Nació el 2 de mayo de 1832 - Murió el 6 de marzo de 1903
Pocos Adventistas del Séptimo Día han conocido sus Biblias mejor que Urías Smith. Fue un hombre tranquilo, reservado, que impresionaba a la gente por su erudición y apariencia. Hombre de semblante noble, imponía respeto.
En diciembre de 1852, aceptó la luz del mensaje enseñado por los adventistas guardadores del sábado. El siguiente año se asoció con los intereses de publicaciones de la "Manada Pequeña" de creyentes en Rochester. Por cerca de medio siglo fue el editor o parte del personal editorial de la revista de la iglesia, Review & Herald. Urias Smith fue el primer secretario de la Asociación General, aceptando este cargo cuando la Asociación General fue organizada en la primavera del año de 1863.
Es mejor conocido por su libro, The Prophecies of Daniel and the Revelation, (Las Profecías de Daniel y Revelación) que ha tenido una circulación de muchos miles de copias. Fue el primer maestro de Biblia del colegio de Battle Creek.
Urías Smith nació en una casa de buen aspecto en el pueblecito de West Wilton, New Hampshire. Fue de carácter tan sólido como cualquiera de los hombres de Nueva Inglaterra, verdaderamente el estado de "Firme como el granito". El lugar de nacimiento de Urías y su hermana Annie aún permanece en pie en este pueblecito de Nueva Inglaterra. Ahora se le llama la Casa del Aguilar y los turistas interesados pueden visitarla.
Poco tiempo antes de su muerte, el edificio principal de la Review & Herald se quemó. Fue una tragedia grave. El corazón y alma de Urías Smith estaba ligado a esa institución. Su vida entera había estado dedicada a su desarrollo.
Todavía viven algunas personas que recuerdan al Pastor Smith, caminando por las calles de Battle Creek con su bastón, cojeando con su pierna artificial, como resultado de haber sufrido una amputación cuando era aún un adolescente. Su genio inventivo le hizo crear una pierna artificial, la que usó la mayor parte de su vida. Era versátil e inteligente, como lo fueron la mayoría de los pioneros. Los primeros obreros eran personas de gran capacidad. Dios escogió lo mejor que pudo encontrar para hacer la obra más importante encomendada a los hombres en estos últimos días.
Ver: Footprints of the Pioneers, págs. 123, 129; Pioneer Stories Retold, págs. 178-181.
Cuando Urías tenía sólo catorce años de edad, una infección local contraída por una enfermedad, requirió la amputación de su pierna izquierda por encima de la rodilla. Su lucha valerosa contra el dolor y el impacto, formó en su estructura de arcilla las vigas de hierro que lo hicieron el hombre fuerte que fue.
Pensemos en lo que significaba perder una pierna en esos días. No había cirujanos de vestidura blanca, ni enfermeras para ministrar a los pacientes, ni anestesia misericordiosa, ni cuidado hospitalario competente. Un notable cirujano, cerca de Keene, Dr. Amos Twitchell, le amputó la pierna y la vendó en veinte minutos. Su madre le sostenía las manos. Luego ella y su cariñosa hermana, lo cuidaron.
Esta lesión en sus años jóvenes trajo en su vida futura limitaciones al pastor Smith. No estaba en condiciones de salir y trasladarse como los otros ministros. El sencillamente no podía. Entonces ¿qué hizo? ¿Dedicarse al desánimo? No. Esa lesión fue una bendición para él, porque desarrolló su genio inventivo. Por un tiempo usó la tosca pierna artificial que le habían provisto, con un pie macizo, pero que no le gustó. Se puso a trabajar e inventó un pie flexible, consiguió patentarlo y con el dinero que recibió de la venta compró su primera casa en Battle Creek.
W. A. Spicer nos da sus impresiones de Urías Smith: "Cuando era muchacho siempre pasé por el cuarto editorial del Pastor Smith en la vieja oficina de la Review and Herald, en Battle Creek, con cierta reverencia, porque había este letrero en la puerta, en tinta color púrpura oscuro y con grandes letras:
"Cuarto Editorial.
¿Ocupados? Si, siempre.
Si usted tiene negocios,
atiéndalos, y déjenos atender los nuestros".
Pioneer Days of the Advent Movement, págs. 245, 246.
Sí, Smith era un hombre que estaba en la marcha. Estaba ocupado con los negocios del Señor y quería que los demás se ocuparan de los suyos, pero era un hombre lleno de gracia y compasivo. Si no lo creen así lean los jóvenes el último capítulo de su libro, The Prophecies of Daniel and the Revelation. Les conmoverá. Está tan lleno de añoranzas por la tierra nueva, nuestro eterno hogar.
Fuente: PM MINISTRIES