la casa, el trato amistoso con los vecinos, especialmente aquellos que estaban con necesidades, clamaban por su atención, y ocasionalmente ayudaba a doblar y pegar libros y folletos cuando había mucho trabajo en la oficina de la Review.
Para el otoño de 1860, la familia White sumaba ya seis miembros, con cuatro hijos varones que contaban desde pocas semanas hasta 13 años de edad. No obstante, el niño más pequeño, Herbert, vivió sólo unos pocos meses, su muerte trajo el primer quebrantamiento del círculo familiar. Los esfuerzos culminantes para establecer la iglesia y la organización de asociaciones, sumados a las demandas por escribir mucho, viajar y las tareas personales, ocuparon los primeros años de la década de 1860. El clímax llegó con la organización de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día en mayo de 1863.

La visión de la reforma pro salud
Dos semanas después de esto, Jaime y Elena White visitaron Otsego, Michigan, durante el fin de semana para alentar a los obreros evangélicos del lugar. Mientras el grupo se inclinaba en oración al comienzo del sábado,Elena de White recibió una visión de la relación entre la salud física y la espiritual, de la importancia de seguir principios correctos en la dieta y en el cuidado del cuerpo, y de los beneficios de los remedios naturales –aire limpio, luz solar, ejercicio y agua pura.
Antes de esta visión, poco se pensó o se dedicó a las cuestiones de salud, y varios ministros que estaban sobrecargados se habían visto forzados a la inactividad a causa de la enfermedad. Esta revelación del 6 de junio de 1863, produjo un impacto en los líderes de la iglesia recientemente organizada acerca de la importancia de la reforma pro salud. En los meses siguientes, a medida que se veía al mensaje de salud como parte del mensaje de los Adventistas del Séptimo Día, se inauguró un programa educativo para la salud. Un paso introductorio, en este esfuerzo, fue la publicación de seis folletos de 64 páginas cada uno, titulados Health [Salud] o How to Live [Cómo vivir], compilado por Jaime y Elena White. Un artículo de la Sra. White se incluyó en cada folleto.
La muerte imprevista de Enrique White a la edad de 16 años, la severa enfermedad del pastor Jaime White, que lo forzó a dejar por tres años su tarea, y los sufrimientos de muchos otros ministros, impresionó hondamente a los líderes que vivieron en los primeros días de la iglesia sobre la importancia de la reforma pro salud. A principios de 1866, en respuesta a la instrucción dada a Elena de White en el día de navidad de 1865 (Testimonies for the Church, vol. 1, p. 489), en cuanto a que los Adventistas del Séptimo Día debían establecer un instituto de salud para el cuidado de los enfermos y para impartir instrucción sobre la salud, se realizaron planes para el Instituto de la Reforma de la Salud del Oeste [Western Health Reform Institute] que se abrió en septiembre de 1866. Mientras los White estaban yendo y viniendo de Battle Creek entre 1865 a 1868, la pobre condición física del pastor White los llevó a mudarse a una pequeña granja cerca de Greenville, Michigan. Lejos de las tareas estresantes de las oficinas de la iglesia, Elena de White tuvo la oportunidad de escribir, y retomó la presentación de la historia del conflicto como se le haía mostrado más plenamente en revelaciones posteriores. En 1870, se publicó The Spirit of Prophecy [El Espíritu de Profecía], volumen 1, conteniendo la historia desde la caída de Lucifer en el cielo hasta el tiempo de Salomón. El trabajo con esta serie se interrumpió, y pasaron siete años hasta que salió el siguiente volumen.

La obra se extiende
El éxito de las reuniones campestres Adventistas del Séptimo Día realizadas en Wisconsin y Michigan a fines de la década de 1860, hizo que se realizaran planes más amplios para empresas similares en los años siguientes. Jaime White tuvo una parte activa no sólo en la planificación de estos encuentros sino también en la asistencia a tantas reuniones como la presión de sus tareas administrativas y su decaída salud se lo permitieran. Los largos períodos de sobrecarga laboral y de la lucha durante los días iniciales de la iglesia, la extenuante labor de las tareas editoriales, sumadas a las responsabilidades de la presidencia de la Asociación General y la presidencia de varias juntas institucionales, cobró su cuota sobre su salud. Elena de White acompañaba a su esposo en sus viajes, haciendo plenamente su tarea de predicar y de atención personal, y, cuando el tiempo lo permitía, avanzaba con sus escritos.
El invierno de 1872-1873 encontró a la pareja en California interesada en fortalecer proyectos de la iglesia en la costa del Pacífico. Este fue el primero de varios viajes extensos por el oeste durante los siguientes siete años. El 1 de abril de 1874, se le dio a Elena de White una visión importante mientras estaba en el oeste. En esa visión se abrió ante ella la forma maravillosa en que la tarea de la denominación habría de ampliarse y desarrollarse no sólo en los estados del oeste sino también fuera del país. Pocas semanas después, se realización reuniones campestres en Oakland, California, y como resultado de este esfuerzo público, el pastor White inició el periódico Signs of the Times [Señales de los tiempos].

El Colegio de Battle Creek
En el otoño de 1874, los White estaban de regreso en Michigan, ayudando con el Instituto Bíblico, conduciendo servicios en sábado y asumiendo un papel importante en la fundación del Colegio de Battle Creek. El 4 de enero de 1875, mientras Elena de White estaba de pie ante el grupo que se había reunido proveniente de diferentes estados para dedicar dicho colegio, la primera institución educativa de la denominación, ella relató lo que se le había mostrado en visión hacía pocos días. La imagen que ella presentó de la obra internacional, que debían realizar los Adventistas del Séptimo Día, causó impresión en la asamblea de obreros [empleados de dedicación exclusiva] y creyentes en cuanto a la importancia y la necesidad del colegio. Entre otras cosas, ella habló de que se le habían mostrado casas publicadoras operando en varias tierras y una obra bien organizada desarrollándose en amplios territorios del mundo en los cuales los Adventistas del Séptimo Día, de ese tiempo, nunca habían pensado en entrar.

Escribiendo y viajando
Durante los siguientes años, la mayoría del tiempo de la Sra. White estuvo ocupado en escribir la parte de la historia del conflicto que trataba sobre la vida de Cristo y la obra de los apóstoles. Esto apareció en losvolúmenes 2 y 3 de The Spirit of Prophecy [El Espíritu de Profecía], entre 1877 y 1878. El pastor White estaba muy ocupado en el establecimiento de la Pacific Press [Casa Publicadora Pacífico] en Oakland, California, y en juntar dinero para ampliar el Sanatorio de Battle Creek y el edificio del Tabernáculo en Battle Creek.
Cuando los White visitaron la nueva institución de salud cerca de Santa Elena, California, a comienzos de1878, Elena de White exclamó que ella había visto esos edificios y sus alrededores en la visión en que se le había mostrado los alcances de la obra en la costa oeste. Éste fue el tercer emprendimiento que había visto en la visión de 1874, los otros eran el periódico Signs of the Times [Señales de los tiempos] y la imprenta Pacific. Durante la temporada de reuniones campestres de fines de la década de 1870, Elena de White predicó a varias audiencias numerosas; la más grande fue la congregación de un domingo por la tarde en Groveland, Massachusets, a fines de agosto de 1877, en la que 20.000 personas oyeron su discurso sobre lo que abarcaba la temperancia cristiana. Sus viajes y tareas durante este período la condujeron del este al oeste y hacia el noroeste del Pacífico. Escribió en forma incesante, asistió a sesiones de la Asociación General, cumplió con sus compromisos como oradora en reuniones campestres y en iglesias, apareció ante grupos pro temperancia, e incluso cumplió con compromisos en pueblos y prisiones estatales. La decaída salud del pastor White lo llevó a viajar a Texas durante el invierno de 1878-1879. Fue allí donde Arturo Daniells, que en años posteriores sirvió como presidente de la Asociación General, y su esposa, María, se unieron a la familia White, el joven Arturo como compañero y enfermero del pastor White y María como cocinera y ama de llaves.

La muerte de Jaime White
Había momentos, durante los dos años siguientes, en que el pastor White estaba razonablemente saludable y era capaz de continuar con su tarea. Pero los largos períodos de sobrecarga mental y física habían disminuido sus fuerzas vitales, y murió en Battle Creek el 6 de agosto de 1881. Parada al lado del cajón de su esposo en el servicio fúnebre, Elena de White rogaba por sí misma para continuar la obra que se le había confiado.
Pronto, Elena de White estuvo otra vez en la costa del Pacífico, sintiendo profundamente la pérdida de su compañero, pero activamente comprometida en la escritura de su cuarto y último volumen de la serie The Spirit of Prophecy [El Espíritu de Profecía]. La historia del conflicto desde la destrucción de Jerusalén hasta el final del tiempo aparecía en este volumen largamente esperado. Cuando salió de la imprenta en 1884, el libro fue bien recibido. Se publicó una edición ilustrada para la venta casa por casa y que llevaba el título The Great Controversy Between Christ and His Angels and Satan and His Angels [La gran controversia entre Cristo y sus ángeles y Satanás y sus ángeles]. En el lapso de tres años se vendieron 50.000 copias.

Elena de White visita Europa
Por algún tiempo la Asociación General había estado pidiendo a la Sra. White y a su hijo, W. C. White, que visitara las misiones en Europa. Mientras ella se preparaba para el viaje, algunos que estaban cerca de ella pensaban que por su condición física el viaje sería imposible. No obstante, obediente a lo que consideraba un deber, se embarcó en el viaje y se le dio la salud necesaria. Dedicó a las ciudades europeas, el tiempo que va desde el otoño de 1885 hasta el verano de 1887.
Desde Basel, Suiza, donde se ubicaban entonces las oficinas de la obra de la Iglesia Adventista en Europa, la Sra. White realizó viajes a Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, Dinamarca, Noruega y Suecia. De interés particular fueron dos viajes a los valles valdenses en Italia, donde ella visitó lugares que había visto en visión en relación con los siglos del oscurantismo y la Reforma.
Tanto en Basel, Suiza como en Christiana (actualmente Oslo), Noruega, Elena de White reconoció las prensas para impresión como aquellas que se le habían mostrado en la visión del 3 de enero de 1875, cuando ella vio muchas prensas operando en tierras lejanas fuera de Estados Unidos. El consejo dado por Elena de White a los obreros [empleados de dedicación exclusiva] de la iglesia en Europa significaron mucho para la fijación de normas y planes correctos.

El conflicto de los siglos y Patriarcas y profetas
Debido a la demanda por la traducción del volumen 4 de The Spirit of Prophecy a los idiomas europeos, Elena de White sintió que debía escribir en forma más completa las escenas de la controversia que mencionaban los lugares vistos en Europa. El resultado fue el libro que actualmente se conoce como The Great Controversy [El conflicto de los siglos], que se publicó por primera vez en 1888.
De regreso en los Estados Unidos, Elena de White fijó su residencia en Healdsburg, California, pero asistió a la sesión de la Asociación General de 1888 en Minneapolis, Minnesota. En los meses siguientes viajó y predicó buscando la unidad de la iglesia sobre la doctrina de la justificación por la fe. Durante ese mismo período trabajó en el libro Patriarcas y profetas, que apareció en el año 1890.

El llamado a Australia
En la sesión de la Asociación General de 1891, se le presentó a la Sra. White un llamado urgente para visitar Australia para dar consuelo y ayuda a la obra de la iglesia en esa región pionera. Respondiendo a ese llamado, llegó a Australia en Diciembre de 1891, acompañada por su hijo, el pastor W. C. White, y varios de sus ayudantes. Su presencia en Australia fue muy apreciada por los nuevos creyentes, y sus mensajes de consuelo en relación con la obra en desarrollo, contribuyó mucho en establecer firmemente los intereses denominacionales en este continente del sur. De nuevo, durante su visita a la casa publicadora de la iglesia en Australia, la Sra. White reconoció los equipos de impresión como aquellos que se les había mostrado en la visión de enero de 1875.
No mucho después de su llegada, Elena de White vio claramente la necesidad urgente de una institución de enseñanza en Australia, para que los jóvenes Adventistas del Séptimo Día puedan ser educados en un ambiente cristiano, y así los obreros [empleados de dedicación exclusiva] puedan entrenarse para servir a su país y en los territorios de las islas. En respuesta a sus fuertes llamados, se abrió una escuela bíblica en la ciudad de Melbourne, Australia, en 1892. La escuela operaba en oficinas alquiladas por dos años, pero durante ese tiempo los escritos fervientes y los llamados orales de la Sra. White señalaron que el plan de Dios requería de una escuela ubicada en un ambiente rural.

El Colegio de Avondale
Cuando Dios indicó claramente su aprobación de la propiedad, se aseguró la compra del terreno de Avondale. Entonces, para dar aliento a aquellos que estaban en esta empresa pionera, la Sra. White compró un buen lote en la vecindad e hizo allí su hogar cerca de la nueva escuela. Esta escuela, indicó Dios, sería un modelo de lo que debería ser la educación Adventista.
Con el propósito de que la obra que se desarrollaba en Australia fuera administrada apropiadamente, en 1894 se organizó el territorio en una unión asociación. La primera unión asociación en la historia de los Adventistas del Séptimo Día. Alguien que tuvo una parte en la administración de la obra en la unión asociación recientemente organizada, fue el pastor A. G. Daniells, quien, con su esposa, habían sido enviados a Nueva Zelanda en 1886 como misioneros. Su relación con la Sra. White, y la aceptación de sus consejos a medida que enfrentaba los problemas administrativos del campo de trabajo, ayudaron a prepararlo para la gran tarea que se le confió cuando, después de la sesión de la Asociación General de 1901, fue elegido como presidente de la Asociación General.

Inicio de la obra médica
Tan pronto como la obra educativa había comenzado a ir bien en Avondale, llegaron llamados para establecer un programa médico misionero. Para esto Elena de White no sólo dio un fuerte apoyo moral sino que contribuyó liberalmente con sus limitados medios para ayudar a hacer posible un sanatorio. De hecho, casi cada edificio de iglesia y cada línea de emprendimiento que se inició durante los nueve años de la residencia de la Sra. White en Australia, se benefició con su apoyo financiero.
Además de las diversas actividades en la obra local de este campo pionero, la Sra. White encontró tiempo para escribir miles de páginas con consejos oportunos que cruzaron los mares y guiaron a líderes denominacionales. También preparó artículos semanalmente para los periódicos Review, Signs y Youth’s Instructor. Este cronograma apretado retrasó mucho su obra de publicar libros, y no fue sino hasta 1898 que El Deseado de todas las gentes terminó de completarse e hizo su aparición. El discurso maestro de Jesucristo lo precedió por dos años, y Lecciones prácticas del Gran Maestro [o Palabras de vida del Gran Maestro] y el tomo 6 de Testimonies for the Church [Testimonios para la iglesia] siguieron en 1900.

Alcanzar a los afro-americanos
En 1891, Elena de White apeló a los líderes de la iglesia para que comenzaran una labor de educación y evangelismo en pro de la raza negra en el sur de Estados Unidos. Tres años después, uno de sus hijos,Jaime Edson White, construyó un barco, Río Mississippi, y lo usó por cerca de una década como una misión flotante para los negros en Mississippi y Tennessee. En 1895 y 1896, la Sra. White escribió artículos en la Review and Herald continuando con llamados de urgencia para realizar esfuerzos por los negros en el sur, y de tiempo en tiempo enviaba, desde Australia, mensajes de consuelo y aliento a los obreros [empleados de la denominación] de ese campo. Dio un fuerte apoyo para el establecimiento del Colegio de Oakwood (Oakwood University), en Huntsville, Alabama, que fue fundado con el propósito de educar a los jóvenes Afro-Americanos. En 1904 dio un discurso a los estudiantes y maestros, diciendo que “fue el propósito de Dios que la escuela se ubicara aquí”. A lo largo de los años restantes de su vida, mantuvo un profundo interés y preocupación por la obra de la iglesia entre los negros en los Estados del sur.

El regreso a los Estados Unidos
Un día en 1900, Elena de White sorprendió a su familia y obreros asociados diciéndoles que recibió instrucción divina durante la noche de que debía regresar a América. Desde el punto de vista de la obra en Australia parecía un momento muy importuno para partir, pero Uno cuyos ojos velan sobre los destinos de la iglesia como un todo y conoce el futuro, sabía bien la necesidad de su presencia en los Estados Unidos durante la crisis que vendría en los primeros años del nuevo siglo.
Fijando su hogar en Elmshaven, a pocos kilómetros de la ciudad rural de Santa Elena, en el norte de California, Elena de White dedicó los 15 años restantes de su vida a la preparación de libros, a escribir, en la realización de trabajos personales y a viajar. Tan pronto como estuvo establecida en Santa Elena recibió un llamado para asistir a la sesión de la Asociación General de 1901 en Battle Creek, Michigan.
En esta reunión importante, ella firmemente llamó a una reorganización de la obra de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, para que los intereses de expansión de la iglesia pudieran ser atendidos adecuadamente. Los delegados respondieron a su llamado, desarrollando e implementando un plan de reorganización, abriendo el camino para una amplia distribución de las crecientes responsabilidades que, en ese tiempo, sólo llevaban unos pocos hombres. Ellos adoptaron el plan de la Asociación General y asociaciones locales, y acomodaron los departamentos de la Asociación General. Estos pasos abrieron el camino para una gran expansión y desarrollo de la obra de la iglesia.
Dos años más tarde, las oficinas de la Asociación General y el trabajo de la Asociación Publicadora Review and Herald fueron trasladadas de Battle Creek, y en armonía con los consejos de Elena de White de que debían estar cerca de la costa este, fueron establecidas en Takoma Park, Maryland, un suburbio de Washington, D. C. En ese momento la Sra. White dejó su hogar en California y se mudo a Takoma Park. Por cerca de cinco meses, ella continuó su obra allí. La presencia de la Sra. White en las oficinas centrales de la denominación ayudaron a mantener la confianza en la decisión de mudarla al este.

Los atareados años finales
A fines de 1905El ministerio de curación, un libro que trata sobre la salud del cuerpo, la mente y el espíritu, salió de la prensa. La educación se había publicado en 1903, y dos volúmenes de Testimonies for the Church, el 7 y el 8, fueron lanzados en 1902 y 1904 respectivamente.
Durante su estadía en Washington, la Sra. White alentó a los obreros de la iglesia en el sur de California a que buscaran un propiedad para el sanatorio de Loma Linda, y llamó a la apertura de la obra de educación para formar médicos misioneros en la costa del Pacífico. Durante los años siguientes, Elena de White interrumpió frecuentemente su labor con los libros para viajar a Loma Linda y así alentar a los obreros de ese lugar, y también al Sanatorio de Paradise Valley cerca de San Diego, que había ayudado a fundar en 1903.
A la edad de 81 años, Elena de White viajó otra vez a Washington, para asistir a la sesión de la Asociación General en 1909. En las reuniones habló varias veces con voz clara y firme. Después de estas reuniones, cumpliendo un deseo largamente acariciado en su corazón, visitó su antiguo hogar en la ciudad de Pórtland, Maine. Allí ofreció nuevamente su testimonio en aquel histórico lugar donde su obra había comenzado unos 65 años antes. Éste fue su último viaje a los estados del este, y dejó una impresión perdurable y vívida en los Adventistas del Séptimo Día que la oyeron hablar o la encontraron en la sesión de la Asociación General.
Cuando Elena de White regresó a Elmshaven, dándose cuenta que le quedaban pocos días, intensificó sus esfuerzos por producir libros que presentaran la instrucción esencial para la iglesia. En 1909 se publicó elvolumen 9 de Testimonies for the Church. En 1911 apareció Hechos de los apóstoles. En 1913, salióConsejos para los maestros, y en 1914 se terminó el manuscrito de Obreros evangélicos que fue enviado a la prensa. Los activos meses finales de la vida de la Sra. White fueron dedicados al libro Profetas y reyes.
En la mañana del 13 de febrero de 1915, mientras Elena de White ingresaba a su cuarto de estudio en Elmshaven, se resbaló y calló, y fue incapaz de levantarse. Se la ayudó pero pronto quedó claro que el accidente era serio. Un examen de rayos X mostró una fractura de su cadera izquierda, y por cinco meses la Sra. White fue confinada a su cama o a su silla de ruedas.
Sus palabras a amigos y familiares durante las últimas semanas de su vida mostraban sentimientos de gozo, un sentido de haber realizado fielmente la obra que Dios le había confiado, y una confianza en que la causa de la verdad triunfaría finalmente.
La vida de Elena de White llegó a su fin el 16 de julio de 1915, a la edad de 87 años. Sus restos descansan al lado de los de su esposo en el Cementerio de Oak Hill, Battle Creek, Michigan.

Elena de White vivió para ver crecer el movimiento adventista de un puñado de creyentes a una membresía mundial de 136.879 que para el año 2007 han excedido los 15 millones.


Fuente: CentroWhite.uapar.edu / WhiteState.org
Autor: 
Arturo L. White (1907-1991) fue secretario / director del White Estate (Patrimonio White) desde 1937 hasta 1978. Sucedió a su padre, William C. White , quien era hijo de Elena G. de White y que había logrado la herencia de su madre desde su muerte en 1915 hasta su muerte en 1937. 
Nota: 
Originalmente publicado el 1 de diciembre de 2007 por uno de los blogs que posteriormente conformaron Ojo Adventista.
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