martes, 2 de noviembre de 2010

LA IGLESIA ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA NO ES BABILONIA



Dios tiene un pueblo en el cual todo el cielo está interesado, y dicho pueblo es el único objeto de esta tierra que sea precioso para el corazón del Señor. Todos los que lean estas palabras denles atenta consideración, porque en el nombre de Jesús yo quisiera grabarlas en cada alma. Cuando se levanta alguien, de entre nosotros o de afuera, que siente la preocupación de proclamar un mensaje que declara que el pueblo de Dios forma parte de Babilonia, y asevera que el fuerte pregón es un llamamiento a salir de ella, podéis saber que no proclama el mensaje de la verdad. No lo recibáis, ni le digáis "¡Bienvenido!", porque Dios no habla por medio de él, ni le dio mensaje alguno; él corrió antes de ser enviado. El mensaje contenido en el folleto titulado El Fuerte Clamor es un engaño. Tales mensajes vendrán, y se pretenderá que han sido enviados por Dios, pero la pretensión será falsa; porque no están llenos de luz, sino de tinieblas. Habrá mensajes de acusación contra el pueblo del Señor, similares a la obra hecha por Satanás al acusar al pueblo de Dios, y estos mensajes estarán resonando en el mismo momento cuando el Altísimo le esté diciendo a su pueblo: "Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria".



Una obra de engaño


Se descubrirá que los que transmiten un mensaje falso no tendrán un alto sentido del honor y la integridad. Engañarán al pueblo; mezclarán con su error los Testimonios de la Hna. White, y usarán su nombre para que su obra ejerza influencia. Seleccionarán de los Testimonios, los pasajes que ellos piensan poder torcer para sostener sus posiciones, y los colocarán en un marco de falsedad, de manera que su error tenga peso y sea aceptado por el pueblo. Interpretarán erróneamente y aplicarán mal lo que Dios ha dado a la iglesia para amonestar, aconsejar, reprobar, consolar y animar a los que constituyen el pueblo remanente de Dios. Los que reciban los Testimonios como mensaje de Dios serán ayudados y bendecidos por ellos; pero los que toman ciertas partes simplemente para sostener alguna teoría o idea de su propia invención, para defender su conducta errónea, no serán bendecidos ni beneficiados por lo que enseñen. El pretender que la Iglesia Adventista del Séptimo Día es Babilonia, es tener la misma pretensión que Satanás, que es el acusador de los hermanos, que los acusa delante de Dios día y noche. Por este mal uso de los Testimonios las almas son confundidas, porque no pueden entender la relación de los Testimonios con la posición que asumen los que están en el error; pues Dios se propuso que éstos fueran colocados siempre en la trama de la verdad.


Los que defienden el error dirán: "Así ha dicho Jehová el Señor; y Jehová no había hablado". Dan testimonio de la falsedad, no de la verdad. Si los que han estado proclamando el mensaje de que la iglesia es Babilonia en vez de haber usado el dinero para publicar y difundir este error, lo hubieran gastado en edificar en lugar de destruir, habrían puesto en evidencia que eran el pueblo al cual Dios dirige.


Hay una gran obra que hacer en el mundo, una gran obra que debe ser realizada en los países extranjeros. Deben abrirse escuelas a fin de que nuestros jóvenes, niños y personas de edad más madura sean educados tan rápidamente como sea posible, para que puedan ir al campo misionero. Se necesitan no solamente ministros para los campos extranjeros, sino obreros sabios y juiciosos de todas clases. Desde todas partes del mundo se oye el llamado macedónico: "Pasa... y ayúdanos". Con toda la responsabilidad que descansa sobre nosotros de ir y predicar el Evangelio a toda criatura, hay gran necesidad de hombres y medios, y Satanás está trabajando en toda forma concebible para distraer los fondos y para impedir que los hombres se empeñen precisamente en la obra que deberían estar haciendo. El dinero que debiera usarse en realizar la buena obra de edificar casas de culto, de abrir escuelas para la educación de los obreros destinados a los territorios misioneros, de adiestrar a jóvenes y señoritas de manera que puedan salir y trabajar con paciencia, con inteligencia y con toda perseverancia, para ser agentes por cuyo intermedio pueda prepararse un pueblo que permanezca en pie en el gran día de Dios, es desviado del cauce de la utilidad y la bendición, al de la perversidad y la maldición.


El gran día de Dios está cercano y muy próximo, y hay una gran obra que realizar, la cual debe ser hecha con presteza. Pero hallamos que en medio de la obra que ha de hacerse, están los que profesan creer la verdad presente y que no saben cómo invertir los medios que les fueron confiados, que por falta de mansedumbre y humildad de corazón, no ven cuán grande es la tarea que ha de hacerse. Todos los que aprendan de Jesús serán obreros juntamente con Dios. Pero los que salen a proclamar el error, gastando tiempo y dinero en una obra vana, arrojan cargas acrecentadas sobre los verdaderos obreros que trabajan en territorios nuevos, pues en lugar de dedicar su tiempo a defender la verdad, se ven obligados a contrarrestar la obra de los que proclaman la falsedad, y pretenden tener un mensaje del Cielo.


Si los que han hecho esta clase de trabajo hubieran sentido la necesidad de contestar la oración que Cristo ofreció a su Padre, inmediatamente antes de su crucifixión ­de que los discípulos de Cristo fueran uno como él y el Padre lo son­, no estarían malgastando los medios que les son confiados y que tanto se necesitan para que la verdad progrese. No estarían malgastando tiempo y capacidad preciosos para diseminar el error, obligando a los obreros a dedicar su tiempo para contrarrestar y anular su influencia. Una obra de este carácter es inspirada, pero no de arriba, sino de abajo.


"¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios. He aquí que todos vosotros encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro fuego, y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados". El mensaje que ha sido dado por los que proclaman que la iglesia es Babilonia, ha dejado la impresión de que Dios no tiene iglesia sobre la tierra.



Una iglesia viva


¿No tiene Dios una iglesia viva? El tiene una iglesia, pero es la iglesia militante, no la iglesia triunfante. Lamentamos que haya miembros defectuosos, que haya cizaña en medio del trigo. Jesús dijo: "El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo: pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue... Vinieron entonces los siervos del padre de familia, y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero".


En la parábola del trigo y la cizaña vemos la razón por la cual la cizaña no había de ser arrancada: para que el trigo no fuese arrancado con ella. La opinión y el juicio humanos cometerían graves errores. Pero antes que se cometa un error, y que una sola brizna de trigo sea desarraigada, el Maestro dice: "Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega"; entonces los ángeles recogerán la cizaña, que será destinada a la destrucción. Aun cuando en nuestras iglesias, que aseveran creer una verdad avanzada, existen personas defectuosas y que yerran, como cizaña entre el trigo, Dios es compasivo y paciente. El reprende y amonesta a los que yerran, pero no destruye a los que aprenden con lentitud la lección que quiere enseñarles; no desarraiga la cizaña separándola del trigo. La cizaña y el trigo han de crecer juntos hasta la cosecha, cuando el trigo llega a su pleno crecimiento y desarrollo, y debido a las características que presenta cuando está maduro, será fácilmente distinguido de la cizaña.


La iglesia de Cristo en la tierra será imperfecta, pero Dios no la destruye a causa de su imperfección. Ha habido -y habrá­ personas llenas de celo no conforme a ciencia, que quieren purificar la iglesia y desarraigar la cizaña de en medio del trigo. Pero Cristo nos ha dado luz especial sobre como tratar con los que yerran y con los que están en la iglesia, pero no son convertidos. Ninguna resolución espasmódica, celosa y apresurada ha de ser tomada por los miembros de la iglesia, para separar de ella a los que consideran que tienen defectos de carácter. La cizaña aparecerá en medio del trigo; pero haría más daño arrancarla (a menos que sea de la manera señalada por Dios), que dejarla. Mientras el Señor trae a la iglesia a los que están verdaderamente convertidos, Satanás, al mismo tiempo, trae a ella personas que no están convertidas. Mientras Cristo siembra la buena simiente, Satanás siembra la cizaña. Hay dos influencias opuestas que se ejercen constantemente sobre los miembros de la iglesia. Una de ellas obra para la purificación de la iglesia, y la otra para la corrupción del pueblo de Dios.


Jesús sabía que Judas tenía defectos de carácter, pero lo aceptó como uno de sus discípulos, y le dio los mismos privilegios y oportunidades que concedió a los otros que había escogido. Judas no tuvo excusas para seguir la mala conducta que asumió más tarde. Pudo haber llegado a ser un hacedor de la Palabra, como lo fueron con el tiempo Pedro, Santiago, Juan y los otros discípulos. Jesús impartió preciosas e instructivas lecciones, de manera que los que estaban asociados con él pudieran convertirse, y no tuvieran necesidad de aferrarse a los defectos que echaban a perder sus caracteres (Review and Herald, 29 de agosto a 5 de septiembre de 1893. Reimpreso en Testimonios para los ministros, págs. 41-47).



Por


Elena G. de White, La iglesia Remanente, Pgs. 58-67.

lunes, 6 de septiembre de 2010

¿De qué tratan los escritos de Elena G. de White?


El amor de Dios


Quiz�s el tema central y m�s ampliamente tratado en los escritos de Elena de White sea �ste, el del amor de Dios. La frase �Dios es amor� son parte de las palabras iniciales y finales de su obra en cinco vol�menes sobre el Gran Conflicto, con m�s de 3.500 p�ginas entre medio. Es el tema que subyace y provee el contexto para todos los otros temas en sus escritos. �Tal amor es incomparable�, escribi� en el primer cap�tulo de su cl�sico libro El camino a Cristo. ��El incomparable amor de Dios para con un mundo que no lo amaba! Este pensamiento tiene un poder subyugador y cautiva el entendimiento a la voluntad de Dios. Cuanto m�s estudiamos el car�cter divino a la luz de la cruz, m�s vemos la misericordia, la ternura y el perd�n unidos a la equidad y la justicia, y m�s claramente discernimos pruebas innumerables de un amor infinito y de una tierna piedad que sobrepuja la ardiente simpat�a y los anhelosos sentimientos de la madre para con su hijo extraviado� (El camino a Cristo, p. 14).


El gran conflicto entre Cristo y Satan�s


Otro tema integrador en los escritos de Elena G. de White es el del gran conflicto, o lucha, entre Cristo y Satan�s. Elena G. de White enfatiza reiteradamente que el punto focal del gran conflicto es el objetivo de Satan�s de representar mal el car�cter amoroso de Dios (retratar la ley de amor de Dios como una ley de ego�smo arbitraria). La demostraci�n que Dios hace de su amor en el presente conflicto con Satan�s, constituye el foco de su serie en cinco vol�menes sobre el conflicto de los siglos. La m�xima demostraci�n del amor de Dios fue enviar a su Hijo Jesucristo, quien vino no s�lo a morir por la raza humana, sino a retratar el car�cter de amor de Dios frente a las acusaciones de Satan�s.



Jesucristo, su sacrificio, su intercesi�n en el cielo y la salvaci�n mediante �l


La vida de Jes�s, su muerte en la cruz, su posterior ministerio, que aplica los m�ritos de su muerte en el santuario celestial, y que el creyente acepte por fe la obra de Cristo, son como eslabones en una gran cadena tem�tica que muestran la comprensi�n que tiene Elena G. de White sobre el cristianismo. Para Elena G. de White, Jes�s no era s�lo un buen amigo en momentos de necesidad; �l era un Salvador que muri� en la cruz por cada individuo. La fe en la salvaci�n de Cristo (o justificaci�n por la fe) es una ense�anza que fluye a lo largo de los escritos de Elena G. de White. Ella exalta una �fe en la capacidad de Cristo para salvarnos en forma amplia, completa y total� (Mensajes selectos, tomo 3, p. 195). �El sacrificio de Cristo como expiaci�n del pecado es la gran verdad en derredor de la cual se agrupan todas las otras verdades.A fin de ser comprendida y apreciada debidamente, cada verdad de la Palabra de Dios, desde el G�nesis al Apocalipsis, debe ser estudiada a la luz que fluye de la Cruz del Calvario.Os presento el magno y grandioso monumento de la misericordia y regeneraci�n, de la salvaci�n y redenci�n, -el Hijo de Dios levantado en la cruz� (Obreros evang�licos, p. 330).



La respuesta del creyente �Amor a Dios y amor al pr�jimo


Elena G. de White vio el cristianismo como algo que afecta cada parte de la vida diaria de la persona. El coraz�n del cristianismo es exhibir el car�cter de Jes�s en la pr�ctica (amor abnegado) en lugar de vivir por los principios del reino de Satan�s (autocomplacencia). Significa no s�lo dejar de lado h�bitos da�inos y formas de vida destructivas, sino incorporar las caracter�sticas positivas del car�cter de Cristo en servicio a Dios y a los dem�s. Ella dice: �Nadie puede amar a Cristo sin amar a los hijos de �l� Cristo, que habita en el alma, ejerce un poder transformador, y el aspecto externo da testimonio de la paz y del gozo que reinan en lo interior� (Mensajes selectos, tomo 2, p. 395).



La importancia de la Palabra de Dios


Paralelamente al �nfasis de Elena G. de White sobre Cristo, la viviente Palabra de Dios, fue su preocupaci�n por la Palabra de Dios escrita �las Escrituras. En su primer libro (1851), escribi�: �Recomiendo al amable lector la Palabra de Dios como regla de fe y pr�ctica� (Primeros escritos, p. 78). Elena G. de White exalt� la Biblia durante todo su ministerio como la voluntad de Dios revelada, que provee conocimiento que conduce a una relaci�n salvadora con Jes�s. Declara: �En su Palabra, Dios comunic� a los hombres el conocimiento necesario para la salvaci�n.Las Santas Escrituras deben ser aceptadas como dotadas de autoridad absoluta y como revelaci�n infalible de su voluntad.Constituyen la regla del car�cter; nos revelan doctrinas, y son la piedra de toque de la experiencia religiosa� (El conflicto de los siglos, p. 9). Elena de White visualiz� su propia funci�n como se�alando la Biblia al pueblo, �una luz menor para guiar a los hombres y mujeres a la luz mayor� (El colportor evang�lico, p. 174).Cre�a que el estudio b�blico personal era de suma importancia para cada cristiano, y especialmente en los d�as finales de la historia de la tierra.



El mensaje del tercer �ngel y la misi�n de los adventistas del s�ptimo d�a


Elena G. de White vio a Apocalipsis 14:6-12, con su descripci�n de los mensajes de los tres �ngeles, como parte del coraz�n mismo de la identidad Adventista del S�ptimo D�a. El mensaje del tercer �ngel (junto con los dos primeros) no s�lo deb�a ser global sino atraer y probar a los seres humanos �creando �un pueblo distinto y separado del mundo, que se rehusa a adorar a la bestia o a su imagen, que tiene la se�al de Dios, que guarda su s�bado, el s�ptimo d�a� (El evangelismo, p. 173).Para Elena G. de White, el mensaje del tercer �ngel combina la ley y el evangelio �los mandamientos de Dios y la fe de Jes�s (Apo 14:12). En sus extensos escritos no s�lo est�n los que tratan sobre la ley, el s�bado, la justificaci�n por la fe, el gran conflicto y otros temas, directamente relacionados con el mensaje del tercer �ngel, sino que tambi�n est�n sus voluminosos consejos sobre educaci�n, salud, publicaciones y el ministerio evang�lico.



La segunda venida


La realidad de la cercan�a de la segunda venida de Cristo dominaba la vida de Elena G. de White y modelaba su carrera como escritora. El regreso de Cristo es visto como el cl�max de la salvaci�n, marcando el inicio del fin del gran conflicto entre el bien y el mal, la suprema expresi�n del amor de Dios, a lo que apuntan los mensajes de los tres �ngeles; un incentivo para vivir la vida cristiana que demandaba una urgencia en la predicaci�n del mensaje evang�lico a todo el mundo en el tiempo m�s breve posible.



[Condensado y adaptado de Meeting Ellen White, por George R. Knight, pp. 109-127. A la venta en Adventist Book Centres: 1-800-765-6955 o Review and Herald Publishing Association, 55 W. Oak Ridge Drive, Hagerstown, MD 21740, USA]

miércoles, 11 de agosto de 2010

La fiesta de la Navidad


Declaraciones de Elena G. de White en relación con la observancia de la Navidad y los regalos de la fiesta*
“Ya llega la Navidad”, es la nota que resuena por el mundo, del este al oeste y del norte al sur. Para los jóvenes, para los de edad madura, y aun para los ancianos, es una ocasión de regocijo general. Pero, ¿qué es la Navidad para que requiera tanta atención?...

Se dice que el 25 de diciembre es el día en que nació Jesucristo, y la observancia de ese día se ha hecho costumbre popular. Sin embargo, no hay seguridad de que estemos celebrando el día preciso en que nació nuestro Salvador. La historia no nos da pruebas ciertas de ello. La Biblia no señala la fecha exacta. Si el Señor hubiese considerado tal conocimiento como esencial para nuestra salvación, habría hablado de ello por sus profetas y apóstoles, a fin de dejarnos enterados de todo el asunto. Por lo tanto, el silencio de las Escrituras al respecto nos parece evidencia de que nos fue ocultado con el más sabio de los propósitos.

En su sabiduría, el Señor no reveló el lugar donde había sepultado a Moisés. Le enterró, luego le resucitó y lo llevó al cielo. Obró así, en secreto, para evitar la idolatría. Aquel contra quien se habían rebelado [los israelitas] mientras estaba en servicio activo, aquél a quien provocaron por poco más allá de lo que podía soportar un ser humano, fue casi adorado como Dios después que la muerte lo separó de ellos. Por el mismo motivo Dios ocultó el día preciso en que nació Cristo, a fin de que ese día no recibiese el honor que debía darse a Cristo como Redentor del mundo, quién es el único que debía recibirlo y en quién se debía confiar por ser el único capaz de salvar hasta lo sumo a todos los que se allegan a él. La adoración del alma debe tributarse a Jesús como Hijo del Dios infinito.

Para glorificar a Dios, no al hombre

No descansa una santidad divina sobre el 25 de diciembre, y no agrada a Dios que cualquier cosa que concierna a la salvación de los hombres, por el infinito sacrificio hecho por ellos, sea tan tristemente pervertido de su plan manifiesto. Cristo debe ser el objeto supremo; pero como se ha estado observando la Navidad, en lugar de tributarse a Él la gloria se tributa al hombre mortal, cuyo carácter pecador y defectuoso hizo necesario que él viniera a nuestro mundo.

Jesús, la Majestad del cielo, el Rey del cielo, se despojó de su realeza, dejó su trono de gloria, su elevada autoridad, y vino a nuestro mundo para traer al hombre, debilitado en sus facultades morales y corrompido por el pecado, la ayuda divina. Vistió su divinidad con humanidad, para poder, desde las mismas profundidades del dolor y miseria, elevar al hombre caído. Al llevar sobre sí mismo la naturaleza humana, elevó a la humanidad a una escala de valor moral con Dios. Estos grandes temas son casi demasiado altos, demasiado profundos, demasiado infinitos, para la comprensión de las mentes finitas.

Los padres deben comentar estas cosas ante sus hijos e instruirlos, línea sobre línea, precepto sobre precepto, en su obligación para con Dios –no en su obligación uno con otro, para honrarse y glorificarse unos a otros con regalos y obsequios. Sino que debe enseñarse que Jesús es el Redentor del mundo, el tema de pensamiento, del esfuerzo meticuloso; que esta obra es el gran tema que debe captar su atención; que deben llevarle a Él sus regalos y obsequios. Así lo hicieron los sabios y los pastores.

Es difícil pasarla por alto

En vista de que el 25 de diciembre se observa para conmemorar el nacimiento de Cristo, y en vista de que por el precepto y por el ejemplo se ha enseñado a los niños que es en verdad un día de alegría y regocijo, os resultará difícil pasar por alto esa fecha sin dedicarle cierta atención. Es posible valerse de ella con un buen propósito.

Es necesario tratar a los jóvenes con mucho cuidado. No se les debe dejar que en ocasión de Navidad busquen diversión en la vanidad y la búsqueda de placeres, o en pasatiempos que pudieran perjudicar su espiritualidad. Los padres pueden controlar esto dirigiendo la atención y las ofrendas de sus hijos hacia Dios y su causa, y hacia la salvación de las almas.

En vez de ser ahogado y prohibido arbitrariamente, el deseo de divertirse debe ser controlado y dirigido por esfuerzos esmerados de parte de los padres. Su deseo de hacer regalos puede ser desviado por cauces puros y santos a fin de que beneficie a nuestros semejantes al suplir la tesorería con recursos para la grandiosa obra que Cristo vino a hacer en este mundo. La abnegación y el sacrificio propio caracterizaron su conducta, y deben caracterizar también la de los que profesamos amar a Jesús porque en él se concentra nuestra esperanza de vida eterna.

Sustituir con placeres inocentes los entretenimientos pecaminosos

No puede pedirse que los jóvenes sean tan sedados y serios como los de más edad, que el niño sea tan sobrio como el caballero. Mientras que se condenan las diversiones pecaminosas, como debe hacerse; que los padres, maestros y guardianes de los jóvenes provean en su lugar placeres inocentes que no tienten o corrompan la moral. No aprisionen a los jóvenes con reglas y restricciones rígidas que los lleve a sentirse oprimidos y los quebrante e ingresen en los caminos de la locura y la destrucción. Con mano firme, bondadosa y considerada sostengan los lineamientos de gobierno, guiando y controlando sus mentes y propósitos, aunque tan gentil, sabia y amorosamente, que ellos entiendan que todavía tienen los mejores deseos para ellos en vista.

Cuantos padres están lamentando el hecho de que no pueden mantener sus hijos en el hogar, que no tienen amor por el hogar. A una edad temprana tienen deseo por la compañía de extraños; y tan pronto como son los suficientemente grandes se apartan de lo que les parece que es una atadura y una restricción irrazonable, y no harán caso de los ruegos de su madre ni los consejos de su padre. La investigación revelaría generalmente que el pecado yace a la puerta de los padres. No hicieron del hogar lo que debiera ser –atractivo, placentero, brillante con el sol de palabras amables, miradas agradables y amor verdadero.

El secreto de la salvación de sus hijos reside en hacer de su hogar un lugar lindo y atractivo. La indulgencia en los padres no unirá los hijos a Dios ni al hogar; lo que salvará a muchos hijos de la ruina es una influencia firme y bondadosa para entrenar y educar apropiadamente la mente.

El árbol de Navidad

No adopten los padres la conclusión de que un árbol de Navidad puesto en la iglesia para distraer a los alumnos de la escuela sabática es un pecado, porque es posible hacer de él una gran bendición. Dirigid la atención de esos alumnos hacia fines benévolos. En ningún caso debe ser la simple distracción el objeto de esas reuniones. Aunque algunos truequen estas ocasiones en momentos de negligente liviandad y no reciban la impresión divina, para otras mentes y caracteres dichas ocasiones resultan altamente benéficas. Estoy bien convencida de que pueden idearse substitutos inocentes para muchas reuniones desmoralizadoras.

Llega la Navidad. Que todos tengan la sabiduría para hacer de ésta una ocasión preciosa. Que los miembros de más edad se unan, en corazón y alma, con los niños en sus entretenimientos y recreaciones inocentes, en idear formas y medios para mostrar verdadero respeto a Jesús al traerle regalos y donativos. Que cada uno recuerde los reclamos de Dios. Su causa no puede avanzar sin vuestra ayuda. Que los regalos que generalmente se prodigan unos a otros sean puestos en la tesorería del Señor… Que en cada iglesia vuestras pequeñas ofrendas sean puestas en vuestro árbol de Navidad. Que el precioso emblema “siempre verde” sugiera la santa obra de Dios y su beneplácito para con nosotros; y que la obra de un corazón amoroso sea salvar otras almas que están en la oscuridad. Que vuestro trabajo esté en armonía con vuestra fe…

En todo árbol del jardín de Satanás cuelgan frutos de vanidad, orgullo, altivez, malos deseos, extravagancia –todos frutos envenenados, pero muy gratificantes para el corazón carnal. Que las iglesias presenten a Dios árboles de Navidad en cada iglesia, y luego que cuelguen de ellos los frutos de las ofrendas de beneficencia y de agradecimiento que provienen de corazones y manos dispuestos, frutos que Dios aceptará como una expresión de nuestra fe y nuestro gran amor hacia Él por el don de su Hijo, Jesucristo. Que el árbol sea cargado con fruto, rico, puro y santo, aceptable a Dios. ¿Por qué no tener una Navidad tal como la que el cielo pueda aprobar?

El intercambio de regalos

Miles de dólares (en 1884) se gastan innecesariamente cada año en regalos de unos para otros. Eso significa una pérdida para Dios, una pérdida para su causa. Gratifica la vanidad, alienta el orgullo, crea toda clase de insatisfacción, murmuración y queja, porque quizás el regalo no sea lo que se estaba deseando ni del valor elevado que se deseaba o esperaba.

La Navidad no se observa según lo que implica su nombre. El hombre ha abandonado a Dios en casi todas las cosas, y ha vuelto su atención hacia sí mismo. Ha dejado los manantiales puros de agua viviente que fluyen del trono de Dios, y se han procurado para sí cisternas rotas que no pueden contener agua. Dios le dio al hombre una prueba para que pueda ser apto para el cielo. Debía levantar su mirada hacia Dios, quien debía ser el objeto de la adoración del alma, pero las facultades talentosas, hábiles e ingeniosas se ejercieron todas para hacer del yo el objeto supremo de la atención. El hombre ha quitado su mirada de la Deidad y ha puesto sus ojos en lo finito, lo terrenal, lo corruptible.

Satanás está tras esta obra de poner a Dios fuera de la mente e interpone el mundo al yo para que el ojo no se fije sólo en la gloria de Dios. Satanás cautiva y engaña la mente. Su sabiduría infernal se ejercita continuamente para moldear y modelar el material con el cual tiene que tratar, para hacer de Dios el objeto menor y último de la devoción.

Dirijan la corriente hacia el cielo

Los diversos entretenimientos de la sociedad han sido la ruina de miles que, a causa de estos engaños de Satanás, podrían ser siervos del Dios viviente. Hay caracteres arruinados que se ven por todas partes y que han sido destruidos por el placer de las riquezas y de la moda; y el trabajo aún va más allá. Miles más irán a la ruina, quienes no abrirán los ojos para ver y percibir el hecho de que, aunque son profesos cristianos, son amantes de los placeres más que de Dios…

Ahora, hermanos, que en Navidad hagamos un esfuerzo especial para venir delante del Señor con regalos y ofrendas de gratitud por el don de Jesucristo como Redentor para el mundo. Que nada se gaste ahora innecesariamente, sino que cada centavo que sobre sea dado al banquero. Satanás ha tenido su forma en manejar estas ocasiones para adecuarlas a sí mismo. Ahora, cambiemos la corriente hacia el cielo en lugar de hacia la tierra. Mostremos por nuestras ofrendas que apreciamos la abnegación y sacrificio de Cristo en nuestro favor. Que Dios sea recordado por cada niño y padre; y que las ofrendas, pequeñas y grandes, sean llevadas a la tesorería de Dios.

Vosotros, que tenéis medios, que habéis tenido el hábito de hacer donaciones a vuestros familiares y amigos hasta que os visteis perdidos por no saber qué inventar para que sea nuevo e interesante para ellos, buscad poner vuestro ingenio a prueba, al igual que vuestra influencia, para ver cuántos medios podéis juntar para el avance de la obra del Señor. Que vuestras habilidades y capacidades sean empleadas para hacer de la próxima Navidad una de intenso interés, prestando vuestra atención al Dios del cielo con ofrendas voluntarias y de gratitud. No sigáis más las costumbres del mundo. Haced un cambio aquí, y ved si esta Navidad se pueden ver miles de dólares fluyendo en la tesorería, para que el almacén de Dios no se vacíe.

Podéis no ser recompensados en la tierra, pero lo seréis en la vida futura, y en forma abundante. Que aquellos que han planeado por mucho tiempo para sí mismos, que ahora comiencen a planificar para la causa de Dios, y tendrán ciertamente sabiduría adicional. Que la conciencia sea iluminada, y el amor de la verdad y de Cristo tome el lugar de los pensamientos idólatras y del amor egoísta.

¿No os levantaréis, mis hermanas y hermanos cristianos, y no habréis de ceñiros para cumplir vuestro deber en el temor de Dios, y no ordenaréis este asunto de modo que, en vez de carecer de interés, rebose de placer inocente y lleve la señal del cielo? Sé que la clase más pobre responderá a esta sugerencia. Los más ricos también debieran manifestar interés y dar regalos y ofrendas proporcionales a los recursos que Dios les confió. ¡Ojalá que en los libros del cielo se hagan anotaciones acerca de la Navidad cual nunca se las vio, por causa de los donativos que se ofrezcan para sostener la obra de Dios y el fortalecimiento de su reino!- Review and Herald, 9 de diciembre, 1884 (porciones de este artículo aparecen en El hogar cristiano, pp. 434-439).

Regalos navideños

Se acerca la época de las fiestas con su intercambio de regalos, y tanto los jóvenes como los adultos consideran atentamente qué pueden dar a sus amigos en señal de afectuoso recuerdo. Por insignificantes que sean los regalos, es agradable recibirlos de aquellos a quienes amamos. Constituyen una demostración de que no nos han olvidado, y parecen estrechar un poco más los lazos que nos unen con ellos.

Hermanos y hermanas, mientras estáis pensando en los regalos que queréis ofreceros unos a otros, quisiera haceros recordar a nuestro Amigo celestial, que no olvidéis lo que él nos pide. ¿No le agradará nuestra demostración de que no le hemos olvidado? Jesús, el Príncipe de vida, lo dio todo para poner la salvación a nuestro alcance... Hasta sufrió la muere, para poder darnos la vida eterna.

Mediante Cristo es como recibimos toda bendición... ¿No compartirá nuestro Benefactor celestial las pruebas de nuestra gratitud y amor? Venid, hermanos y hermanas, con vuestros hijos, aun con los niños de brazos, y traed vuestras ofrendas a Dios de acuerdo con lo que podáis dar. Hónrenle vuestros corazones con melodías y alábenle vuestros labios. Regocijémonos de que nuestro Salvador vive para interceder por nosotros en la presencia de Jehová. Como pueblo nos hemos deslizado de Dios; regresemos a Él, y Él regresará a nosotros, y sanará todos nuestros deslices. Que, en la próxima Navidad y las fiestas del nuevo año, no sólo demos una ofrenda a Dios de nuestros recursos, sino que nos entreguemos a Él sin reservas, como un sacrificio viviente.

Aunque exhorto a todos en su deber de primero traer sus ofrendas a Dios, no condeno por completo la práctica de hacer regalos de Navidad y Año Nuevo a nuestros amigos. Está bien que nos otorguemos unos a otros pruebas de cariño y aprecio con tal que no olvidemos a Dios, nuestro mejor Amigo. Debemos hacer regalos que sean de verdadero beneficio para quienes los reciban. Yo recomendaría libros que ayuden a comprender la Palabra de Dios o que acrecienten nuestro amor por sus preceptos. Proveamos algo que leer para las largas veladas del invierno…

Necesitamos pensar más en Dios y menos en nosotros mismos. Si pensamos sólo en Él tan seguido como tengamos evidencia de su cuidado por nosotros, lo mantendremos siempre en nuestros pensamientos, y nos deleitaremos en hablar de Él y alabarlo. Hablamos de las cosas temporales porque tenemos interés en ellas.

Hablamos de nuestros amigos porque los amamos; nuestros gozos y lamentos están unidos a los de ellos. Todavía tenemos razones infinitamente más grandes para amar a Dios que para amar a nuestros amigos terrenales; recibimos más de Él que de cualquier otro amigo, y debe ser la cosa más natural del mundo hacer de Dios lo primero en todos nuestros pensamientos, hablar de su bondad y contar de su poder, y responder a su amor mediante nuestras ofrendas y regalos voluntarios para su causa.— Review and Herald, 26 de diciembre de 1882.

Desviados del verdadero objetivo

Nuestros hijos han sido educados para esperar regalos de padres y amigos en Navidad. La Navidad se celebra para conmemorar el nacimiento de Cristo. Si la celebramos sólo buscando dar placer a nuestros hijos y unos a otros, nuestras ofrendas se desvían de su verdadero objetivo. Debemos traer nuestras ofrendas de agradecimiento al Señor, dejando nuestros regalos a los pies de quien ha abierto los tesoros del cielo para nosotros.

El enemigo planea que las mentes y corazones de los seres humanos sean desviados de Dios y su causa, para alabarse y honrarse unos a otros. Dios ha sido dejado fuera de la cuestión, y deshonrado positivamente. La Navidad ha sido hecha un día de fiesta, glotonería, indulgencia egoísta.

Ahora bien, que cada familia considere este asunto con todo su peso. Que los padres lo pongan en todo su maravilloso significado ante sus hijos y amigos, y digan: “Este año no gastaremos dinero en regalos para nosotros mismos, sino que honraremos y glorificaremos a Dios. Testificaremos de nuestra gratitud a Él, quien dio a su Hijo para morir como nuestro sacrificio, para que podamos tener el regalo de la vida eterna”. Que mostremos que apreciamos este regalo, y que respondamos tanto como esté en nuestras posibilidades con ofrendas de gratitud. Que celebremos la Navidad recordando a Dios en lugar de a nuestros amigos y familiares con regalos que no necesitan.

La recompensa de la abnegación

¿No reconocerá Dios las ofrendas entregadas de esa forma? ¿No bendecirá a los pequeños que traen algo de ofrenda por sí mismos al Maestro? ¡Por cierto que lo hará! ¿No es ésta una oportunidad muy preciosa para educar a vuestros hijos en la obra de abnegación por causa de Jesús? Contad a los niños del gran campo misionero y habladles del amor de Cristo, del gran sacrificio que hizo porque nos ama y desea que tengamos un hogar con Él en su reino. Vino a nuestro mundo para bendecirlo con su divina presencia, para traer paz, luz y gozo. Pero el mundo no lo recibió e hizo morir al Príncipe de la Vida. Su muerte fue para poner los tesoros del cielo al alcance de todo el que crea en Jesús.

Haced claro este tema glorioso ante vuestros hijos, y mientras sus corazones jóvenes se extienden con amor hacia Dios, dejadlos que presenten sus pequeñas ofrendas para que realicen su parte en el envío de la preciosa luz de la verdad a otros. Así los niños pueden llegar a ser pequeños misioneros para el Maestro. Sus pequeñas ofrendas, al ingresar en la tesorería como muchos riachos pequeños, pueden engrosar el canal de un río que refrescará muchas almas que están sedientas por la verdad de Dios; e incluso que estos niños puedan ver algunas almas salvadas en el reino de Dios como resultado de su abnegación.- Review and Herald Extra, 11 de diciembre, 1888.

Las fiestas

Nos acercamos rápidamente a la época de las fiestas, y la conciencia de muchos se está cuestionando ahora qué curso tomarán que sea agradable a la vista de Dios. Para el mundo, las fiestas se emplean en la frivolidad y la extravagancia, la glotonería y la exhibición. En esta época, prevalece la costumbre de dar y recibir regalos. Y no es una carga pequeña para la mente saber cómo distribuir estos regalos entre los amigos para que nadie se sienta menos. Es un hecho que muchas de las envidias y celos se crean por esta costumbre de dar regalos.

En ocasión de las próximas fiestas de Navidad y Año Nuevo se desperdiciarán miles de dólares en placeres inútiles; pero es privilegio nuestro apartarnos de las costumbres y prácticas de esta época de degeneración; y en vez de gastar recursos, simplemente para satisfacer el apetito, y comprar inútiles adornos o prendas de vestir, podemos hacer de las próximas fiestas una acción de honrar y glorificar a Dios.

Aconsejamos a todos nuestros hermanos y hermanas que hagan una reforma decidida en relación con estos días festivos. Quienes aprecien el don del querido Hijo de Dios, el de salvarlos de la ruina, tienen ahora una oportunidad favorable para dar pruebas tangibles de su agradecimiento al dar a Dios sus ofrendas de gratitud. Que los jóvenes y adultos dejen a un lado sus mitos como ofrendas de sacrificio a Dios. Si diéramos a la causa de nuestro Redentor la mitad de lo que hayamos empleado en nuestros amigos, haríamos mucho bien y recibiríamos una bendición por dar.

Seguid el ejemplo de Cristo

Busquemos representar fielmente a Cristo en los próximos días festivos imitando su ejemplo cuando él iba haciendo bien. Es imposible gozar de la aprobación de Dios mientras vivimos para el yo. Como cristianos que profesamos una fe viviente en el pronto regreso del Hijo del Hombre, guardando todos los mandamientos de Dios, hagamos un esfuerzo ferviente para estar más cerca de Dios mediante Jesucristo y hacer un pacto de sacrificio con Él. En nuestros principios de acción, debemos elevarnos por encima de las costumbres y modas del mundo. Cristo vino al mundo para elevar las mentes de los hombres al nivel de la divinidad, y para llevarlos a simpatizar con la mente de Dios.

Como toda bendición que gozamos nos llega por la condescendencia, humillación y sacrificio de Jesucristo, debemos rendirle nuestros mejores dones por encima de todo sin negarnos a nosotros mismos. El sacrificio infinito que Cristo ha hecho para librarnos de la culpa y la miseria del pecado debiera obrar en cada corazón un espíritu de gratitud y abnegación como no lo manifiesta el mundo. Cristo, el regalo de Dios al hombre llenó todo el cielo de asombro, e inspiró con su nacimiento la canción angélica “Gloria de Dios en lo alto, y en la tierra paz, buena voluntad hacia los hombres”.

El día de Navidad, recordativo precioso del sacrificio hecho en favor del hombre, no debe ser empleado en la glotonería y la complacencia egoísta, exaltando así a la criatura por sobre el Creador. Que quienes somos participantes de esta gran salvación mostremos que tenemos algo de aprecio por el don, entregando a Dios nuestras ofrendas de gratitud. Si fuéramos menos indulgentes en fiestas y diversiones en estas ocasiones, y en lugar de eso hiciésemos de ellas el medio para beneficiar a la humanidad, entenderíamos mejor la mente de Dios. Es placentero y gratificante intercambiar regalos con nuestros amigos, pero ¿no hay un objetivo más glorioso y noble para dar nuestros medios, y así hacer bien al arrojar luz sobre la senda de otros?
Regalos sugerentes

Son muchos los que no tienen libros ni publicaciones relativas a la verdad presente. Representan, sin embargo, un importante renglón en el cual se puede invertir dinero. Son muchos los pequeñuelos a quienes se debieran proveer buenas lecturas. The Sunshine Series [Serie Sol], Golden Grains Series [Serie Granos dorados], Poem [Poema], Sabbath Readings [Lecturas para el sábado] [Nota: se hace referencia en este artículo a publicaciones en circulación y proyectos de edificación. Como los principios establecidos que se presentan en esta relación son aplicables actualmente, se dejan las referencias específicas en este artículo al duplicarlo], etc., son todos libros preciosos, y pueden introducirse con seguridad en cada familia. Las pequeñas sumas que suelen gastarse en caramelos y juguetes inútiles pueden guardarse para tener con qué comprar tales libros.

Los niños necesitan lectura apropiada que los divierta y recree, sin desmoralizar la mente ni cansar el cuerpo. Si se les enseña a aficionarse a lo romántico y a los cuentos que aparecen en los periódicos, los libros y revistas instructivos les desagradarán. La mayoría de los niños y los jóvenes quieren tener cosas que leer; y si otros no las seleccionan para ellos, se encargarán de hacerlo. En cualquier parte pueden hallar lecturas que pueden arruinarlos, y pronto se aficionan a ellas; pero si se les proporcionan lecturas buenas y puras, cultivarán el gusto por ellas.

Deben hacerse esfuerzos especiales para excluir de nuestros hogares esa clase de literatura que no tenga una influencia benéfica sobre nuestros hijos. Muchas veces me ha dolido encontrar sobre las mesas o las bibliotecas de los observadores del sábado, periódicos y libros llenos de romanticismo, los cuales leían sus hijos atentamente con ansiedad.

Están aquellos que profesan ser hermanos que no reciben la Revista Adventista, Signs [Señales de los tiempos], Instructor [El instructor de los jóvenes], o Good Health [Buena salud], pero reciben uno o más periódicos seculares. Sus hijos están interesados profundamente en la lectura de historias ficticias y de amor que se encuentran en esos periódicos, y que su padre puede pagar, aunque se queja de que no puede pagar por nuestros periódicos y publicaciones sobre la verdad presente. Y de esa forma los padres están educando el gusto de sus hijos para devorar codiciosamente las historias enfermizas y sensacionales que se encuentran en las columnas de los periódicos. Toda esa lectura es veneno; dejan una mancha sobre el alma y alienta el amor por la lectura barata que socavará la moral y arruinará el alma.

Los padres deben velar sobre sus hijos, enseñarles a cultivar una imaginación pura y a rehuir como a un leproso las escenas de amor enfermizo que se presentan en los periódicos. Haya en vuestras mesas y bibliotecas publicaciones que traten temas morales y religiosos, a fin de que vuestros hijos puedan cultivar el gusto por la lectura de carácter elevado. Que aquellos que desean hacer regalos valiosos a sus hijos, nietos, sobrinos y sobrinas, consigan para ellos los libros para niños mencionados anteriormente. Para los jóvenes, Life of Joseph Bates [La vida de José Bates] es un tesoro, también los tres tomos de Spirit of Prophecy [Espíritu de Profecía]. Estos tomos debieran colocarse en toda familia en la tierra. Dios está dando luz del cielo, y ni una sola familia debiera quedar privada de ella. Sean los regalos que ofrezcáis de tal índole que derramen rayos de luz sobre la senda que conduce al cielo.

Ofrendas consagradas a Dios

Antiguamente los hijos de Israel tenían la orden de observar tres fiestas anuales cada año: La pascua, la fiesta de las cabañas y la fiesta de las semanas. El Señor dio instrucciones para que en estas ocasiones sus regalos y ofrendas sean consagrados a Él, y nadie debía presentarse ante Él con las manos vacías. Pero en nuestros días se ha convertido en moda observar estas ocasiones festivas en una forma que aparta la mente de Dios en lugar de dar gloria a su Nombre. Aquellos a quienes Dios ha bendecido con prosperidad deben reconocer al Dador y sentir que cuanto más se les ha dado, más se les requerirá.

Nuestras fiestas se han desviado de su intención original. Se prodigan regalos unos a otros, y la alabanza que debe darse a Dios, a quien le pertenecen todas las cosas, se otorga a los pobres mortales.

Nuestras casas de adoración en Oakland y Battle Creek están bajo la presión de la deuda. El Tabernáculo Dime nos pertenece a todos; todos debiéramos tener un interés especial en él.

Con el propósito de acomodar a los estudiantes del Colegio, los pacientes del sanatorio, los que trabajan en las oficinas, y la gran cantidad de adoradores que vienen constantemente de otros lugares, fue una necesidad real la construcción de una casa de adoración espaciosa. Sobre quienes están en Battle Creek descansan grandes responsabilidades, y también sobre aquellos cuyos brazos deben ser levantados para sostener estos intereses en el mismo corazón de la obra. En ninguna parte del mundo hay un campo de batalla por la verdad y la reforma como éste. Aquí hay grandes intereses involucrados. La escuela sabática y el colegio están educando a la juventud y determinando el futuro destino de las almas. Hay aquí una necesidad continua de idear medios y formas para el avance de la verdad y la conversión de las almas. Nuestro pueblo no está ni la mitad de despierto a las demandas de los tiempos. La voz de la Providencia llama a todos lo que tienen el amor de Dios en sus corazones a levantarse para esta gran emergencia. Nunca hubo un tiempo cuando había tanto en juego como hoy. Nunca hubo una época en la cual se demandara gran energía y abnegación del pueblo que guarda los mandamientos de Dios.

Un árbol de Navidad

Ya se acerca el fin de otro año, y ¿no haremos de estos días festivos oportunidades en las cuales llevar nuestras ofrendas a Dios? No puedo decir sacrificios, porque estaremos sólo rindiendo a Dios lo que ya le pertenece, y que sólo nos lo ha confiado a nosotros hasta que nos lo pida.

Agradaría mucho a Dios que cada iglesia tuviese un árbol de Navidad del cual colgasen ofrendas, grandes y pequeñas, para esas casas de culto. Nos han llegado cartas en las cuales se preguntaba: ¿Tendremos un árbol de Navidad? ¿No seremos en tal caso como el mundo? Contestamos: Podéis obrar como lo hace el mundo, si estáis dispuestos a ello, o actuar en forma tan diferente como sea posible de la seguida por el mundo. El elegir un árbol fragante y colocarlo en nuestras iglesias no entraña pecado, sino que éste estriba en el motivo que hace obrar y en el uso que se dé a los regalos puestos en el árbol.

El árbol puede ser tan alto y sus ramas tan extensas como convenga a la ocasión, con tal que sus ramas estén cargadas con los frutos de oro y plata de vuestra beneficencia y los ofrezcáis a Dios como regalo de Navidad. Sean vuestros donativos santificados por la oración y que el fruto de este árbol sea consagrado para eliminar las deudas de nuestras casas de adoración en Battle Creek, Michigan, y Oakland, California.

Una palabra al sabio es suficiente.- Review and Herald, 11 de diciembre, 1879.

Un árbol de Año Nuevo

Al terminar el largo viaje que me trajo del este, llegué a casa a tiempo para pasar la víspera de Año Nuevo en Healdsburg. El salón de actos del colegio había sido preparado para una reunión de la escuela sabática. Se habían ordenado con buen gusto guirnaldas de ciprés, hojas otoñales, ramas de coníferas y flores. Una gran campana formada con ramas de pino colgaba del arco de entrada al salón. El árbol estaba bien cargado de donativos, que iban a emplearse para beneficio de los pobres y para contribuir a la compra de una campana. Excepto por unos pocos ejemplos, los nombres de los donantes no aparecían, sino que se leían textos bíblicos apropiados y lemas cuando los regalos se sacaban del árbol. En esa ocasión nada se dijo ni se hizo que hubiese de cargar la conciencia de nadie.

Algunos me dijeron: "Hermana White, ¿qué piensa Vd. de esto? ¿Concuerda con nuestra fe?" Les contesto: "Concuerda con mi fe". En Healdsburg, San Francisco, y Oakland, hay muchas cosas para atraer a nuestros hijos; se gastan grandes sumas cada año para comprar regalos para los amigos en Navidad y Año Nuevo. Estos regalos no son generalmente satisfactorios, porque muchos reciben regalos que no necesitan, cuando les gustaría tener alguna otra cosa; algunos reciben el mismo objeto de diferentes personas, y otros no reciben nada.

Fiestas interesantes

Nos hemos esforzado en serio por hacer que las fiestas fueran tan interesantes como se pudiera para los jóvenes y los niños mientras cambiábamos ese orden de cosas. Nuestro fin era mantenerlos alejados de las escenas de diversión entre incrédulos. En lugar de seguir una costumbre egoísta y dar a aquellos de quienes esperaríamos recibir un presente, hagamos nuestras ofrendas al Señor. Este plan resultó exitoso en muchas de nuestras iglesias, y fue un éxito en esta ocasión, las donaciones ascendieron a 138 dólares. Y así el nuevo año se inició con ofrendas para el Dador de todos nuestros favores y bendiciones.

He pensado que mientras contenemos a nuestros hijos de los placeres del mundo que tengan una tendencia a la corrupción y a la perversión, debemos proveerles recreación inocente para conducirlos por senderos placenteros donde no hay ningún peligro. Ningún hijo de Dios necesita tener una experiencia triste o deplorable. Los mandamientos de Dios y las promesas divinas lo demuestran. Los caminos de la sabiduría son "caminos deleitosos, y todas sus veredas paz". Los placeres mundanos privan del uso de la razón, y por un momento de gozo, muchos sacrifican la amistad del cielo, con la paz, el amor y el gozo que otorga. Pero estos objetos de deleite elegidos pronto producen disgusto e insatisfacción.

Los atractivos de la vida cristiana

Necesitamos hacer todo lo que esté de nuestra parte para ganar almas mediante la presentación de los atractivos de la vida cristiana. Nuestro Dios ama lo bello. Podría haber revestido la tierra de castaño y gris, y los árboles de un ropaje triste en lugar del vivo follaje verde; pero deseaba que sus hijos fueran felices. Cada hoja, cada capullo y flor que se abren, son una prueba de su tierno amor; y debiéramos proponernos manifestar a otros este maravilloso amor expresado en sus obras creadas.

Dios desearía que todo hogar y toda iglesia ejercieran poder de atracción para apartar a los niños de los placeres seductores del mundo y de relacionarse con aquellos cuya influencia es de tendencia corruptora. Estudiad para ganar a los jóvenes para Jesús. Impresionad sus mentes con la misericordia y la bondad de Dios al permitirles, pecadores como son, disfrutar de las ventajas, la gloria y la honra de ser hijos e hijas del Altísimo. ¡Qué pensamiento más extraordinario, qué condescendencia inaudita, qué asombroso amor, que los hombres finitos puedan ser aliados del Omnipotente! "A los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios". "Amados, ahora somos hijos de Dios". ¿Puede alguna honra mundanal igualarse a esto?

Representemos la vida cristiana como realmente es; hagamos que el camino sea alegre, invitador, interesante. Podremos hacerlo si lo deseamos. Podemos llenar nuestra mente con cuadros vívidos de las cosas espirituales y eternas, y al hacerlo así contribuir a que sean una realidad para otras mentes. La fe contempla a Jesús que permanece como nuestro Mediador a la diestra de Dios. La fe contempla las mansiones que ha ido a preparar para los que lo aman. La fe ve el manto y la corona preparados para el vencedor. La fe oye los cantos de los redimidos, y acerca las glorias eternas. Debemos acercarnos a Jesús en amorosa obediencia, si queremos ver al rey en su hermosura.- Review and Herald, 29 de enero, 1884.


Fuente: Centro de Investigacion White. Universidad Adventista del Plata, Argentina.
* Documento elaborado por el White State, en Septiembre de 1962 y revisado en diciembre de 1989; bajo el titulo "Declaraciones de Elena G. de White en relación con la observancia de la Navidad y los regalos de la fiesta". Editor
- Articulo originalmente publicado el lunes 24 de diciembre de 2007. Editor


martes, 27 de julio de 2010

LA IGLESIA DE DIOS: OBJETO DE SU SUPREMA CONSIERACIÓN



Melbourne, Australia,



23 de diciembre de 1892



Queridos hermanos de la Asociación General:



Testifico ante mis hermanos y hermanas que la iglesia de Cristo, por debilitada y defectuosa que sea, es el único objeto en la tierra al cual él concede su suprema consideración. Mientras el Señor extiende a todo el mundo su invitación de venir a él y ser salvo, comisiona a sus ángeles a prestar ayuda divina a toda alma que acude a él con arrepentimiento y contrición, y él se manifiesta personalmente a través de su Espíritu Santo en medio de su iglesia. "JAH, si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podría mantenerse? Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado. Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; en su palabra he esperado. Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a la mañana... Espere Israel a Jehová, porque en Jehová hay misericordia, y abundante redención con él; y él redimirá a Israel de todos sus pecados".


Ministros de toda la iglesia, sea éste nuestro lenguaje, un lenguaje que salga de corazones que respondan a la gran bondad y al amor de Dios hacia nosotros como pueblo y como individuos: "Espera, oh Israel, en Jehová, desde ahora y para siempre". "Los que estáis en la casa de Jehová en los atrios de la casa de nuestro Dios. Alabad a JAH, porque él es bueno; cantad salmos a su nombre, porque es benigno. Porque JAH ha escogido a Jacob para sí, a Israel por posesión suya. Porque yo sé que Jehová es grande, y el Señor nuestro, mayor que todos los dioses". Considerad, mis hermanos y hermanas, que el Señor tiene un pueblo, un pueblo escogido, su iglesia, que debe ser suya, su propia fortaleza, que él sostiene en un mundo rebelde y herido por el pecado; y él se ha propuesto que ninguna autoridad sea conocida en él, ninguna ley reconocida por ella, sino la suya propia.


Satanás tiene una gran confederación, su iglesia. Cristo la llama la sinagoga de Satanás, porque sus miembros son los hijos del pecado. Los miembros de la iglesia de Satanás han estado constantemente trabajando para desechar la ley divina y confundir la distinción entre el bien y el mal. Satanás está trabajando con gran poder en los hijos de desobediencia y por medio de ellos para exaltar la tradición y la apostasía como verdad y lealtad. Y en este tiempo el poder de su inspiración satánica está moviendo a los instrumentos vivientes para llevar a efecto la gran rebelión contra Dios, que comenzó en el cielo.



Distinciones claras, definidas


En este tiempo, la iglesia ha de ponerse sus hermosas vestiduras: "Cristo, nuestra justicia". Hay distinciones claras, definidas, que han de ser restauradas y ejemplificadas ante el mundo, al mantener en alto los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. La hermosura de la santidad ha de aparecer con su lustre primitivo, en contraste con la deformidad y las tinieblas de los desleales, que se han rebelado contra la ley de Dios. Así, nosotros reconocemos a Dios, y aceptamos su ley, el fundamento de su gobierno en el cielo y a lo largo de sus dominios terrenales. Su autoridad, debe ser mantenida distinta y clara delante del mundo; y no debe reconocerse ninguna ley, que se halle en conflicto con las leyes de Jehová. Si al desafiar las disposiciones de Dios, se permite que el mundo ejerza su influencia sobre nuestras decisiones o nuestras acciones, el propósito de Dios es anulado. Por especioso que sea el pretexto, si la iglesia vacila aquí, se registra contra ella en los libros del cielo, una traición de las más sagradas verdades, y una deslealtad al reino de Cristo. La iglesia ha de sostener firme y decididamente sus principios ante todo el universo celestial y los reinos de la tierra; la inquebrantable fidelidad en mantener el honor y el carácter sagrado de Dios, atraerá la atención y la admiración aun del mundo, y muchos serán inducidos, por las buenas obras que contemplen, a glorificar a nuestro Padre que está en los cielos. Los leales y fieles llevan las credenciales del cielo, no las de los potentados terrenales. Todos los hombres sabrán quiénes son los discípulos de Cristo, elegidos y fieles, y los conocerán cuando estén coronados y glorificados como personas que han honrado a Dios y a quienes él ha honrado, dándoles la posesión de un eterno peso de gloria...


El Señor ha provisto a su iglesia de talentos y bendiciones, para que presente ante el mundo, una imagen de la suficiencia de Dios y para que su iglesia sea completa en él, una constante ejemplificación de otro mundo, el mundo eterno, regido por leyes superiores a las terrenas. Su iglesia ha de ser un templo erigido a la semejanza divina, y el arquitecto angelical ha traído su áurea vara de medir, para que cada piedra pueda ser labrada y escuadrada según la medida divina, y pulida para brillar como emblema del cielo, irradiando en todas direcciones los rayos brillantes y claros del Sol de Justicia. La iglesia ha de ser alimentada con el maná celestial y mantenida bajo la única custodia de su gracia. Revestida con la armadura completa de la luz y la justicia, entrará en su final conflicto. La escoria, el material inútil, será consumida, y la influencia de la verdad testificará ante el mundo, de su carácter santificador y ennoblecedor...



Experimentos divinos


El Señor Jesús está realizando experimentos en los corazones humanos, por medio de la manifestación de su misericordia y abundante gracia. Está realizando transformaciones tan sorprendentes que Satanás, con toda su triunfante jactancia, con toda su confederación del mal unida contra Dios y las leyes de su gobierno, se detiene para mirarla como una fortaleza inexpugnable ante sus sofismas y engaños. Son para él un misterio incomprensible. Los ángeles de Dios, serafines y querubines, los poderes comisionados para cooperar con los agentes humanos, contemplan con asombro y gozo cómo hombres caídos, una vez hijos de la ira, están desarrollando, por la enseñanza de Cristo, caracteres a la semejanza divina, para ser hijos e hijas de Dios, para desempeñar una parte importante en las ocupaciones y los deleites del cielo.


Cristo ha dado a la iglesia amplias facilidades, para poder recibir abundantes ganancias de gloria de su posesión redimida y adquirida. La iglesia, dotada de la justicia de Cristo, es su depositaria, en la cual las riquezas de su misericordia, su amor y su gracia han de aparecer en su plena y final manifestación. La declaración de su adoración intercesora, de que el amor del Padre es tan grande hacia nosotros como hacia él mismo, el Hijo unigénito, y que nosotros estaremos con él donde él está, hechos uno con Cristo y el Padre para siempre, es una maravilla para la hueste angelical, y constituye su gran gozo. El don de su Espíritu Santo, rico, completo y abundante, ha de ser para su iglesia como un muro de fuego que la circunde, contra el cual no prevalecerán las potencias del infierno. Cristo mira a sus hijos en su inmaculada pureza y perfección impecable, como la recompensa de sus sufrimientos, su humillación y su amor, y la corona de su gloria, siendo él mismo el gran centro del cual irradia toda gloria. "Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero"



(General Conference Bulletin, 1893, págs. 408, 409. Reimpreso en Testimonios para los ministros, págs. 16-19).

lunes, 19 de julio de 2010

Elena G. De White y la Música de la Iglesia


El autor, el Dr. Daniel Oscar Plenc es el Director del Centro de Investigación White - Argentina, Coordinador del Servicio de Espíritu de Profecía de la Unión Austral y Profesor de teología de la Universidad Adventista del Plata.


Entre otros temas de importancia para la experiencia personal y eclesial, Elena G. de White se refirió al tema de la música sacra. Concibió la música como dádiva divina destinada a cumplir los propósitos de Dios en la medida en que responda a su dirección. Existe también la idea de una mayordomía cristiana de la música.


La música: su origen y dirección.


La música como don de Dios


En el pensamiento de Elena G. de White, Dios creó la música, y otorgó a sus criaturas la facultad de disfrutarla y usarla para su gloria. Contempló el cielo como un lugar lleno de música. “La melodía de alabanza es la atmósfera del cielo; y cuando el cielo se pone en contacto con la tierra, se oye música y alabanza, ‘alegría y gozo, alabanza y voces de canto’ [Isaías 51:3]”. 1


Antes de su caída, “Satanás había dirigido el coro celestial. Había dado la nota; luego toda la hueste angélica se había unido a él, y entonces en todo el cielo habían resonado acordes gloriosos en honor de Dios y de su amado Hijo”. 2 Desde su expulsión Satanás ha pervertido con frecuencia la música y la ha transformado en instrumento seductor de la tentación. “Pero, debidamente empleada es un precioso don de Dios, destinado a elevar los pensamientos hacia temas más nobles, y a inspirar y levantar el alma”. 3


La voz es un don destinado a ser una bendición. “La voz humana expresada en canto constituye uno de los talentos dados por Dios y que deben emplearse para su gloria. El enemigo de la justicia utiliza provechosamente ese talento a su servicio. Y lo que es un don de Dios, dado para bendecir las almas, es pervertido, mal aplicado y sirve a los propósitos de Satanás. Este talento de la voz es una bendición si se consagra al Señor para servir a su causa”. 4


Un don que Dios desea orientar


Cuando Dios dirige el culto y la música no habrá extremos que distorsionen la adoración de la iglesia. Se evitarán el fanatismo y el formalismo, el descuido y el profesionalismo.


Elena G. de White rechazó enfáticamente el tipo de culto celebrado durante el Congreso Campestre de Indiana de 1900. A su entender “las reuniones en Indiana, con ruido y confusión, no las recomienda a las mentes concienzudas e inteligentes”. 5 Añadió que “el ruido y el alboroto en sí mismos no constituyen ninguna evidencia en favor de la santificación, o del descenso del Espíritu Santo”. 6 Las instrucciones recibidas apuntaban en otra dirección. “El Señor quiere que sus servicios se caractericen por el orden y la disciplina, y no por la agitación y la confusión... Cuando los creyentes proclaman la verdad como está ejemplificada en Jesús, manifiestan una calma santa y serena, y no una tormenta de confusión”. 7


En este contexto Elena G. de White previó un regreso de este tipo de manifestaciones hacia el fin del tiempo de gracia. “Habrá vocerío acompañado de tambores, música y danza”. 8 Estas manifestaciones serán una emulación satánica del derramamiento del Espíritu. “Es mejor no mezclar nunca el culto a Dios con música, que utilizar instrumentos musicales para realizar la obra que en enero pasado se me mostró que tendría lugar en nuestras reuniones de reavivamiento... El influjo de los instrumentos satánicos se une con el estrépito y el vocerío, con lo cual resulta un carnaval, y a esto se lo denomina la obra del Espíritu Santo”. 9 La música será usada en los engaños finales. “Las cosas que han ocurrido en el pasado también acontecerán en el futuro. Satanás convertirá la música en una trampa debido a la forma como es dirigida”. 10


La música de la iglesia debiera ser ejecutada por creyentes que desean alabar a Dios, y no por profesionales de mente secular. El empleo de personas inconversas y de métodos mundanos constituyen un verdadero peligro. Elena G. de White exhortó a no “depender de cantores mundanos y de despliegue teatral para despertar el interés”. 11 El consejo es claro. “No contratéis músicos mundanos si esto puede evitarse de alguna manera”. 12


Los servicios de culto debieran imitar la sencillez de Jesús. “Las formas, las ceremonias y las realizaciones musicales no constituyen la fortaleza de la iglesia”. 13


Música al servicio de los propósitos de Dios


El destino del culto de la iglesia es triple. Se dirige a Dios en adoración, a la comunidad de la fe para edificación, y al mundo para evangelización. Lo mismo ocurre con la música.


Un medio de adoración


Tanto en los cielos como en la iglesia la música existe para honrar y alabar a Dios. “La música forma parte del culto tributado a Dios en los atrios celestiales, y en nuestros cánticos de alabanza debiéramos procurar aproximarnos tanto como sea posible a la armonía de los coros celestiales. La educación apropiada de la voz es un rasgo importante en la preparación general, y no debe descuidarse. El canto, como parte del servicio religioso, es tanto un acto de culto como lo es la oración. El corazón debe sentir el espíritu del canto para darle expresión correcta”. 14 El amor de Cristo ha de ser expresado en cada culto, en cada sermón y en cada himno. 15


La exaltación propia constituye un peligro del que los músicos debieran ser conscientes. “Los espectáculos musicales, que conducidos apropiadamente no hacen daño, son muchas veces una fuente de mal.... El talento musical muchas veces fomenta el orgullo y la ambición por la exhibición, y los cantantes dedican muy pocos pensamientos a la adoración a Dios”. 16


En una carta a un director de coro, la señora White recordaba que el canto en un servicio religioso forma parte de la adoración a Dios tanto como el habla. Le advertía contra el canto estridente, el exhibicionismo, la exageración, las contorsiones corporales, como fuera de lugar en la casa de Dios. “Usted le ha cantado más a los hombres que ha Dios. Mientras ha alzado su voz por encima de toda la congregación, ha estado anhelando la admiración que estaba despertando”. 17


Un medio de edificación


La música cristiana puede contribuir al crecimiento de la experiencia religiosa. Tiene poder para grabar las palabras de Dios en la memoria, “para subyugar naturalezas rudas e incultas; para avivar el pensamiento y despertar simpatía; para promover la armonía de acción y desvanecer la melancolía y los presentimientos que destruyen el valor y debilitan el esfuerzo”. Tiene la facultad de “grabar en el corazón la verdad espiritual”. 18


El cántico de Moisés enseñado a los hijos de Israel “debía hablarles, amonestarlos, restringirlos, reprobarlos y animarlos. Era un sermón continuo”. 19 Y durante el peregrinaje “el canto era un medio de grabar en sus mentes muchas lecciones preciosas”. El canto “animaba los corazones y encendía la fe de los peregrinos... De ese modo se apartaban sus pensamientos de las pruebas y dificultades del camino, se calmaba el espíritu inquieto y turbulento, se inculcaban en la memoria los principios de la verdad, y la fe se fortalecía”. 20 El canto sagrado alegró el peregrinaje de Israel en el desierto, como hoy pueden los hijos de Dios alegrar su camino. 21


Las canciones de alabanza alejan el desánimo y la tentación. “Si hubiera mucho más alabanza al Señor y mucho menos tristes relatos de desánimos, se ganarían muchas más victorias”. 22 Hay en el canto una barrera contra el abatimiento. “El canto es un arma de la cual podemos siempre hacer uso contra el desaliento”. 23


En las escuelas de los profetas “se empleaba la música con un propósito santo, para elevar los pensamientos hacia aquello que era puro, noble y enaltecedor, y para despertar en el alma la devoción y la gratitud hacia Dios”. 24


Un medio de evangelización


Es posible testificar y evangelizar con eficacia mediante el uso de la voz. “La voz humana tiene mucho poder afectivo y musicalidad, y si el que aprende realiza esfuerzos decididos adquirirá el hábito de hablar y cantar que será para él un poder para ganar almas para Cristo”. 25 El canto de una iglesia puede impresionar las mentes receptivas. “La melodía del canto, exhalada de muchos corazones en forma clara y distinta, es uno de los instrumentos de Dios en la obra de salvar almas”. 26


El canto sagrado muestra a los hombres el camino hacia Dios. “El canto es uno de los medios más eficaces de impresionar el corazón con la verdad espiritual. A menudo, por las palabras del cántico sagrado, fueron abiertas las fuentes del arrepentimiento y de la fe” 27


Quienes han aprendido a usar su voz tienen en sus manos una herramienta poderosa. “Los alumnos que han aprendido a cantar dulces cantos evangélicos con melodía y claridad pueden hacer mucho bien como evangelistas por medio del canto. Encontrarán muchas oportunidades para utilizar el talento que Dios les ha dado, llevando melodías y luz a muchos lugares solitarios, entenebrecidos por el pecado, la tristeza y la aflicción, y cantando para los que pocas veces pueden disfrutar de los privilegios de la iglesia”. 28


En las manos de Dios, el canto constituye un ministerio redentor. “Este talento de la voz es una bendición si se consagra al Señor para servir a su causa” (Carta 62, 1893). 29


Música cultivada por el hombre


En cooperación con el cielo


Como otros dones divinos, la música y el canto deben ser apreciados y cultivados para gloria del Señor. “Cuando los seres humanos cantan con el Espíritu y el entendimiento, los músicos celestiales toman las melodías y se unen al canto de agradecimiento. El que ha derramado sobre todos los dones que nos capacitan para ser obreros juntamente con Dios, espera que sus siervos cultiven sus voces de modo que puedan hablar y cantar de manera que todos puedan comprender. Lo que se necesita no es cantar fuerte, sino una entonación clara y una pronunciación correcta. Dediquen todos tiempo a cultivar la voz de modo que puedan cantar las alabanzas a Dios en tonos claros y suaves, sin asperezas ni chillidos que ofenden el oído. La habilidad de cantar es don de Dios; utilicémosla para darle gloria”. 30


Elena G. de White presenta el desafío de cultivar este don con el máximo esmero. “La música podría ser un gran poder para el bien, sin embargo no aprovechamos como debiéramos esta forma de rendir culto. El canto por lo general se hace por impulso o para satisfacer casos especiales, y otras veces se deja que los que cantan lo hagan cometiendo errores; en esta forma la música pierde el efecto que podría ejercer sobre las mentes. La música debiera tener belleza, sentimiento y poder. Elévense las voces en cantos de alabanza y devoción. Llamad en vuestro auxilio instrumentos musicales, si eso es posible, y asciendan hacia Dios las gloriosas armonías como una ofrenda aceptable”. 31


Se aconseja la designación de directores de canto que seleccionen, organicen y conduzcan los cánticos de la congregación. “Debe señalarse a una persona idónea para que se haga cargo de este ejercicio, y será su deber tratar de que se seleccionen himnos tales que puedan ser cantados con el espíritu y también con el entendimiento... Organícese un grupo con los mejores cantantes, cuyas voces puedan conducir a la congregación, y luego únanse a ellos todos los que así lo deseen. Los que cantan debieran realizar un esfuerzo para cantar en armonía; debieran dedicar algún tiempo a la práctica a fin de emplear este talento para la gloria de Dios”. 32


Se requiere gran cuidado en la selección y en la entonación de los himnos. “A menudo me he entristecido al oír voces incultas, elevadas hasta la más alta nota, chillando literalmente, al expresar las sagradas palabras de algún himno de alabanza. Cuán inapropiadas son esas voces agudas y estridentes en el culto sagrado y el gozoso servicio de Dios... Los que hacen del canto una parte del culto divino, deben elegir himnos con música apropiada para la ocasión, no de notas fúnebres, sino alegres, y con todo, melodías solemnes. La voz puede y debe ser modulada, enternecida y subyugada”. 33


Hay un amplio margen para la superación. “Pueden introducirse muchas mejoras en el canto. Algunos piensan que cuanto más alto canten tanto más musicales son, pero el ruido no es música. El buen canto es como la música de los pájaros: suave y melodioso.


“En algunas de nuestras iglesias he escuchado solos que eran inapropiados para el servicio de culto en la casa de Dios. Las notas prolongadas y los sonidos peculiares tan comunes en el canto de ópera no agradan a los ángeles. Estos se complacen en oír los sencillos cantos de alabanza expresados en un tono natural. Ellos se unen con nosotros en los cantos en los que cada palabra se pronuncia claramente, en un tono musical. Participan en las melodías cantadas con el corazón, el espíritu y el entendimiento”. 34


El mensaje de los himnos ha de reflejarse en la vida de los adoradores. 35 “Dios es glorificado por los cantos de alabanza de un corazón puro, lleno de amor y devoción a él”. 36


Un culto inclusivo y participativo


La música de la iglesia no ha de restringirse e un pequeño círculo, sino que ha de incluir a tantos como puedan participar apropiadamente con sus voces e instrumentos. “En las reuniones que se realicen, escójase a un número de personas para que tomen parte en un servicio de canto. Y acompáñese entonces el canto con instrumentos musicales tocados con habilidad. No hemos de oponernos al empleo de instrumentos de música en nuestra obra. Esta parte del servicio ha de ser dirigida cuidadosamente; porque implica la alabanza de Dios en el canto.


“El canto no siempre ha de ser entonado por unos pocos. Tan a menudo como sea posible, únase en él toda la congregación”. 37 Existen momentos apropiados para solistas y grupos corales, sin olvidar al gran coro de toda la congregación. “Hay personas que poseen el don especial del canto, y hay veces cuando un solista o un coro dan un mensaje especial. Pero en contadas ocasiones deben ocuparse del canto sólo unas pocas personas. La habilidad de cantar es un talento de influencia que Dios desea que todos cultiven y usen para la gloria de su nombre”. 38


Quienes tocan instrumentos son invitados a participar. “Introducid en la obra el talento del canto. El uso de instrumentos musicales no es de ninguna manera objetable”. 39 La Sra. White disfrutaba de la música instrumental. “Me alegro de oír los instrumentos musicales que tenéis aquí. Dios quiere que los tengamos. El quiere que lo alabemos con el corazón, con el alma y con la voz. 40 ” En una de sus reuniones la guitarra suplió adecuadamente la falta de un órgano. 41


Conclusión


Elena G. de White tenía un evidente interés en la utilización sabia de la música y el canto. Vio en la música un don amoroso de Señor. Pensó que el Creador de la música debía orientarla como un medio de adoración, edificación y predicación. Creyó finalmente que los hijos de Dios necesitan cultivar sus talentos musicales para su honra y gloria.



BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:




  1. La Educación (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1964), 161.


  2. La Historia de la Redención (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1981), 25.


  3. La Educación, 167.


  4. El evangelismo (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1975), 363.


  5. Mensajes selectos (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1969), 2: 39.


  6. Ibíd., 2: 39.


  7. Ibíd., 2: 40-41.


  8. Ibíd., 2: 41.


  9. Ibíd., 2: 41- 42.


  10. Ibíd., 2: 43.


  11. El Evangelismo, 371.


  12. Ibíd., 371.


  13. Ibíd., 373.


  14. Patriarcas y Profetas (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1971), 644-645.


  15. Joyas de los Testimonios (Buenos Aires: Casa Editora Sudamericana, 1956), 3: 32.


  16. El Ministerio Pastoral (Silver Springs, Maryland: Asociación Ministerial de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, 1997), 206.


  17. Manuscrito 5, 1874.


  18. La Educación, 167-168.


  19. El Evangelismo, 362.


  20. La Educación, 39.


  21. Ibíd., 167.


  22. El Evangelismo, 364.


  23. El Ministerio de Curación (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1975), 241, 242.


  24. Patriarcas y Profetas, 644.


  25. El Evangelismo, 367-368.


  26. Ibíd., 362.


  27. Ibíd., 365.


  28. Ibíd., 366.


  29. Ibíd., 363.


  30. Ibíd., 368.


  31. Ibíd., 368.


  32. Ibíd., 369.


  33. Ibíd., 370.


  34. Ibíd., 372.


  35. Ibíd., 370.


  36. Mensajes para los Jóvenes (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1967), 292.


  37. El Evangelismo, 370.


  38. Ibíd., 368.


  39. Ibíd., 365.


  40. Ibíd., 367.


  41. El Ministerio Pastoral, 206.

Fuente: http://iasdsc.netadvent.org/

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...