martes, 25 de marzo de 2014

Raquel Oakes Preston, Una celosa guardadora del Sábado

Raquel Oakes Preston, Una celosa guardadora del Sábado
Nació el 2 de marzo de 1809 - Murió en 1868



Un indicio del importante papel que la Sra. Preston jugó en la historia de la iglesia Adventista primitiva se obtiene al mirar la inscripción sobre la lápida de su tumba:
"Raquel Preston fue usada por Dios en llevar la verdad del sábado a la iglesia Adventista de Washington, New Hampshire; la cual llegó a ser la primera iglesia Adventista del Séptimo Día en América".
Raquel Preston era una Bautista del Séptimo Día cuando vino a Washington. Su hija Raquel Delight Oakes, llegó a ser la esposa de Cyrus Farnsworth, quien con su hermano Guillermo fueron los primeros observadores del sábado entre los adventistas de Washington.
Fue en el año 1837, que Raquel Harris Oakes y su hija se unieron a la iglesia Bautista del Séptimo Día en Vernon, Vermot. Evidentemente su esposo, Emory, murió allí, aunque no hay ninguna declaración al respecto. En el año de 1843 Raquel Oakes y su hija, Delight, se mudaron a Washington, New Hampshire. Delight enseñaba en la escuela. Su madre vivía con ella y llegó a ser el instrumento en las manos de Dios para llevar la luz del sábado a ese grupo de adventistas. Los adventistas a su vez, le trajeron la bendita esperanza del segundo advenimiento. En Washington conoció a Nathan T. Preston, con quien contrajo matrimonio. Vivieron allá y en Milford por muchos años y finalmente regresaron a Vernon, Vermot, donde murió y fue enterrada.

Una Historia Sobre Raquel Oakes Preston
Regresemos a la pequeña iglesia en Washington, New Hampshire, la primera iglesia de los adventistas guardadores del sábado. Arturo Spalding les contará una experiencia que llevó a un número de almas sinceras a comenzar la observancia del sábado:
El servicio de comunión estaba siendo celebrado en la iglesia cristiana de Washington, New Hampshire, un domingo del invierno de l844. Presidía el pastor Frederich Wheeler, ministro metodista y adventista de Hillsboro, cuya área incluía esta iglesia. El notó entre los que comulgaban a una señora de mediana edad que estaba sentada en la banca de Daniel Farnsworth, quien mantenía sus brillantes ojos sobre él durante el servicio y parecía casi para salir, cuando declaró: Todos los que confiesen comunión con Cristo en un servicio como éste, deberían estar listos para obedecer a Dios y guardar sus mandamientos en todas las cosas. El deseaba saber acerca de esta dama.
Algo más tarde, al visitar a la familia, el pastor conoció a la señora Raquel Oakes, madre de la joven Delight Oakes, la maestra de la escuela. Directa en su palabra como en su mirada le dijo:
"--Recuerda pastor Wheeler, que usted dijo que todo el que confiesa a Cristo debería guardar todos los mandamientos de Dios?
--Sí
--Casi me levanté en la reunión para decir algo.
--Me pareció. ¿Qué tenía en mente para decir?
--Quería decirle que era mejor retirar la mesa de la Santa Cena y cubrirla con un mantel hasta que usted empiece a guardar los mandamientos de Dios. --dijo Raquel Oakes".

El pastor Wheeler se sentó sorprendido. Se sintió un poquito apocado, pero él estaba agradecido que esta persona de acción directa había tenido la gracia cristiana de esperar para una entrevista privada. ¿Que él no guardaba los mandamientos de Dios? ¿Estaba él desobedeciendo? ¡Oh, sí! El había escuchado de esta hermana Bautista del 7º día, quien recientemente había llegado a vivir aquí, y de su decidida opinión sobre la obligación de los cristianos de guardar el sábado por el domingo. Este era el liberal cuarto mandamiento que ella estaba ahora predicándole a él.
Fue un sermón efectivo. Frederick Wheeler se fue pensando. Siguió pensando y estudiando y no muchas semanas más tarde guardó su primer sábado y predicó un sermón sobre esto ese mismo día" Captains of the Host, págs. 107, 108.
Esta fue la manera en que los adventistas de Washington, New Hampshire, oyeron por primera vez acerca de la verdad del sábado del Señor.

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