viernes, 28 de septiembre de 2012

Una exhortación a la economía



No debería manifestarse extravagancia en la construcción de hogares lujosos, en la adquisición de muebles costosos, en la compra complaciente de vestidos mundanos, o en el consumo de alimentos exquisitos; en cambio al hacer todas nuestras cosas pensemos en las almas por quienes Cristo ha muerto. Hagamos morir el egoísmo y el orgullo. Que nadie continúe gastando recursos en multiplicar fotografías para enviar a los amigos. Ahorremos cada peso que podamos ahorrar, para que los encantos incomparables de Cristo puedan presentarse a las almas que perecen. 

Satanás sugerirá muchas formas como podéis gastar el dinero. Pero si éste es gastado en la complacencia de sí mismo -y en cosas innecesarias, no importa cuán bajo sea su costo-, no es gastado para la gloria de Dios. Consideremos bien este asunto y veamos si estamos negándonos a nosotros mismos en la forma como deberíamos hacerlo. ¿Estamos realizando sacrificios a fin de enviar la luz de la verdad a los perdidos?. . . 

En la iglesia debiera haber un solo interés; un solo deseo debería controlar a todos: el deseo de conformarse a la imagen de Cristo. Cada uno debería esforzarse para hacer por Jesús todo lo que le sea posible, mediante el esfuerzo personal, los donativos y el sacrificio. Debiera haber alimento en la casa del Señor, y esto significa una tesorería llena a fin de contestar los llamados macedónicos que se reciben de todas partes. Cuán lamentable es que nos veamos obligados a decir a los que claman pidiendo ayuda: "No podemos enviarles hombres o dinero. Tenemos una tesorería vacía". 

Que todas las monedas de cinco centavos, de diez centavos y los pesos que se pierden para la causa debido al amor egoísta del placer, a causa del deseo de alcanzar las normas dadas por el mundo, mediante el amor al ocio, sean dirigidos hacia el conducto que fluye hacia la tesorería de Dios. Son los pequeños arroyos que se unen los que finalmente constituyen un río. Seamos cristianos concienzudos y obreros juntamente con Dios. . . 

Hay que abrir nuevos campos de trabajo, hay que añadir almas a la fe, nuevos nombres deben aparecer en los registros de la iglesia -nombres que también aparecerán en los registros inmortales del cielo. ¡Ojalá que comprendiésemos lo que podría hacerse con el dinero gastado en la gratificación del yo!- RH, enero 27, 1891. 

Un socio en la firma de Dios 

La causa de Dios mantiene una exigencia continua. Por lo tanto, la laboriosidad se requiere de parte de todos, encumbrados y humildes, ricos y pobres, a fin de devolver a Dios los réditos debidos, para que haya "alimento" en su casa, y puedan ser sostenidos los siervos a quienes él ha llamado a la obra de comunicar la verdad a un mundo que perece. 

Dios no sólo requiere el diezmo, sino también pide que todo lo que poseemos sea usado para su gloria. No debemos ser derrochadores, porque los bienes que poseemos son propiedad de Dios. Ni un peso, ni un centavo, son nuestros. El malgastar el dinero en lujos priva a los pobres de los recursos necesarios con los que podría proporcionárseles alimento y ropa. Lo que se gasta en la gratificación del orgullo en el vestir, en casas, en muebles y en decoraciones, aliviaría las aflicciones de muchas familias necesitadas y afligidas. Los mayordomos de Dios deben ministrar a los necesitados. Esto es el fruto de la religión pura e incontaminada. El Señor condena a los hombres por la satisfacción de su complacencia egoísta mientras sus semejantes sufren por falta de alimento y ropa. . . 

El Señor pide a cada uno de sus hijos que haga brillar la luz del cielo -la luz del amor sin egoísmo del Señor- en medio de las tinieblas de esta época degenerada. Si él ve que lo reconocéis como el dueño de vosotros mismos y de todas vuestras posesiones, si él ve que utilizáis los medios que os ha confiado como mayordomos fieles, registrará vuestros nombres en los libros del cielo como obreros juntamente con él, como socios en su gran firma, para trabajar en bien de vuestros semejantes. Y en el día final experimentaréis gozo al ver que los recursos utilizados sabiamente para ayudar a otros han hecho que mediante vosotros el nombre de Dios sea alabado.- RH, dic. 8, 1896. 

El cuidado de los centavos 

Quisiera impresionar a cada mente para que comprenda la tremenda pecaminosidad de gastar el dinero del Señor en necesidades imaginarias. El gasto de sumas que parecen pequeñas puede desencadenar una serie de circunstancias que se proyectarán hasta la eternidad. Cuando se realice el juicio y se abran los libros, se os presentará el lado desventajoso: el bien que habríais podido hacer con los centavos acumulados y las sumas mayores que fueron empleadas únicamente con propósitos egoístas. . . 

Jesús no requiere del hombre ningún verdadero sacrificio, porque lo único que se nos pide que abandonemos son las cosas que nos harían mejor si no las tuviésemos. Debemos abandonar sólo lo más pequeño, lo que tiene menos valor, para tener lo que es más grande y más valioso. Toda consideración terrena y temporal debe subordinarse a lo que es más elevado.- RH, agosto 11, 1891.  

Entonces el mensaje irá con más poder 

El pueblo de Dios debería practicar una estricta economía en sus gastos, a fin de tener algo para llevar a Dios, diciendo: "De lo recibido de tu mano te damos" "(1 Crón. 29: 14). En esta forma su pueblo debe expresarle su agradecimiento por las bendiciones recibidas de él. Así es también como pueden hacerse tesoros junto al trono de Dios. 

Los mundanos gastan en ropa cuantiosas sumas de dinero que deberían utilizarse para alimentar y vestir a los que pasan hambre y sienten frío. Muchos por quienes Cristo dio su vida apenas tienen lo suficiente de lo que es más barato, la ropa más ordinaria, mientras otros gastan miles de dólares en sus esfuerzos por satisfacer las interminables exigencias de la moda. 

El Señor ha ordenado a su pueblo que salga del mundo y viva separado de él. La ropa llamativa o cara no sienta bien a los que creen que estamos viviendo en los últimos días del tiempo de gracia. El apóstol Pablo ha escrito: "Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda. Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad" "(1 Tim. 2: 8-10). 

Aun entre los que profesan ser hijos de Dios hay quienes gastan en ropa más de lo que es necesario. Deberíamos vestirnos pulcramente y con buen gusto, pero, hermanas mías, cuando compráis y confeccionáis vuestra propia ropa y la de vuestros hijos, pensad en la obra que todavía espera ser hecha en la viña del Señor. Es correcto comprar buenos materiales y confeccionarlos bien. Pero los adornos exuberantes son innecesarios, y usarlos es gastar en la gratificación de sí mismo el dinero que debería colocarse en la causa de Dios. 

No es vuestro vestido el que os da valor ante la vista del Señor. Dios valora el adorno interior, las gracias del Espíritu, la palabra bondadosa, la consideración hacia los demás. Privaos de los adornos superfluos y apartad el dinero así ahorrado para el adelantamiento de la causa de Dios. Aprended la lección de la abnegación y enseñadla a vuestros hijos. Todo lo que pueda ahorrarse practicando la abnegación se necesita ahora en la obra que debe realizarse. Hay que aliviar a los que sufren, hay que vestir a los desnudos, hay que alimentar a los hambrientos; la verdad para este tiempo debe ser proclamada a los que no la conocen. Negándonos lo que no necesitamos, podemos participar en la gran obra de Dios. 

Somos testigos de Cristo y no debemos permitir que los intereses mundanos absorban nuestro tiempo y atención a tal punto que no tomemos en cuenta las cosas que Dios ha dicho que deben ocupar el primer lugar. Hay en juego intereses superiores. "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia" "(Mat. 6: 33). Cristo se dio por entero a la obra que había venido a realizar, y él nos ha dicho: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" "(Mat. 16: 24). "Y seáis así mis discípulos" "(Juan 15: 8). 

Cristo se entregó voluntaria y gozosamente a la realización de la voluntad de Dios. Fue obediente hasta la muerte, y hasta la muerte en la cruz. ¿Deberíamos encontrar difícil negarnos a nosotros mismos? ¿Deberíamos apartarnos para no participar de sus sufrimientos? Su muerte debería conmover cada fibra de nuestro ser y disponernos a consagrar a su obra todo lo que poseemos y lo que somos. Al pensar en lo que él ha hecho por nosotros nuestros corazones deberían llenarse de amor. 

Cuando los que conocen la verdad practiquen la abnegación ordenada en la Palabra de Dios, el mensaje se proclamará con poder. El Señor oirá nuestras oraciones en favor de la conversión de las almas. El pueblo de Dios dejará brillar su luz y los incrédulos al ver sus buenas obras, glorificarán a nuestro Padre celestial. Relacionémonos con Dios en términos de una obediencia manifestada con abnegación.- RH, dic. 1, 1910. 

Progreso a pesar de la pobreza 

Al comienzo éramos sólo unos pocos los que debíamos llevar adelante la obra, y era muy necesario que tuviésemos unidad de pensamiento a fin de promover la obra con orden y uniformidad. Cuando comprendimos la importancia de estar en unidad de fe, nuestras oraciones fueron contestadas, y también fue contestada la oración de Cristo en la que pidió que fuésemos uno así como él era uno con el Padre. Estábamos tan privados de recursos así como lo estáis vosotros aquí en estos reinos,y con frecuencia pasamos hambre y sufrimos de frío por falta de ropa abrigada. Pero comprendimos que la verdad debía avanzar y que debíamos tener recursos para promoverla. Luego buscamos al Señor fervorosamente para que él abriera el camino a fin de que pudiésemos alcanzar a la gente en las diferentes ciudades y pueblos. Mi esposo y yo tuvimos que trabajar con nuestras manos para obtener dinero a fin de trasladarnos de un lugar a otro con el propósito de abrir los tesoros de la fe a los demás. Pudimos ver que el Señor del cielo estaba preparando el camino delante de nosotros en la obra. (Nota: * Escrito en Europa.) 

Mi esposo trabajó acarreando piedras hasta que se estropeó la piel de sus dedos y emanó sangre de las heridas a fin de obtener recursos para trasladarnos de un lugar a otro con el propósito de hablar a la gente acerca de la verdad. Así fue como la obra se llevó a cabo en un comienzo y ahora nuestras peticiones deben ascender hacia el Dios del cielo tal como lo hicieron entonces, para que él abra el camino, y la verdad llegue a los corazones. El oro y la plata son del Señor. El ganado que pasta en mil colinas le pertenece; pero él quiere que avancemos por fe tan lejos y con tanta rapidez como podamos. El Señor bendecirá a los que hagan lo mejor posible de acuerdo con sus habilidades. . . 

Cuando se abrieron las Escrituras en los valles del Piamonte, la verdad fue llevada por los que eran muy pobres en bienes de este mundo. Los que poseían la verdad bíblica no tenían libertad para enseñarla a la gente; no podían llevar la Biblia a los hogares; de manera que fueron como mercaderes vendiendo productos, y llevando porciones de la Biblia con ellos, y cuando veían que era conveniente leían de las Escrituras; y en esta forma recibían luz los que sentían hambre por la verdad. Con sus pies desnudos y sangrantes, esos hombres viajaron sobre las rocas duras de las montañas a fin de alcanzar a las almas y abrirles las palabras de vida. Quisiera que ese mismo espíritu que animó a esos misioneros estuviese en el corazón de cada uno que profesa la verdad en este tiempo. 

Todos podemos hacer algo si ocupamos la posición que Dios desea que ocupemos. Cada esfuerzo realizado por iluminar a otros nos pone más en armonía con el Dios del cielo. Si os sentáis a lamentaros diciendo: "A duras penas puedo sostener a mi familia", nunca haréis nada; pero si decís: "Haré algo por la verdad; la veré progresar; haré lo que pueda", entonces Dios abrirá el camino para que podáis hacer algo. Deberíais invertir en la causa de la verdad a fin de sentir que formáis parte de ella. 

Dios no requiere de la persona a quien ha dado un talento que le devuelva los intereses equivalentes a diez talentos. Recordad que fue el poseedor de un talento el que lo envolvió y lo ocultó en la tierra. Deberíais usar el talento, la influencia y los recursos que Dios os ha dado para que desempeñéis una parte en su obra.- RH, julio 8, 1890. 

Para un Estudio Adicional 

Cultivando un espíritu de abnegación, JT 3, 349. 

Un ruego a causa del dinero gastado innecesariamente, 9 T 54, 55. 

Joyas y vestidos dispendiosos, MC 219, 220. 

Nunca se nos exige un verdadero sacrificio, MC 376. 

Economía y no tacañería ni mezquindad, MC 157. 

"Recoged los pedazos", MC 159. 

El ejemplo de los pioneros, 7 T 216, 217. 

Cuando se viaja, 5 T 400. 

Enviaron sus tesoros adelante de ellos, 1 T 191, 192. 

Ahorrando mediante actos de sacrificios, JT 3, 358. 

Los obreros deben disminuir los gastos, 4 T 299. 

Si la conciencia estuviera despierta, testificaría contra los gastos inútiles, JT 1, 381. 

Enseñando la economía en el hogar, JT 3, 73, 74. 

Enseñando a los jóvenes el uso del dinero, JT 2, 472. 

Preguntando: "¿Servirá un artículo menos caro?", 4 T 511. 

Un espíritu de servicio voluntario y gozosa abnegación, PR 46, 47. 

¿El dar es un privilegio o una carga? 1 T 170. 

Los que son económicos por principio, 4 T 453


Por
Elena G. de White, Consejos sobre mayordomía cristiana, capítulo 58.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Elena G. de White y el vegetarianismo


Mientras que en muchas ocasiones han surgido en nuestros debates seno a intensas sobre el uso de la carne en nuestra dieta, y estos debates a menudo tienen el más establecido Ellen White como la "última palabra" sobre esta cuestión, debe leer lo escrito a continuación, que se publica en el sitio web oficial de White Center, un organismo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día se centra en dos preguntas: ¿cuál es el punto de equilibrio de Ellen White sobre la cuestión de la carne como alimento y la base de nuestra posición en el cerdo.


1º . ¿Ellen White comió carne incluso después de su visión sobre la reforma de salud en el año 1863?


Ellen White no afirmó que después de su visión sobre la salud en el año 1863 nunca comía carne. Antes de la visión que cree "era dependiente de una dieta de la mezcla de carne de energía". Debido a su frágil condición, especialmente por su predisposición a punto de desmayarse cuando estaba débil y mareada, ella pensó que la carne era "indispensable". De hecho, en ese momento ella era "un gran comedor de carne"; carne era su "principal artículo de comida."


Pero ella obedeció la luz que lo hubiera hecho. Tomó la carne de su "lista de compras" de inmediato, y esto dejó de ser una parte regular de su dieta. Ella practicó los principios que enseñó a los demás, como el que debemos utilizar de la mejor comida disponible. Cuando fuera de casa, viajando como acampar mucho en mal estado, inventada décadas antes de las comidas fáciles de preparar, encontrar una dieta adecuada era a menudo difícil. No siempre pueden obtener lo mejor, por cualquier razón, a veces se optó por bueno - mejor que pudimos conseguir dadas las circunstancias.


Ellen White no era dogmática sobre la carne. En 1895 escribió: "Nunca pensé que mi deber decir que nadie debería probar carne bajo ninguna circunstancia .... Decir que esto llevaría a un punto extremo Nunca sentí que mi deber hacer declaraciones radicales Dijo que dijo.. bajo el instinto del deber, pero han sido cauto en mis declaraciones porque no quiero dar a nadie la oportunidad de formar conciencia a otro "- (Consejos sobre el Régimen Alimenticio, pág 462, 463.).


En los intentos modernos para entender la historia, el pasado es a menudo juzgada por esto, sobre todo por lo involuntario. La gente del pasado debe ser juzgado en el contexto de sus circunstancias, no el nuestro. En una época en que no había refrigeración, al conseguir frutas y verduras frescas dependía del lugar donde vivían y la época del año en que los sustitutos de la carne rara vez se obtuvieron antes de la introducción de la mantequilla de maní y cereales deshidratados (a mediados de los 1890), o en algunas ocasiones comían carne o no comer nada. Hoy en día, más a menudo la carne es raramente una necesidad.


Mientras que en Australia, fue tan lejos como para prohibir "absolutamente la carne de mi escritorio." Durante un tiempo, ella había permitido que un poco de carne se servía a los empleados y miembros de la familia. A partir de entonces (enero de 1894), se entiende que "si estoy en casa o de viaje, nada de esto debería ser utilizado por mi familia, o venir a mi mesa" (ibid., p. 488). Muchas de las declaraciones más fuertes de Ellen White en contra de la carne fueron escritos después de haber renovado su compromiso con la abstinencia total en 1894.


Las visiones principales de la salud de Elena de White en 1863 y 1865, cubre todos los aspectos del mensaje de la reforma de salud que le hizo hincapié a la muerte. Cambios en cierto énfasis en los últimos años perfeccionando sólo los principios, ellos no sumar o restar nada. A medida que pasa el tiempo, incluso los profetas debe tomar tiempo para asimilar los principios revelados - tiempo para la teoría se convierte en práctica en su propia vida. Ella siempre mantuvo el principio, tanto en la práctica como en la enseñanza, que todo aquel que está comprometido con la verdad los hará cambiar de malo a bueno, de bueno a mejor, y mejor para el ideal. Tal fue su experiencia.


¿Y qué acerca de su aparente inversión en el tema de comer carne de cerdo? En 1858 ella escribió a los Haskells (hermano y hermana) en una serie de artículos, regañando a usted por insistir en que se debe hacer una "prueba" por comer carne de cerdo: "Vi que sus ideas sobre la carne de cerdo no si sería perjudicial para retener para sí, sino en su juicio y opinión, los hermanos han hecho de esta cuestión una prueba de Dios .... Si encontramos que encajar su pueblo se abstenga de carne de cerdo, Él los convencerá sobre . Si .... deber de la iglesia abstenerse de la carne de cerdo, Dios revelará más de dos o tres personas que Él le enseñará a su iglesia con su deber "- (Testimonies, tomo 1, pp. . 206, 207).


En vista de la reforma de salud del 6 de junio de 1863, se reveló una extensa lista de principios de salud. Al año siguiente se publicó un capítulo de cincuenta páginas titulado "Salud" en Spiritual Gifts, vol. 4 º. En referencia a la carne de cerdo, dijo: "Dios nunca diseñó los cerdos que se consumen en cualquier circunstancia" (p. 124), y en sus libros posteriores se siguió haciendo hincapié en las consecuencias nocivas del consumo de la carne de cerdo.




2 º. ¿Cómo se explica este cambio en los conceptos de Elena G. de White entre 1858 y 1863?
En primer lugar, no se había recibido ninguna luz de Dios en la carne de cerdo antes de 1863. Su visión en 1858 no ha informado si fue correcta o incorrecta de comer carne de cerdo. Lo que hice fue dejar este hermano creando división entre los adventistas que hacer una prueba de la cuestión en ese momento. En segundo lugar, dejó abierta la posibilidad de que el consumo de carne de cerdo debe ser gobernado por el pueblo de Dios, Él, en Su propio tiempo, "enseñar a su iglesia con su deber." Cuando la visión realmente vino, casi cinco años después, toda la iglesia entiende claramente el tema y nunca fue dividida en esta cuestión.


Adaptado de Herbert E. Douglass, Mensajera del Señor: El ministerio profético de Elena G. Blanco (Tatuí, São Paulo: Casa Publicadora de Brasil, 2001), p. 157, 158, 312-319.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Los Estados Unidos en la Profecía


"FUE abierto el templo de Dios en el cielo, y fue vista en su templo el arca de su pacto." (Apocalipsis 11: 19, V.M.) El arca del pacto de Dios está en el lugar santísimo, en el segundo departamento del santuario. En el servicio del tabernáculo terrenal, que servía "de mera representación y sombra de las cosas celestiales," este departamento sólo se abría en el gran día de las expiaciones para la purificación del santuario. Por consiguiente, la proclamación de que el templo de Dios fue abierto en el cielo y fue vista el arca de su pacto, indica que el lugar santísimo del santuario celestial fue abierto en 1844, cuando Cristo entró en él para consumar la obra final de la expiación. Los que por fe siguieron a su gran Sumo Sacerdote cuando dio principio a su ministerio en el lugar santísimo, contemplaron el arca de su pacto. Habiendo estudiado el asunto del santuario, llegaron a entender el cambio que se había realizado en el ministerio del Salvador, y vieron que éste estaba entonces oficiando como intercesor ante el arca de Dios, y ofrecía su sangre en favor de los pecadores. 

El arca que estaba en el tabernáculo terrenal contenía las dos tablas de piedra, en que estaban inscritos los preceptos de la ley de Dios. El arca era un mero receptáculo de las tablas de la ley, y era esta ley divina la que le daba su valor y su carácter sagrado a aquélla. Cuando fue abierto el templo de Dios en el cielo, se vio el arca de su pacto. En el lugar santísimo, en el santuario celestial, es donde se encuentra inviolablemente encerrada la ley divina -la ley promulgada por el mismo Dios entre los truenos del Sinaí y escrita con su propio dedo en las tablas de piedra. 

La ley de Dios que se encuentra en el santuario celestial es 487 el gran original del que los preceptos grabados en las tablas de piedra y consignados por Moisés en el Pentateuco eran copia exacta. Los que llegaron a comprender este punto importante fueron inducidos a reconocer el carácter sagrado e invariable de la ley divina. Comprendieron mejor que nunca la fuerza de las palabras del Salvador: "Hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni un tilde pasará de la ley." (S. Mateo 5: 18, V.M.) Como la ley de Dios es una revelación de su voluntad, un trasunto de su carácter, debe permanecer para siempre "com testigo fiel en el cielo." Ni un mandamiento ha sido anulado; ni un punto ni un tilde han sido cambiados. Dice el salmista: "¡Hasta la eternidad, oh Jehová, tu palabra permanece en el cielo!""Seguros son todos sus preceptos; establecidos para siempre jamás." (Salmos 119: 89; 111: 7, 8, V.M.) 

En el corazón mismo del Decálogo se encuentra el cuarto mandamiento, tal cual fue proclamado originalmente: "Acordarte has del día del Sábado, para santificarlo. Seis días trabajarás, harás toda tu obra; mas el séptimo día será Sábado a Jehová tu Dios: no hagas obra ninguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija; ni tu siervo, ni tu criada; ni tu bestia, ni tu extranjero, que está dentro de tus puertas: porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay; y en el día séptimo reposó: por tanto Jehová bendijo el día del Sábado, y lo santificó." (Éxodo 20: 8-11, Versión Valera de la S.B.A.) 

El Espíritu de Dios obró en los corazones de esos cristianos que estudiaban su Palabra, y quedaron convencidos de que, sin saberlo, habían transgredido este precepto al despreciar el día de descanso del Creador. Empezaron a examinar las razones por las cuales se guardaba el primer día de la semana en lugar del día que Dios había santificado. No pudieron encontrar en las Sagradas Escrituras prueba alguna de que el cuarto mandamiento hubiese sido abolido o de que el día de reposo hubiese cambiado; la bendición que desde un principio santificaba el séptimo día no había sido nunca revocada. Habían procurado 488 honradamente conocer y hacer la voluntad de Dios; al reconocerse entonces transgresores de la ley divina, sus corazones se llenaron de pena, y manifestaron su lealtad hacia Dios guardando su santo sábado. 

Se hizo cuanto se pudo por conmover su fe. Nadie podía dejar de ver que si el santuario terrenal era una figura o modelo del celestial, la ley depositada en el arca en la tierra era exacto trasunto de la ley encerrada en el arca del cielo; y que aceptar la verdad relativa al santuario celestial envolvía el reconocimiento de las exigencias de la ley de Dios y la obligación de guardar el sábado del cuarto mandamiento. En esto estribaba el secreto de la oposición violenta y resuelta que se le hizo a la exposición armoniosa de las Escrituras que revelaban el servicio desempeñado por Cristo en el santuario celestial. Los hombres trataron de cerrar la puerta que Dios había abierto y de abrir la que él había cerrado. Pero "el que abre, y ninguno cierra; y cierra, y ninguno abre," había declarado: "He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie podrá cerrar." (Apocalipsis 3: 7, 8, V.M.) Cristo había abierto la puerta, o ministerio, del lugar santísimo, la luz brillaba desde la puerta abierta del santuario celestial, y se vio que el cuarto mandamiento estaba incluído en la ley allí encerrada; lo que Dios había establecido, nadie podía derribarlo. 

Los que habían aceptado la luz referente a la mediación de Cristo y a la perpetuidad de la ley de Dios, encontraron que éstas eran las verdades presentadas en el capítulo 14 del Apocalipsis. Los mensajes de este capítulo constituyen una triple amonestación (véase el Apéndice), que debe servir para preparar a los habitantes de la tierra para la segunda venida del Señor. La declaración: "Ha llegado la hora de su juicio," indica la obra final de la actuación de Cristo para la salvación de los hombres. Proclama una verdad que debe seguir siendo proclamada hasta el fin de la intercesión del Salvador y su regreso a la tierra para llevar a su pueblo consigo. La obra del juicio que empezó en 1844 debe proseguirse hasta que sean 489 falladas las causas de todos los hombres, tanto de los vivos como de los muertos; de aquí que deba extenderse hasta el fin del tiempo de gracia concedido a la humanidad. Y para que los hombres estén debidamente preparados para subsistir en el juicio, el mensaje les manda: "¡Temed a Dios y dadle gloria," "y adorad al que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de agua!" El resultado de la aceptación de estos mensajes está indicado en las palabras: "En esto está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús." Para subsistir ante el juicio tiene el hombre que guardar la ley de Dios. Esta ley será la piedra de toque en el juicio. El apóstol Pablo declara: "Cuantos han pecado bajo la ley, por la ley serán juzgados; . . . en el día en que juzgará Dios las obras más ocultas de los hombres . . . por medio de Jesucristo." Y dice que "los que cumplen la ley serán justificados.''" (Romanos 2: 12-16, V.M.) La fe es esencial para guardar la ley de Dios; pues "sin fe es imposible agradarle." Y "todo lo que no es de fe, es pecado." (Hebreos 11: 6, V.M.; Romanos 14: 23.) 

El primer ángel exhorta a los hombres a que teman al Señor y le den honra y a que le adoren como Creador del cielo y de la tierra. Para poder hacerlo, deben obedecer su ley. El sabio dice: "Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es la suma del deber humano." (Eclesiastés 12: 13, V.M.) Sin obediencia a sus mandamientos, ninguna adoración puede agradar a Dios. "Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos.""El que aparte sus oídos para no escuchar la ley, verá que su oración misma es cosa abominable." (1 Juan 5: 3; Proverbios 28: 9, V.M.) 

El deber de adorar a Dios estriba en la circunstancia de que él es el Creador, y que a él es a quien todos los demás seres deben su existencia. Y cada vez que la Biblia presenta el derecho de Jehová a nuestra reverencia y adoración con preferencia a los dioses de los paganos, menciona las pruebas de su poder creador. "Todos los dioses de los pueblos son ídolos; mas Jehová hizo los cielos." (Salmo 96:5.) "¿A quién pues me "compararéis, para que yo sea como él? dice el Santo. ¡Levantad hacia arriba vuestros ojos, y ved! ¿Quién creó aquellos cuerpos celestes?""Así dice Jehová, Creador de los cielos (él solo es Dios), el que formó la tierra y la hizo; . . . ¡Yo soy Jehová, y no hay otro Dios!" (Isaías 40: 25, 26; 45: 18, V.M.) Dice el salmista: "Reconoced que Jehová él es Dios: él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos.""¡Venid, postrémonos, y encorvémonos; arrodillémonos ante Jehová nuestro Hacedor!" (Salmos 100: 3; 95: 6, V.M.) Y los santos que adoran a Dios en el cielo dan como razón del homenaje que le deben: "¡Digno eres tú, Señor nuestro y Dios nuestro, de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas!" (Apocalipsis 4: 11, V.M.) 

En el capítulo 14 del Apocalipsis se exhorta a los hombres a que adoren al Creador, y la profecía expone a la vista una clase de personas que, como resultado del triple mensaje, guardan los mandamientos de Dios. Uno de estos mandamientos señala directamente a Dios como Creador. El cuarto precepto declara: "El séptimo día será Sábado a Jehová tu Dios: . . . porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay; y en el día séptimo reposó; por tanto Jehová bendijo el día del sábado, y lo santificó." (Éxodo 20: 10, 11, Versión Valera de la S.B.A.) Respecto al sábado, el Señor dice además, que será una "señal . . . para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios." (Ezequiel 20: 20, Id.) Y la razón aducida es: "Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó, y reposó." (Éxodo 31: 17.) 

"La importancia del sábado, como institución conmemorativa de la creación, consiste en que recuerda siempre la verdadera razón por la cual se debe adorar a Dios," - porque él es el Creador, y nosotros somos sus criaturas. "Por consiguiente, el sábado forma parte del fundamento mismo del culto divino, pues enseña esta gran verdad del modo más contundente, como no lo hace ninguna otra institución. El verdadero motivo del culto divino, no tan sólo del que se tributa en el 491 séptimo día, sino de toda adoración, reside en la distinción existente entre el Creador y sus criaturas. Este hecho capital no perderá nunca su importancia ni debe caer nunca en el olvido." - J. N. Andrews, History of the Sabbath, cap. 27. Por eso, es decir, para que esta verdad no se borrara nunca de la mente de los hombres, instituyó Dios el sábado en el Edén y mientras el ser él nuestro Creador siga siendo motivo para que le adoremos, el sábado seguirá siendo señal conmemorativa de ello. Si el sábado se hubiese observado universalmente, los pensamientos e inclinaciones de los hombres se habrían dirigido hacia el Creador como objeto de reverencia y adoración, y nunca habría habido un idólatra, un ateo, o un incrédulo. La observancia del sábado es señal de lealtad al verdadero Dios, "que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de agua." Resulta pues que el mensaje que manda a los hombres adorar a Dios y guardar sus mandamientos, los ha de invitar especialmente a observar el cuarto mandamiento. 

En contraposición con los que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús, el tercer ángel señala otra clase de seres humanos contra cuyos errores va dirigido solemne y terrible aviso: "¡Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en su frente, o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios!" (Apocalipsis 14: 9, 10, V.M.) Para comprender este mensaje hay que interpretar correctamente sus símbolos. ¿Qué representan la bestia, la imagen, la marca? 

La ilación profética en la que se encuentran estos símbolos empieza en el capítulo 12 del Apocalipsis, con el dragón que trató de destruir a Cristo cuando nació. En dicho capítulo vemos que el dragón es Satanás (Apocalipsis 12:9); fue él quien indujo a Herodes a procurar la muerte del Salvador. Pero el agente principal de Satanás al guerrear contra Cristo y su pueblo durante los primeros siglos de la era cristiana, fue el Imperio Romano, en el cual prevalecía la religión pagana. Así que si bien el dragón representa primero a Satanás, en sentido derivado es un símbolo de la Roma pagana. 492 

En el capítulo 13 (versículos 1-10, V.M.), se describe otra bestia, "parecida a un leopardo," a la cual el dragón dio "su poder y su trono, y grande autoridad." Este símbolo, como lo han creído la mayoría de los protestantes, representa al papado, el cual heredó el poder y la autoridad del antiguo Imperio Romano. Se dice de la bestia parecida a un leopardo: "Le fue dada una boca que hablaba cosas grandes, y blasfemias.... Y abrió su boca para decir blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre, y su tabernáculo, y a los que habitan en el cielo. Y le fue permitido hacer guerra contra los santos, y vencerlos: y le fue dada autoridad sobre toda tribu, y pueblo, y lengua, y nación." Esta profecía, que es casi la misma que la descripción del cuerno pequeño en Daniel 7, se refiere sin duda al papado. 

"Le fue dada autoridad para hacer sus obras cuarenta y dos meses." Y dice el profeta: "Vi una de sus cabezas como si hubiese sido herida de muerte." Y además: "Si alguno lleva en cautiverio, al cautiverio irá; si alguno mata con espada, es preciso que él sea muerto a espada." Los cuarenta y dos meses son lo mismo que "un tiempo, y dos tiempos, y la mitad de un tiempo," tres años y medio, o 1.260 días de Daniel 7, el tiempo durante el cual el poder papal debía oprimir al pueblo de Dios. Este período, como fue indicado en capítulos anteriores, empezó con la supremacía del papado, en el año 538 de J. C., y terminó en 1798. Entonces, el papa fue hecho prisionero por el ejército francés, el poder papal recibió su golpe mortal y quedó cumplida la predicción: "Si alguno lleva en cautiverio, al cautiverio irá." 

Y aquí preséntase otro símbolo. El profeta dice: "Vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero." (Apocalipsis 13:11.) Tanto el aspecto de esta bestia como el modo en que sube indican que la nación que representa difiere de las representadas en los símbolos anteriores. Los grandes reinos que han gobernado al mundo le fueron presentados al profeta Daniel en forma de fieras, que surgían mientras "los cuatro vientos del cielo combatían en 493 "la gran mar." (Daniel 7:2.) En Apocalipsis 17, un ángel explicó que las aguas representan "pueblos y naciones y lenguas." (Apocalipsis 17:15.) Los vientos simbolizan luchas. Los cuatro vientos del cielo que combatían en la gran mar representan los terribles dramas de conquista y revolución por los cuales los reinos alcanzaron el poder. 

Pero la bestia con cuernos semejantes a los de un cordero "subía de la tierra." En lugar de derribar a otras potencias para establecerse, la nación así representada debe subir en territorio hasta entonces desocupado, y crecer gradual y pacíficamente. No podía, pues, subir entre las naciones populosas y belicosas del viejo mundo, ese mar turbulento de "pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas." Hay que buscarla en el continente occidental. 

¿Cuál era en 1798 la nación del nuevo mundo cuyo poder estuviera entonces desarrollándose, de modo que se anunciara como nación fuerte y grande, capaz de llamar la atención del mundo? La aplicación del símbolo no admite duda alguna. Una nación, y sólo una, responde a los datos y rasgos característicos de esta profecía; no hay duda de que se trata aquí de los Estados Unidos de Norteamérica. Una y otra vez el pensamiento y los términos del autor sagrado han sido empleados inconscientemente por los oradores e historiadores al describir el nacimiento y crecimiento de esta nación. El profeta vio que la bestia "subía de la tierra;" y, según los traductores, la palabra dada aquí por "subía" significa literalmente "crecía o brotaba como una planta." Y, como ya lo vimos, la nación debe nacer en territorio hasta entonces desocupado. Un escritor notable, al describir el desarrollo de los Estados Unidos, habla del "misterio de su desarrollo de la nada," y dice: "Como silenciosa semilla crecimos hasta llegar a ser un imperio." - G. A. Townsend, The New Compared with the Old, pág. 462. Un periódico europeo habló en 1850 de los Estados Unidos como de un imperio maravilloso, que surgía y que "en el silencio de la tierra crecía constantemente en poder y gloria." 494 -Dublin Nation. Eduardo Everett, en un discurso acerca de los peregrinos, fundadores de esta nación, dijo: "¿Buscaron un lugar retirado que por su obscuridad resultara inofensivo y seguro en su aislamiento, donde la pequeña iglesia de Leyden pudiese tener libertad de conciencia? ¡He aquí las inmensas regiones sobre las cuales, en pacífica conquista, . . . han plantado los estandartes de la cruz!" -Discurso pronunciado en Plymouth, Massachusetts, el 22 de diciembre de 1824. 

"Y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero." Los cuernos semejantes a los de un cordero representan juventud, inocencia y mansedumbre, rasgos del carácter de los Estados Unidos cuando el profeta vio que esa nación "subía" en 1798. Entre los primeros expatriados cristianos que huyeron a América en busca de asilo contra la opresión real y la intolerancia sacerdotal, hubo muchos que resolvieron establecer un gobierno sobre el amplio fundamento de la libertad civil y religiosa. Sus convicciones hallaron cabida en la declaración de la independencia que hace resaltar la gran verdad de que "todos los hombres son creados iguales," y poseen derechos inalienables a la "vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad." Y la Constitución garantiza al pueblo el derecho de gobernarse a sí mismo, y establece que los representantes elegidos por el voto popular promulguen las leyes y las hagan cumplir. Además, fue otorgada la libertad religiosa, y a cada cual se le permitió adorar a Dios según los dictados de su conciencia. El republicanismo y el protestantismo vinieron a ser los principios fundamentales de la nación. Estos principios son el secreto de su poder y de su prosperidad. Los oprimidos y pisoteados de toda la cristiandad se han dirigido a este país con afán y esperanza. Millones han fondeado en sus playas, y los Estados Unidos han llegado a ocupar un puesto entre las naciones más poderosas de la tierra. 

Pero la bestia que tenía cuernos como un cordero "hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en su presencia. Y hace que la tierra y los que en ella habitan, 495 adoren a la bestia primera, cuya herida mortal fue sanada . . . diciendo a los que habitan sobre la tierra, que hagan una imagen de la bestia que recibió el golpe de espada, y sin embargo vivió. (Apocalipsis 13: 11-14, V.M.) 

Los cuernos como de cordero y la voz de dragón del símbolo indican una extraña contradicción entre lo que profesa ser y lo que practica la nación así representada. El "hablar" de la nación son los actos de sus autoridades legislativas y judiciales. Por esos actos la nación desmentirá los principios liberales y pacíficos que expresó como fundamento de su política. La predicción de que hablará "como dragón" y ejercerá "toda la autoridad de la primera bestia," anuncia claramente el desarrollo del espíritu de intolerancia y persecución de que tantas pruebas dieran las naciones representadas por el dragón y la bestia semejante al leopardo. Y la declaración de que la bestia con dos cuernos "hace que la tierra y los que en ella habitan, adoren a la bestia primera," indica que la autoridad de esta nación será empleada para imponer alguna observancia en homenaje al papado. 

Semejante actitud sería abiertamente contraria a los principios de este gobierno, al genio de sus instituciones libres, a los claros y solemnes reconocimientos contenidos en la declaración de la independencia, y contrarios finalmente a la constitución. Los fundadores de la nación procuraron con acierto que la iglesia no pudiera hacer uso del poder civil, con los consabidos e inevitables resultados: la intolerancia y la persecución. La constitución garantiza que "el congreso no legislará con respecto al establecimiento de una religión ni prohibirá el libre ejercicio de ella," y que "ninguna manifestación religiosa será jamás requerida como condición de aptitud para ninguna función o cargo público en los Estados Unidos." Sólo en flagrante violación de estas garantías de la libertad de la nación, es cómo se puede imponer por la autoridad civil la observancia de cualquier deber religioso. Pero la inconsecuencia de tal procedimiento no es mayor que lo representado por el símbolo. Es la 496 bestia con cuernos semejantes a los de un cordero -que profesa ser pura, mansa, inofensiva- y que habla como un dragón. 

"Diciendo a los que habitan sobre la tierra, que hagan una imagen de la bestia." Aquí tenemos presentada a las claras una forma de gobierno en el cual el poder legislativo descansa en el pueblo, y ello prueba que los Estados Unidos de Norteamérica constituyen la nación señalada por la profecía. 

¿Pero qué es la "imagen de la bestia"? ¿Y cómo se la formará? La imagen es hecha por la bestia de dos cuernos y es una imagen de la primera bestia. Así que para saber a qué se asemeja la imagen y cómo será formada, debemos estudiar los rasgos característicos de la misma bestia: el papado. 

Cuando la iglesia primitiva se corrompió al apartarse de la sencillez del Evangelio y al aceptar costumbres y ritos paganos, perdió el Espíritu y el poder de Dios; y para dominar las conciencias buscó el apoyo del poder civil. El resultado fue el papado, es decir, una iglesia que dominaba el poder del estado y se servía de él para promover sus propios fines y especialmente para extirpar la "herejía." Para que los Estados Unidos formen una imagen de la bestia, el poder religioso debe dominar de tal manera al gobierno civil que la autoridad del estado sea empleada también por la iglesia para cumplir sus fines. 

Siempre que la iglesia alcanzó el poder civil, lo empleó para castigar a los que no admitían todas sus doctrinas. Las iglesias protestantes que siguieron las huellas de Roma al aliarse con los poderes mundanos, manifestaron el mismo deseo de restringir la libertad de conciencia. Ejemplo de esto lo tenemos en la larga persecución de los disidentes por la iglesia de Inglaterra. Durante los siglos XVI y XVII miles de ministros no conformistas fueron obligados a abandonar sus iglesias, y a muchos pastores y feligreses se les impusieron multas, encarcelamientos, torturas y el martirio. 

Fue la apostasía lo que indujo a la iglesia primitiva a buscar la ayuda del gobierno civil, y esto preparó el camino para el desarrollo del papado, simbolizado por la bestia. San Pablo lo 497 predijo al anunciar que vendría "la apostasía," y sería "revelado el hombre de pecado." (2 Tesalonicenses 2: 3, V.M.) De modo que la apostasía en la iglesia preparará el camino para la imagen de la bestia. 

La Biblia declara que antes de la venida del Señor habrá un estado de decadencia religiosa análoga a la de los primeros siglos. "En los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a sus padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, incontinentes, fieros, aborrecedores de los que son buenos, traidores, protervos, hinchados de orgullo, amadores de los placeres, más bien que amadores de Dios; teniendo la forma de la piedad, mas negando el poder de ella." (2 Timoteo 3: 1-5, V.M.) "Empero el Espíritu dice expresamente, que en tiempos venideros algunos se apartarán de la fe, prestando atención a espíritus seductores, y a enseñanzas de demonios." (1 Timoteo 4: 1, V.M.) Satanás obrará "con todo poder, y con señales, y con maravillas mentirosas, y con todo el artificio de la injusticia." Y todos los que "no admitieron el amor de la verdad, para que fuesen salvos," serán dejados para que acepten "operación de error, a fin de que crean a la mentira." (2 Tesalonicenses 2: 9-11, V.M.) Cuando se haya llegado a este estado de impiedad, se verán los mismos resultados que en los primeros siglos. 

Muchos consideran la gran diversidad de creencias en las iglesias protestantes como prueba terminante de que nunca se procurará asegurar una uniformidad forzada. Pero desde hace años se viene notando entre las iglesias protestantes un poderoso y creciente sentimiento en favor de una unión basada en puntos comunes de doctrina. Para asegurar tal unión, debe necesariamente evitarse toda discusión de asuntos en los cuales no todos están de acuerdo, por importantes que sean desde el punto de vista bíblico. 

Carlos Beecher, en un sermón predicado en 1846, declaró 498 que el pastorado de "las denominaciones evangélicas protestantes no está formado sólo bajo la terrible presión del mero temor humano, sino que vive, y se mueve y respira en una atmósfera radicalmente corrompida y que apela a cada instante al elemento más bajo de su naturaleza para tapar la verdad y doblar la rodilla ante el poder de la apostasía. ¿No pasó así con la iglesia romana? ¿No estamos reviviendo su vida? ¿Y qué es lo que vemos por delante? ¡Otro concilio general! ¡Una convención mundial! ¡Alianza evangélica y credo universal!" -Sermón, "The Bible a Sufficient Creed," pronunciado en Fort Wayne, Indiana, el 22 de febrero de 1846. Cuando se haya logrado esto, en el esfuerzo para asegurar completa uniformidad, sólo faltará un paso para apelar a la fuerza. 

Cuando las iglesias principales de los Estados Unidos, uniéndose en puntos comunes de doctrina, influyan sobre el estado para que imponga los decretos y las instituciones de ellas, entonces la América protestante habrá formado una imagen de la jerarquía romana, y la inflicción de penas civiles contra los disidentes vendrá de por sí sola. 

La bestia de dos cuernos "hace [ordena] que todos, pequeños y grandes, así ricos como pobres, así libres como esclavos, tengan una marca sobre su mano derecha, o sobre su frente; y que nadie pueda comprar o vender, sino aquel que tenga la marca, es decir, el nombre de la bestia o el número de su nombre." (Apocalipsis 13: 16, 17, V.M.) La amonestación del tercer ángel es: "¡Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en su frente, o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios!" "La bestia" mencionada en este mensaje, cuya adoración es impuesta por la bestia de dos cuernos, es la primera bestia, o sea la bestia semejante a un leopardo, de Apocalipsis 13, el papado. La "imagen de la bestia" representa la forma de protestantismo apóstata que se desarrollará cuando las iglesias protestantes busquen la ayuda del poder civil para la imposición de sus dogmas. Queda aún por definir lo que es "la marca de la bestia." 

Después de amonestar contra la adoración de la bestia y de su imagen, la profecía dice: "Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús." En vista de que los que guardan los mandamientos de Dios están puestos así en contraste con los que adoran la bestia y su imagen y reciben su marca, se deduce que la observancia de la ley de Dios, por una parte, y su violación, por la otra, establecen la distinción entre los que adoran a Dios y los que adoran a la bestia. 

El rasgo más característico de la bestia, y por consiguiente de su imagen, es la violación de los mandamientos de Dios. Daniel dice del cuerno pequeño, o sea del papado: "Pensará en mudar los tiempos y la ley." (Daniel 7: 25.) Y San Pablo llama al mismo poder el "hombre de pecado," que había de ensalzarse sobre Dios. Una profecía es complemento de la otra. Sólo adulterando la ley de Dios podía el papado elevarse sobre Dios; y quienquiera que guardase a sabiendas la ley así adulterada daría honor supremo al poder que introdujo el cambio. Tal acto de obediencia a las leyes papales sería señal de sumisión al papa en lugar de sumisión a Dios. 

El papado intentó alterar la ley de Dios. El segundo mandamiento, que prohibe el culto de las imágenes, ha sido borrado de la ley, y el cuarto mandamiento ha sido adulterado de manera que autorice la observancia del primer día en lugar del séptimo como día de reposo. Pero los papistas aducen para justificar la supresión del segundo mandamiento, que éste es inútil puesto que está incluido en el primero, y que ellos dan la ley tal cual Dios tenía propuesto que fuese entendida. Este no puede ser el cambio predicho por el profeta. Se trata de un cambio intencional y deliberado: "Pensará en mudar los tiempos y la ley." El cambio introducido en el cuarto mandamiento cumple exactamente la profecía. La única autoridad que se invoca para dicho cambio es la de la iglesia. Aquí el poder papal se ensalza abiertamente sobre Dios. 

Mientras los que adoran a Dios se distinguirán especialmente 500 por su respeto al cuarto mandamiento -ya que éste es el signo de su poder creador y el testimonio de su derecho al respeto y homenaje de los hombres,- los adoradores de la bestia se distinguirán por sus esfuerzos para derribar el monumento recordativo del Creador y ensalzar lo instituído por Roma. Las primeras pretensiones arrogantes del papado fueron hechas en favor del domingo (véase el Apéndice); y la primera vez que recurrió al poder del estado fue para imponer la observancia del domingo como "día del Señor." Pero la Biblia señala el séptimo día, y no el primero, como día del Señor. Cristo dijo: "El Hijo del hombre es Señor aun del sábado." El cuarto mandamiento declara que: "El día séptimo es día de descanso [margen, sábado], consagrado a Jehová." Y por boca del profeta Isaías el Señor lo llama: "Mi día santo." (S. Marcos 2: 28; Éxodo 20: 10; Isaías 58: 13, V.M.) 

El aserto, tantas veces repetido, de que Cristo cambió el día de reposo, está refutado por sus propias palabras. En su sermón sobre el monte, dijo: "No penséis que vine pare invalidar la Ley, o los Profetas: no vine a invalidar, sino a cumplir. Porque en verdad os digo, que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni un tilde pasará de la ley, hasta que el todo sea cumplido. Por tanto cualquiera que quebrantare uno de estos más mínimos mandamientos, y enseñare a los hombres así, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos: mas cualquiera que los hiciere y enseñare será llamado grande en el reino de los cielos." (S. Mateo 5: 17-19, V.M.) 

Es un hecho generalmente admitido por los protestantes, que las Sagradas Escrituras no autorizan en ninguna parte el cambio del día de reposo. Esto se confirma en publicaciones de la Sociedad Americana de Tratados y la Unión Americana de Escuelas Dominicales. Una de estas obras reconoce "que el Nuevo Testamento no dice absolutamente nada en cuanto a un mandamiento explícito en favor del día de reposo, o a reglas definidas relativas a su observancia." -Jorge Elliott, The Abiding Sabbath, pág. 184. 

Otra dice: "Hasta la época de la muerte de Cristo, ningún cambio se había hecho en cuanto al día;" y, "por lo que se desprende del relato bíblico, los apóstoles no dieron . . . mandamiento explícito alguno que ordenara el abandono del séptimo día, sábado, como día de reposo, ni que se lo observara en el primer día de la semana." -A. E. Waffle, The Lord''s Day, págs. 186 - 188. 

Los católicos romanos reconocen que el cambio del día de descanso fue hecho por su iglesia, y declaran que al observar el domingo los protestantes reconocen la autoridad de ella. En el Catecismo Católico de la Religión Cristiana, al contestar una pregunta relativa al día que se debe guardar en obediencia al cuarto mandamiento, sé hace esta declaración: "Bajo la ley antigua, el sábado era el día santificado; pero la iglesia, instruída por Jesucristo y dirigida por el Espíritu de Dios, substituyó el sábado por el domingo; de manera que ahora santificamos el primer día y no el séptimo. Domingo significa día del Señor, y es lo que ha venido a ser." 

Como signo de la autoridad de la iglesia católica, los escritores católicos citan "el acto mismo de cambiar el sábado al domingo, cambio en que los protestantes consienten . . . porque al guardar estrictamente el domingo, ellos reconocen el poder de la iglesia para ordenar fiestas y para imponerlas so pena de incurrir en pecado." -H. Tuberville, An Abridgement of the Christian Doctrine, pág. 58. ¿Qué es, pues, el cambio del día de descanso, sino el signo o marca de la autoridad de la iglesia romana, ¡''la marca de la bestia''"? 

La iglesia romana no ha renunciado a sus pretensiones a la supremacía; y cuando el mundo y las iglesias protestantes aceptan un día de descanso creado por ella, mientras rechazan el día de descanso de la Biblia, acatan en la práctica las tales pretensiones. Pueden apelar a la autoridad de la tradición y de los padres para apoyar el cambio; pero al hacerlo pasan por alto el principio mismo que los separa de Roma, es a saber, que "la Biblia, y la Biblia sola es la religión de los protestantes." 502 

Los papistas pueden ver que los protestantes se están engañando a sí mismos, al cerrar voluntariamente los ojos ante los hechos del caso. A medida que gana terreno el movimiento en pro de la observancia obligatoria del domingo, ellos se alegran en la seguridad de que ha de concluir por poner a todo el mundo protestante bajo el estandarte de Roma. 

Los romanistas declaran que "la observancia del domingo por los protestantes es un homenaje que rinden, mal de su grado, a la autoridad de la iglesia [católica]." -Mons. de Segur, Plain Talk About the Protestantism of Today, pág. 213. La imposición de la observancia del domingo por parte de las iglesias protestantes es una imposición de que se adore al papado, o sea la bestia. Los que, comprendiendo las exigencias del cuarto mandamiento, prefieren observar el falso día de reposo en lugar del verdadero, rinden así homenaje a aquel poder, el único que ordenó su observancia. Pero por el mismo hecho de imponer un deber religioso con ayuda del poder secular, las mismas iglesias estarían elevando una imagen a la bestia; de aquí que la imposición de la observancia del domingo en los Estados Unidos equivaldría a imponer la adoración de la bestia y de su imagen. 

Pero los cristianos de las generaciones pasadas observaron el domingo creyendo guardar así el día de descanso bíblico; y ahora hay verdaderos cristianos en todas las iglesias, sin exceptuar la católica romana, que creen honradamente que el domingo es el día de reposo divinamente instituído. Dios acepta su sinceridad de propósito y su integridad. Pero cuando la observancia del domingo sea impuesta por la ley, y que el mundo sea ilustrado respecto a la obligación del verdadero día de descanso, entonces el que transgrediere el mandamiento de Dios para obedecer un precepto que no tiene mayor autoridad que la de Roma, honrará con ello al papado por encima de Dios: rendirá homenaje a Roma y al poder que impone la institución establecida por Roma: adorará la bestia y su imagen. Cuando los hombres rechacen entonces la institución que 503 Dios declaró ser el signo de su autoridad, y honren en su lugar lo que Roma escogió como signo de su supremacía, ellos aceptarán de hecho el signo de la sumisión a Roma, "la marca de la bestia." Y sólo cuando la cuestión haya sido expuesta así a las claras ante los hombres, y ellos hayan sido llamados a escoger entre los mandamientos de Dios y los mandamientos de los hombres, será cuando los que perseveren en la transgresión recibirán "la marca de la bestia." 

La más terrible amenaza que haya sido jamás dirigida a los mortales se encuentra contenida en el mensaje del tercer ángel. Debe ser un pecado horrendo el que atrae la ira de Dios sin mezcla de misericordia. Los hombres no deben ser dejados en la ignorancia tocante a esta importante cuestión; la amonestación contra este pecado debe ser dada al mundo antes que los juicios de Dios caigan sobre él, para que todos sepan por qué deben consumarse, y para que tengan oportunidad para librarse de ellos. La profecía declara que el primer ángel hará su proclamación "a cada nación, y tribu, y lengua, y pueblo." El aviso del tercer ángel, que forma parte de ese triple mensaje, no tendrá menos alcance. La profecía dice de él que será proclamado en alta voz por un ángel que vuele por medio del cielo; y llamará la atención del mundo. 

Al final de la lucha, toda la cristiandad quedará dividida en dos grandes categorías: la de los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, y la de los que adoran la bestia y su imagen y reciben su marca. Si bien la iglesia y el estado se unirán para obligar a "todos, pequeños y grandes, así ricos como pobres, así libres como esclavos," a que tengan "la marca de la bestia" (Apocalipsis 13: 16, V.M.), el pueblo de Dios no la tendrá. El profeta de Patmos vio que "los que habían salido victoriosos de la prueba de la bestia, y de su imagen, y del número de su nombre, estaban sobre aquel mar de vidrio, teniendo arpas de Dios," y cantaban el cántico de Moisés y del Cordero. (Apocalipsis 15: 2, 3, V.M.)

por

Elena G. de White "Estados Unidos en la profecía" en El Gran Conflicto, Capítulo 26.

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